✨ Duelo y Navidad✨ 

La Navidad puede ser un tiempo grato para algun@s, pero también fuente de sufrimiento para otr@s.

Cuando era pequeña me encantaba y me disgustaba la Navidad casi a partes iguales.

 Me encantaba porque mis padres hacían verdadera magia:

Adoraba poner el Belén con mi padre, ir a la cabalgata con mi madre con su poncho con bolsillos enormes y una bolsa de plástico para coger caramelos.

La ilusión y nervios por cuándo vendrían los Reyes a darnos un beso y ver si estábamos dormidos (nos costaba a mi hermano y a mí un horror) y por los caramelos que nos dejarían en los zapatos… 

Por otro lado pensaba en mis abuelos, sobre todo los paternos porque tuve más contacto aunque no el que me hubiera gustado. 

Mis padres optaron por vivir una vida que les alejaba de sus familias y la Navidad se celebraba con gente a la mesa que normalmente estaba pasando por alguna situación personal muy dura. 

Siempre me preguntaba porqué no podía estar con mis abuelos y mis primas a las que adoraba y abrir mi regalo de Papá Noel cuando lo hacían ellas.

Con el paso de los años mi abuelo cayó enfermo y mi padre decidió que ya sí era momento de empezar a cambiar cosas y empezamos a pasar Nochebuena con mi familia paterna y con la materna Fin de Año.

A mis casi 40 palos, debo contaros que el paso del tiempo y el transcurrir de la vida, ha hecho que en esa mesa falte gente que quiero y me importa. Mi abuelo, mi tío Hernán y mi hija. Recuerdo cuando murió Inés el 15 de octubre y a finales de noviembre ser consciente de lo que se me venía encima. Navidad, niños, familia, unión, cabalgatas, regalos…como comprenderéis no tenía ganas de absolutamente nada, ni cuerpo, ni mente. Estaba rota, me mirases por donde me mirases. Lloraba, todo el rato, en cualquier parte donde me pillara la ola de tristeza y vacío que sentía al principio muy a menudo y que me dejaba hecha trizas, otra vez. 

¿Cómo gestionar el duelo en Navidad?

Casualidades de la vida llegó a mis manos una charla de Alba Payás, donde se hacían algunas recomendaciones para gestionar el proceso de duelo en estas fechas:

– Afrontar el dolor y transitarlo.

– Rodearse de quienes nos hacían sentir más segur@s y arropad@s.

– Hacer algo para tener a tu ser querido presente desde el amor y gratitud como un brindis.

La verdad que al principio todo eso se me antojaba imposible. Por eso, tómate tu tiempo y pregúntate qué necesitas tú.

En mi caso, intenté responderme a:

¿Que necesito en este momento?

¿Que me ayudaría?

¿Que energía tengo?

¿Que me resultaría menos doloroso?

Teniendo todo esto en cuenta empecé a cavilar y dar respuesta a todas esas preguntas y al final decidí (esta es la solución que encontré donde yo me sentía cómoda, cada persona tiene una diferente y es un trabajo muy personal):

– Hacer un árbol de navidad con fotos de la gente que era importante para mí.

– Poner un altar donde poder cada día una vela y mantenerla encendida para hacerla presente.

– Hacer un donativo para recordar que su paso por mi vida lejos de ser una tormenta, era puro amor y eso se tenía que traducir en hacer algo bueno por los demás en su nombre.

Reuniones familiares y Navidad

La obligación que sentimos de juntarnos en fiestas puede resultarnos muy estresante. En las familias siempre hay gente que te cae más en gracia y otra que para ti tiene la gracia donde las avispas. Así que os quiero contar qué os puede ayudar para lidiar con ello:

– Pregúntate qué motivos tienes para asistir. Quienes son verdaderamente importantes para ti.

– Siéntate cerca de la gente con quién quieres compartir y conversar.

– Ponte límite de tiempo para regresar si no es un evento donde te sientas cómod@.

– Promueve conversaciones sobre temas que te resulten cómodos y agradables.

– Prepara respuestas asertivas para comentarios desafortunados o hirientes si sabes que tienen probabilidad de darse.

– Date permiso si este año no te sientes con fuerzas de ir y afrontar todo lo que supone. 

La Navidad significa nacimiento, y aunque no soy practicante, mis valores sí son judeo-cristianos. Lo que me transmitieron mis padres es que es un tiempo que puede servir para re-nacer, para plantearte que tienes la opción de poder cambiar comportamientos, de hacerlas de forma diferente para que puedan pasar cosas distintas, de que la vida nos pasa pero existe esperanza y espacio y posibilidad para el cambio a bien, si así lo decidimos.

Para hacer de la ausencia y dolor, presencia y nostalgia.

Para hacer de las rencillas y la intencionalidad, perdón.

Para poner límites y decir ya no más a cosas que llevamos años pasando por el aro porque nos han impuesto que así tiene que ser.

✨ Cómo conocer gente nueva✨ 

Está demostrado que las personas que cuentan con una red social en la que se sienten integradas tienen menos probabilidad de sufrir ciertos trastornos psicológicos. y que su satisfacción vital es más alta, que se sienten más felices, vaya.

No creo que a nadie le pille por sorpresa.

Tener amig@s es saludable a muchísimos niveles, nos completa y nos deja ese espacio en el que podemos ser u estar sin las limitaciones sociales que se nos imponen en otros ámbitos.

Pero… ¿cómo encontrar y mantener un grupo de amistades en la adultez?

Llegamos a cierta edad en la que cada vez se hace más difícil ver a nuestro grupo de siempre.

Puede ser por dos motivos:

  • Lejanía física: En muchas ocasiones la razón es que cada cual se va a trabajar a ciudades diferentes. En estos lugares podemos no conocer a nadie y, aunque tengamos un grupo en nuestro lugar de origen, no lo tenemos para hacer planes de forma habitual.
  • Ya no existe esa conexión: Las personas crecen y cambian. Es lícito. Pero ¿qué pasa cuando esos cambios se producen en sentidos opuestos? Terminamos por alejarnos de esa persona. Ya sea porque no nos queda nada en común o porque hemos evolucionado de forma diferente.

Sea la razón que sea, nos encontramos como adult@s, en ciudades nuevas, empezando de 0 a nivel social.

Si en el trabajo se da la circunstancia de que la gente es apañá, fenomenal, pero por norma general son personas que ya tienen su vida, sus círculos y que no están muy por la labor de incluirnos en sus planes. O simplemente puede que no tengamos en nada en común. 

El caso es que durante toda la vida nos hemos relacionado con las personas que se nos han ido poniendo por delante, esto es, la gente del colegio, de la misma calle, de las extraescolares, de la universidad… Pero ¿cómo lo hago ahora?

Este post no pretende darte una lista de sitios a los que ir o páginas web a las que apuntarte, porque imagino que eso ya lo sabrás.

A veces, no conocer gente no depende tanto de que no sepamos dónde están sino de cómo acercarnos a las mismas y con ese cómo me refiero a la disposición emocional con la que lo hago.

Veamos algunas de las cosas que podemos cambiar a nivel psicológico para conocer (de forma efectiva) gente nueva.

Mente abierta. 

Estamos de acuerdo que cuanto mayores nos hacemos nos volvemos más “tiquismiquis”. Con 16 años todo el mundo te venía bien. Pero ahora… Es algo genial pero tenemos que saber cuáles son las líneas rojas y no dejar que estas nos impidan conocer personas maravillosas. Es decir, diferenciar aquellas cosas esenciales para tener una relación de amistad de las que simplemente no nos agradan del todo.

Haz cosas que te gusten (aunque sea sol@)

Ve al teatro, apúntate a senderismo, empieza en un grupo de lectura… Haz aquello que te gusta. Es una forma de disfrutar pero también de conocer gente con tus mismos intereses. Si no tienes la costumbre de hacer estas cosas sin compañía, al principio, puede resultarte raro, pero una vez empiezas llegas a cogerle el tranquillo y a darte cuenta que hay mucha gente como tú.

No compares

Las personas que vas a conocer no van a parecerse a ese grupo con el que te juntaste cuando tenías 20 años. Tú tampoco eres quien eras. Ir comparando todo el rato lo que hacías y lo haces nos hace vivir en el pasado en lugar de disfrutar del presente.

Da el primer paso

La primera semana en mi anterior trabajo comía sola. Me daba mucho coraje que nadie me dijese de ir a comer con ell@s. Hasta que pensé que nadie me debía nada y que solo yo tenía la capacidad de salir de donde estaba. Me acerqué a la compañera que veía más de mi “rollo” y le dije que me avisara cuando saliera a comer. Me dijo que sí aunque podría haber dicho que no, pero por el miedo al no me hubiese perdido una de las personas más maravillosas que conozco a día de hoy.

Hay que echarle cara al asunto. 

Acéptate (y acepta a las personas que te rodean)

A veces es nuestra inseguridad la que no nos permite abrirnos a otras personas. Cuando nos aceptamos nos validamos y no dependemos de la inclusión o rechazo de quien nos rodea.

Esto nos da muchísimo poder, porque no dejamos que sean las circunstancias las que nos unan a las personas si no las decisiones que tomamos y la conexión que sentimos.

✨ Derechos Asertivos ✨

La asertividad es la habilidad de expresar nuestras necesidades de forma clara y empática.

No todo el mundo sabe cómo hacerlo pero ¡tranqui! como todo, puede aprenderse.

¿Cómo puedo ser más asertiv@?

La asertividad tiene que ver con la comunicación. Con la comunicación eficaz.

El objetivo que tenemos a la hora de hablar es explicar aquello que pensamos o sentimos ¿cierto? A veces esto es difícil porque aquello que queremos decir no es lo que creemos que la otra persona quiere escuchar pero esto no puede impedir que lo hagamos. Incluso nuestras necesidades pueden ser opuestas a las de otras personas y generar un conflicto.

Aprender a hacerlo sabiendo que la otra persona tiene los mismos derechos que tú (y que tú tienes los de ella, que eso no se nos puede olvidar tampoco) es, por un lado, la forma más útil para hacer valer nuestros deseos y, por otro, la manera en la que nos sentiremos mejor, ya que pondremos en valor nuestro yo sin desprestigiar al otro ni a nosotr@s mism@s.

La fórmula es la siguiente

  • Hablo de forma calmada y desde el yo
  • Expreso por qué quiero lo que quiero
  • Doy alternativas tangibles
  • Pregunto de forma directa la opinión de la otra persona.

Si quieres saber más sobre este tema te dejo el enlace a otro post en lo que lo explicamos más detalladamente.

Derechos asertivos

En primer lugar tenemos que tener claro que todas las personas tenemos los llamados Derechos Asertivos.

Estos son una lista de creencias saludables que, bajo mi punto de vista, tendrían que inculcarnos desde la escuela. No es fácil asimilarlos en la vida adulta, sobre todo porque estamos más que acostumbradas a recibir mensajes sobre lo adecuado que es complacer o lo mal que quedas si dices no. Peeero una vez los incorporas a tu vida, la forma en la que te relacionas cambias, liberando mucha culpa.

¿Quieres saber cuáles son?

1.Tengo derecho a ser la primera. Ceder siempre a los demás, no comunicar mis deseos o preferencias no me hace más cortés. 

2.Tengo derecho a cometer errores. Los errores forman parte de la vida, son necesarios para el aprendizaje. No me avergüenzo por ellos y defiendo mi derecho a cometerlos. 

3. Tengo derecho a tener mis propias opiniones y creencias. 

4. Tengo derecho a cambiar de idea, opinión, o actuación. Cambiar de opinión no es una traición a mi misma, es evolucionar, aprender, ser flexible.

 5. Tengo derecho a expresar críticas y a protestar por un trato injusto.

6. Tengo derecho a intentar cambiar lo que no me satisface. 

7. Tengo derecho a pedir ayuda o apoyo emocional. 

8. Tengo derecho a sentir y expresar el dolor. Todo el mundo siente dolor, y tenemos derecho a expresarlo si lo necesitamos. 

9. Tengo derecho a ignorar los consejos de los demás. 

10. Tengo derecho a recibir el reconocimiento por un trabajo bien hecho. Esto se aplica a los demás, pero sobre todo a mí misma. Reconoce tus méritos. 

11. Tengo derecho a negarme a una petición, a decir “no” sin sentirme culpable o egoísta. Decir “no” no me hace desleal o egoísta. 

12. Tengo derecho a estar sola, aún cuando los demás deseen mi compañía. 

13. Tengo derecho a no justificarme ante los demás. En ocasiones con un “No, gracias” es suficiente. No tengo por qué dar excusas.

14. Tengo derecho a no responsabilizarme de los problemas de los demás. 

15. Tengo derecho a no anticiparme a los deseos y necesidades de los demás y a no tener que intuirlos. 

16. Tengo derecho a ser tratado con dignidad. Cuando siento que no soy tratada con la dignidad y el respeto que merezco, tengo derecho a protestar por ello. 

17. Tengo derecho a tener mis propias necesidades y que sean tan importantes como las de los demás. 

18. Tengo derecho a experimentar y expresar mis propios sentimientos, así como a ser mi única jueza. 

19. Tengo derecho a parar y pensar antes de actuar. 

20. Tengo derecho a no responder preguntas que me hacen.

21. Tengo derecho a interrumpir y a pedir aclaraciones.

22. Tengo derecho a pedir lo que quiero y a entender que me pueden decir que no.

23. Tengo derecho a hacer menos de lo que soy capaz de hacer. No siempre tengo que rendir al máximo. 

24. Tengo derecho a tener éxito y superarme

25.Tengo derecho a gozar, disfrutar y ser feliz.

26. Tengo derecho a decidir qué hacer con mi cuerpo, tiempo, y propiedad. 

27. Tengo derecho a NO ser asertiva.

Derechos Asertivos y Pareja

Evidentemente, tener claro que nos merecemos todos y cada uno de los puntos mencionados, es relevante para cualquier área vital. En el trabajo, por ejemplo, no dejarnos avasallar o expresar los desacuerdos de una manera adecuada es muy importante. Pero queremos mencionar un ámbito en el que son determinante para su buen funcionamiento: la pareja.

Los conflictos de pareja se deben, en muchos casos, a la comunicación, bien por falta de ella o por no decir las cosas como la otra persona quiere/espera.

Al aprender en terapia de pareja una forma de hacerlo en la que no se ataca a la otra persona ni se cede siempre desde el mismo lado, las relaciones crecen y ambas partes se sienten más satisfech@s con la misma.

Merece la pena ¿no crees?

Si has leído detenidamente los derechos asertivos me gustaría conocer tu opinión

¿Qué te parecen? ¿Hay alguno que te haya sorprendido? ¿Conocías esta lista de derechos?

Te leo en comentarios.

✨No te quedes✨

Tener una relación de pareja no te convierte, mágicamente en una persona feliz. Hay parejas, por mucho amor que haya, de las que es mejor alejarse.

Mejor bueno desconocido…

Más vale lo bueno por conocer.

Siempre.

Porque lo malo conocido no suele cambiar. Ni siquiera quiere a veces.

Mira que me gusta a mí el refranero.

Pero eso de mejor malo conocido… Pues va a ser que no.

Si algo es malo para un@, por mucho que sea conocido, lo mejor es largarse.

Da mucho miedo. No sabemos qué nos podemos encontrar. A veces la comodidad de lo que controlamos nos hace permanecer.

Y es que es humano temer lo que no sabemos.

Porque lo que no sabemos puede ser terrible.

O puede que no.

No te olvides de ti

Nos han dado tanto la murga con lo que debe significar el amor que cuando al fin encontramos a esa persona la colocamos en el centro de nuestra existencia.

Todo lo llena.

Nuestras parcelas cada vez se hacen más pequeñas y abandonamos actividades, hobbies y personas que realmente nos hacían bien.

Nos abandonamos de cierta manera…

Y al abandonarnos y moldearnos a imagen de nuestra pareja, nos perdemos un poco.

Por eso es importante tener tiempo para ti, amistades propias, intereses solo tuyos…

Mantener nuestro sitio en el mundo, más allá de “estar con”, es indispensable para poder seguir siendo tú.

Sobre todo si esa relación termina rompiéndose.

Hay gente que siente que no le queda nada cuando se termina su relación de pareja, solo imaginarlo provoca malestar. Y esto es muy peligroso.

Porque podemos “aguantar” situaciones con las que no nos sentimos del todo cómodas.

Porque una relación en la que la otra persona lo es todo, no es una relación de libertad.

Y sin libertad (más que sin amor, diría yo) no hay pareja que se sostenga. O al menos ninguna saludable.

La terapia de pareja puede ayudarnos a establecer límites y aprender a comunicarnos con la otra persona para no perder nuestro yo y, de esa manera, tomar decisiones que nos acerquen o nos alejen si es el caso.

✨​ ¿Quién soy? ✨​

No eres lo que te dijo esa profesora cuando tenías 6 años.

Ni el insulto de aquel compañero de instituto.

Ni eres lo que te decían tus tíos en Navidad.

Es hora de tirar la ropa que no te sirve del armario, para que se adapte a quién eres ahora.

Los patitos feos

A veces guardamos la ropa de quienes ya no somos en nuestro armario.

Y hay situaciones en la vida que nos llevan a ponernos esos trajes pequeños, incómodos, apretados, por simple inercia.

De repente en una reunión con el jefe nos convertimos en un niñ@ de 6 años frente a su Maestro. Ese que te dijo que no servías para estudiar y que no llegarías a nada.

De repente en una conversación de pareja nos convertimos en ese/a joven de 15 años a la que su padre decía que no era suficiente y que intentaba agradarlo de todas las formas posibles.

Siempre podemos volver a tener la edad que tuvimos, ponernos esos trajes, pero no sé si te conviene. Si te hace bien guardar esa ropa y seguir poniéndote la ropa de 6 con 25, 26, 41 o 60.

Quizás sea hora de hacer limpieza de armario. Probarse los trajes, sentirlos, ver lo que ya no es y hacer un Mary Kondo. Dar las gracias por lo útiles que nos han sido y despedirnos de ellos.

.

L@s psicólog@s somos como Mary Kondo a nivel mental. Te ayudamos a poner orden, concierto y tranquilidad. Deshacerte de lo que ya no es para que brille quien eres hoy y te reconozcas.

Fortalezas

Las fortalezas son esas cualidades que también nos definen, pero no a través de lo que quienes nos rodean piensan, si no de nuestros valores y virtudes.

Es el punto de encuentro entre eso que se nos da bien y que encima nos interesa.

Cuando dedicamos tiempo a actividades que tienen que ver con las fortalezas nuestra autoestima aumenta, por lo que es muy recomendable conocerlas y trabajarlas.

De esa manera al preguntarnos ¿quién soy? no tenderemos a responder en base a las etiquetas que nos ponen, si no al traje que nos hemos ido confeccionando ;-).

✨No soy el centro del mundo. Ni quiero✨

No eres el centro del mundo.

Ni de la vida de l@s demás.

¡Y menos mal!

Este fin de semana me encontré con una antigua compañera del instituto. Cuando fui a saludarla, muy contenta de verla me dijo ” ¡Ah! ¿Ahora ya me saludas?”.

A cuadros me quedé.

Creo que al ver mi cara supo que no sabía de qué estaba hablando.

Por lo visto hace un par de años estuvimos en el mismo bar. Yo estaba pidiendo en la barra y cuando se levantó para saludarme, cogí los cafés, puse muy “mala cara” y volví a mi mesa.

Ese día, por lo visto, subí una publicación a Instagram lanzándole una indirecta. Ella me eliminó de sus redes sociales.

Yo no la vi. Os juro que el día del bar no me di cuenta que estaba… Y si puse mala cara sería porque estaría pensando en cualquier cosa. O que me quemé con el café. Vete tú a saber. Por supuesto la publicación de Instagram no tenía ningún tipo de relación con ella.

No sé si le convencieron mis explicaciones… Pero a mí sí que me hizo reflexionar: ¿Cuántas veces me he tomado como algo personal comportamientos de otras personas?

Es uno de los grandes hit de la Dramaqueen: la personalización. Esta distorsión cognitiva es un error de procesamiento que hace que nos atribuyamos acciones o palabras externas que, en realidad, no tienen nada que ver con unx.

“Siempre llueve cuando lavo el coche”

“Noséquién ha puesto una canción en Insta que va por mí”

“La profesora ha dicho que los examenes no han salido bien mientras me miraba”

Estas creencias (que todo el mundo tiene en menor o mayor medida) hacen que terminemos cayendo en un victimismo que no es real. Por eso, cuando tengas dudas, pregunta y busca evidencias, no sólo te dejes guiar por aquello que sientes.

Cuando nos damos cuenta que no somos el centro del mundo, que la gente, por norma general, olvida en 2 segundos lo que hiciste o dijiste, duele un poquito. Nuestro ego se resiente. Pero también es liberador.

Libera saber que la gente no vive pendiente de una. Que todo el mundo se mira a sí mismo cuando le enseñamos la foto de grupo.

Tomar conciencia de esto da miedo, pero más miedo me daba lo otro.

✨​Cómo expresar mi deseo✨

No sabemos expresar nuestro deseo porque a lo que aprendemos es a ceder.

Porque las niñas buenas no molestan, ni tienen necesidades: las niñas buenas ponen siempre a l@s demás por delante.

Llegamos por lo tanto a la adultez sin demasiadas herramientas para expresar nuestros deseos.

Sentimos, cada vez que lo hacemos, que estamos haciendo algo mal.

Pero hemos aprendido que tenemos derecho a tener deseos y necesidades, el problema viene que al no saber cómo, a veces no los expresamos con la asertividad necesaria para que sean escuchados.

Pero… ¿Qué es la asertividad?

La asertividad es la habilidad de comunicar nuestras necesidades, expresar deseos, opiniones y límites de una manera clara, directa y respetuosa.

La persona asertiva es capaz de desenvolverse de manera adecuada en diferentes situaciones, sin agredir o someterse a la voluntad de los demás. La asertividad implica también la capacidad de escuchar y comprender las necesidades y opiniones de los demás, y de encontrar soluciones que satisfagan a todas las partes involucradas. Ser asertivx es fundamental para establecer relaciones interpersonales saludables y para enfrentar situaciones difíciles de manera efectiva.

Podemos caer una actitud pasivo-agresiva, es decir, no pedir nada hasta que estás harta y explotas de maneras poco útiles. O bien, creemos que las otras personas tiene que adivinar nuestro pensamiento, y por lo tanto, saber qué es lo que queremos. Algo que se hace más de lo que pensamos, y que, evidentemente, es absurdo, porque nadie tiene la capacidad de estar dentro de la mente de otra persona.

Estas estrategias no las hacemos porque seamos malas personas o egoístas: simplemente nadie nos ha enseñado a expresar lo que queremos de forma eficaz.

¿Cómo puedo expresar mi deseo o necesidad?

En primer lugar hay que aclarar que cuando ponemos en conocimiento de alguien lo que queremos o necesitamos, la otra persona siempre puede decirnos que no.

Lo que aquí exponemos no son técnicas manipulativas, no es psicología oscura. Son estrategias de comunicación cuyo objetivo es que seamos capaces de expresar nuestros derechos entendiendo siempre que las otras personas tienen exactamente los mismos.

Dicho esto.

Para expresar de forma eficaz nuestros deseos, lo mejor es utilizar la primera persona.

¿Esto qué quiere decir?

Que hablemos desde el yo.

En lugar de 

  • Nunca salimos a ningún sitio.
  • Me encantaría salir a cenar hoy.

Al hablar desde el yo, conseguimos que la otra persona sepa que nuestra realidad y la suya son diferentes.

Además no es un reproche, dado que tú estás expresando lo que tú quieres y siempre es lícito. De esta manera la otra persona se sentirá más predispuesta que si utilizamos una frase englobando a amb@s.

La fórmula, por lo tanto es la siguiente:

  • Hablo de forma calmada y desde el yo
  • Expreso por qué quiero lo que quiero
  • Doy alternativas tangibles
  • Pregunto de forma directa la opinión de la otra persona.

Por ejemplo:

  • Eres muy desordenada, nunca recoges nada ¡tu cuarto parece una leonera!

Podemos decir

  • Me parece que la casa está muy desordenada y eso me hace sentir incómoda. Si pudieras recoger tu cierto sería genial. ¿Qué te parece?

De esta manera la otra persona no se siente atacada ni tú has dejado de decir aquello que querías y ambas partes se sienten mejor consigo mismas.

¿No te parece una buena razón para intentarlo?

La psicología nos puede ayudar a expresar nuestro deseo de forma que no sintamos que estamos viviendo como quienes nos rodean quieren y no en base a nuestras metas y valores.

✨​¿Se puede dejar de sufrir? ✨

El sufrimiento según la RAE

sufrimiento

1. m. Padecimiento, dolor, pena.

2. m. Paciencia, conformidad, tolerancia con que se sufre algo.

Como podemos ver en la definición de la RAE sufrir no es sólo dolor. De alguna manera es una resignación con lo que nos está pasando.

Vivimos en un entorno cultural en el que ha calado profundamente eso de “Ganarás el pan con el sudor de tu frente” y no sabemos que no tiene que ser necesariamente así.

El sufrimiento es absurdo. ¡Ojo! No digo que no sea real, existe y es incapacitante, por eso es tan importante que sepamos ponerlo en el lugar donde pertenece y seamos capaces de no dejarnos arrastrar por el mismo.

La diferencia entre el dolor y el sufrimiento.

El dolor es inevitable. La vida está llena de acontecimientos que nos sacuden y sentir lo que esto nos provoca es imprescindible. EL dolor sirve para parar y recuperar el equilibrio que aquello que ocurrió nos tambaleó (o directamente devastó)

El sufrimiento, en cambio, es el juicio que hacemos sobre el dolor.

Es la cantinela que nuestra mente nos cuenta respecto a aquello que ya ha pasado, está pasando o pasará. 

Por eso dejar de sufrir es posible. No porque neguemos o evitemos lo que la vida es, es porque aprendemos a aceptar lo que ocurre pero también a dejar ir lo accesorio.

No aceptar la realidad es la principal causa de sufrimiento.

En esto el discurso interno tiene mucho que ver. Los mensajes automáticos que nos vamos lanzando, los ¿y si?, los ¿Cómo ha podido pasarme esto a mí?, es horrible, es insoportable, no me lo merezco…

Lo que es, es. 

Y respecto a esto poco podemos hacer. Aceptar lo que nos sucede significa comprender para poder saber donde quieres ir.

No es un sinónimo de resignación, en el que simplemente acatamos decisiones de alguna manera externa. Para nada. Aceptar implica hacernos responsables y sabernos capaces para cambiar aquello que podemos.

«El hombre es víctima de una soberana demencia que lo hace sufrir siempre, en la esperanza de no sufrir siempre, en la esperanza de no sufrir más; y la vida le escapa mientras espera gozar de los bienes que ha adquirido al precio de grandes esfuerzos».

Leonardo da Vinci

Cómo puedo dejar de sufrir

La realidad de lo que estamos viviendo no suele tener la importancia que creemos.

En primer lugar tenemos que valorar de forma objetiva lo que nos está pasando. En una escala del 1 al 10 ¿cómo de importante es lo que me hace sufrir?

Este distanciamiento nos hace caer en la cuenta que no todo lo que nos provoca dolor tiene derecho a hacerlo.

Por ejemplo: Mis amigas han quedado y no me han avisado. Puede molestar, está claro, pero ¿hasta qué punto esto puede generar un nivel tan alto de sufrimiento? Mirándolo con objetividad no deja de ser un 2 como mucho en “acontecimientos vitales”. Por eso, si es que ocurre, aceptamos y, antes de comenzar a darle vueltas a la cabeza, preguntamos por qué (seguramente se han olvidado, o ha surgido, no es nada en personal).

Controlar los pensamientos.

Como hemos visto, los pensamientos son los que terminan decidiendo si algo que duele va a terminar haciéndome sufrir. Controlar lo que pensamos no es fácil, porque estamos todo el día mandándonos mensajes automáticos, de los que, en la mayoría de las ocasiones, ni siquiera tenemos conciencia. 

La reestructuración cognitiva es la técnica más adecuada para estos casos.

“La hora de preocuparse” + técnica de parada de pensamiento.

Esto puede parecerte un poco tonto, pero creeme: funciona.

Si estamos muy enganchad@s al pensamiento podemos darnos un rato al día que llamaremos “la hora de sufrir” o “la hora de preocuparnos”. Durante ese tiempo tenemos que sentarnos a solas, sin ni una distracción y darle vueltas a todo aquello que nos pasa. Al tener este tiempo, durante el resto del día, si vienen pensamientos que nos hacen sufrir, tenemos que pararlos y emplazarlos a que esperen a su hora.

Apóyate en el humor

Si te sorprendes dramatizando demás sobre alguna cuestión que sabes que no es tan importante, llévalo al extremo. Intenta decirte de forma teatralizada lo terrible que es ser tú, y cómo la vida te pone obstáculos para que no seas feliz. Un “¿quién me pone la pierna encima para que no levante cabeza?”.

Cuando somos capaces de vernos desde fuera (y es el humor lo que consigue darnos esa distancia y objetividad) relativizamos mejor viéndolo todo desde una perspectiva más útil: aquella que mueve al cambio en lugar de paralizarnos.

Metasufrimiento

Cuando tomamos conciencia del sufrimiento inútil que soportamos, nos enfadamos con nosotr@ mism@s. ¿Cómo algo que no tiene una importancia real puede generarme este estado de ansiedad? También aquí hay que aceptar la emoción que viene. No darnos la vuelta y sufrir porque sufrimos.

Terapia

Si quieres dejar de sufrir, sientes que tu estado emocional es desbordante o necesitas más herramientas para controlarlo, pide ayuda.

La terapia nos sirve para poner en valor lo que nos ocurre y, por supuesto, trabajar para cambiarlo.

✨​Despechá✨​

O cómo olvidar a tu ex de una vez por todas.

Qué fortuna si nunca te han roto el corazón.

Cuando te pasa, sientes un dolor intenso, casi físico que lo invade todo.

Por alguna razón todo deja de tener sentido y es complicado reorganizar nuestra vida y las ideas de lo que debía ser cuando estábamos con esa persona.

Este post no tiene la intención de que ese malestar se pase mágicamente (sabes que no es el rollo de este blog) pero sí dar algunas pautas para que el proceso sea lo menos dañino posible. Como siempre digo, no podemos evitar el dolor, pero sí el sufrimiento.

Seguro que muchas de las cosas que leerás a continuación te sonarán de consejos y de otras páginas que hayas consultado. No es nada nuevo. Lo que vamos a intentar es razonártelo para que tomes conciencia de que funciona y, aunque no sea fácil, sepas que se puede salir del agujero.

1- Permítete sentir.

El duelo forma parte de la ruptura. A veces nos negamos la emoción de tristeza porque esa persona se ha portado especialmente mal y creemos que no se “merece” nuestro dolor.

O porque ya hace demasiado tiempo y quien te rodea invalida que te sigas sintiendo así.

Déjame decirte que las emociones son las que son, no pueden elegirse y que cuanto más te opones, evitas o reprimes, con más fuerza saldrán por otro “lao”.

Al permitirnos sentir el dolor podremos gestionarlo, aprender a vivir con, en lugar de darle la espalda.

2- ¿Intentamos el contacto 0?

Es muy difícil, lo sé.

Sobre todo si la otra persona continúa queriendo tener contacto contigo. La ansiedad y la pena que sientes se acaba en el momento en el que ves a la otra persona, pero es un alivio momentáneo. Es como rascarse las pupas de la varicela: pan pa hoy y hambre pa mañana.

3- 0 Stalkeo

Esto tiene que ver con el punto anterior, pero vamos a trabajarlo aparte por la importancia que las redes sociales están tomando en nuestras vidas.

Contacto 0 es también no mirar sus redes, no seguir sus historias y no estar pendiente de si está o no está en línea.

Si seguimos invirtiendo tiempo y energía en esa persona, aunque sea de forma virtual, no puedes olvidar a tu ex, porque estamos haciendo trampas: el contacto no es 0.

4- Haz cosas que te gusten

Como dice Rosalía…

“Baby, no me llames, que yo estoy ocupá olvidando tus males.

Ya decidí que está noche se sale, con toas mis motomamis, con todas mis yales”

Y es que cuando cortamos con alguien distribuir el tiempo que pasábamos con esa persona es muy muy complicado. Más aún si compartíamos grupo de amistades o aficiones.

Empezar a hacer cosas que te gustan es muy aconsejable, no por evitar, si no para darnos cuenta de que la vida sigue y que puede ser bien divertida.

5- Cuidado con las recaídas

En fin… A quien no le haya pasado que tire la primera piedra.

No es una cuestión moral, sino de salud mental.

Un enamoramiento, una relación, genera en el cerebro el disparo de ciertos neurotransmisores que enganchan como la droga. Es más, algunas drogas lo que hacen generar dependencia es precisamente una liberación de este mismo neurotransmisor. Así que ¡cuidado!

Cada vez que “recaemos” volvemos a entrar en un círculo del que podemos no saber salir de nuevo.

6- Escribe una carta

Un ejercicio muy interesante es el de escribir (siiiii! Escribir. Ya sé que soy mu pesá) las razones por las que sabes que esa relación no puede continuar. Intenta que sea una lista exhaustiva. No idealices lo que ha pasado ni la relación en sí misma.

Así cuando lleguen las dudas (que llegarán) y la Dramaqueen empiece con la cantinela, repasa todo aquello que no te hacía bien. Porque como he repetido mil veces: el amor no es suficiente. Ni debe serlo.

¿Qué te parece esta lista? ¿Tienes algo que decir o comentar? ¿Cómo está siendo el proceso de olvidar a tu ex? Estos posts pretenden ayudar de alguna manera si estás pasando por un duelo por ruptura, pero en ningún caso sustituyen al proceso terapéutico. Si crees que necesitas ayuda, escríbenos o envíanos un whatsapp para concertar un cita.

✨​5 cosas que puedo hacer cuando alguien tiene un ataque de pánico✨​

Para saber qué hacer ante un ataque de pánico lo primero que tenemos que conocer es qué es y poder diferenciarlo de un mero episodio de nerviosismo.

El ataque de pánico o de ansiedad tiene un inicio súbito y la sensación que tiene la persona es de muerte inminente o de miedo intensísimo a que algo terrible pueda suceder.

 Puede parecer que se está teniendo un ataque cardiaco (es lo más común), también desmayo, atragantamiento o asfixia, derrame cerebral… Es decir, aunque quien lo sufre lo haya pasado más veces, en ese momento puede no ser capaz de discernir si efectivamente es algo físico o no.

Incluso aunque sepa “racionalmente” lo que le ocurre, los síntomas son tan fuertes que no se puede controlar.

Es complicado que alguien que no haya sentido nunca un ataque de pánico pueda entender hasta qué punto te invade el miedo y los diferentes efectos físicos que acompañan. No es el objetivo de este post. La idea con este artículo es aprender (aun sin entender del todo) cómo actuar en caso de estar presente cuando alguien está pasando por uno…

¿vamos a ello?

1- Haz lo que te pida.

Si te dice que te apartes, apártate, si te dice que sujetes, agarres u os sentéis, hazlo.

Aunque tú sepas racionalmente que no es lo más adecuado, en ese momento la persona necesita compañía, no consejos.

2- No te pongas nervios@ tú también.

Intenta mantener la calma y actuar de forma lógica: no te enfades o grites. La otra persona no lo está haciendo queriendo y no tiene control sobre lo que hace o dice.

3- No digas “cálmate”

No sirve nunca. Menos en estos casos.

4- Aunque sea difícil, intenta que focalice su atención en otra cosa que no sean sus síntomas.

En un ataque fuerte o con algunas personas esto puede no funcionar, pero sí en otras ocasiones. Uno de los problemas con los ataques de pánico es que quien los sufre no es capaz de ver “más allá” de lo que está sintiendo y pensando en ese mismo instante. Desviar la atención es muy eficaz si se consigue.

5- Repite que estás ahí, y que aunque parezca que no, eso también pasará.

Manteniendo la calma repite que es una situación efímera (sin que suene condescendiente) y que no está solo/a. 

Esto son solo algunas directrices, cada caso es un mundo y cada persona actúa y necesita cosas diferentes. Si realmente quieres ayudar a tu ser querido, pregúntale cuando no estè teniendo un episodio, de esa forma podrá darte directrices para que actúes de la manera más útil posible. 

Y, por supuesto, aconséjale que vaya a terapia (cuando el momento ya haya pasado, si lo haces durante un ataque de pánico puede ser incluso contraproducente)