✨ Técnica para pensar mejor✨ 

Somos como perretes tras una pelota.

Porque… ¿Qué ocurre cuándo lanzamos una pelota a un perro?

Que va corriendo a cogerla ¿verdad?

Pero… ¿qué ocurriría si en lugar de una le lanzamos 100?

Esta es la forma de actuar que tiene nuestro cerebro.

Corremos tras cada pensamiento cuando aparece y, como puedes suponer, esto no nos hace muy eficaces.

Lo malo (y lo bueno) es que el cerebro nos lanza unos 60000 pensamientos diarios… Los hay de todo tipo : ideas, recuerdos, pensamientos operativos, deseos, creativos… Es genial y nos hace ser lo que somos como especie. Pero también hay mucha “basurilla” o lo que es lo mismo, discursos que no sirven para absolutamente nada. No nos ayuda a pensar mejor.

Siendo así…

¿Es posible gestionarlo atendiéndolos a todos? 

Yo creo que todo el mundo sabrá que NO.

Intentar captar cada pelota, seguir cada pensamiento, es imposible. Lo único que vamos a hacer es correr de un lado a otro sin llegar a ninguna parte. Como una criatura en una feria con los ojos puestos en todos los estímulos, pero sin llegar a atender a nada.

Justo esa sensación de descontrol mental es la que tenemos cuando no eres tú quien dirige el torrente de pensamientos …  Sentimos que no somos capaces de seguir una línea y nos vamos despistando con cada nueva cosa (sea ésta interna o externa) que aparece.

Hay que aprender a parar y centrar nuestra atención para pensar mejor.

Esto que digo en una sola frase no es fácil. Sobre todo si llevamos muchos años con esa voz interior en forma automática. 

Uno de los trucos es aplazar todo aquello que no sea lo importante en ese momento. 

Se ha demostrado que si nos liamos debatiendo o luchando contra ese pensamiento éste en lugar de “irse” lo que hará es volver una y otra vez.

Lo más útil que podemos hacer, por lo tanto, es:

Atender al pensamiento. Decirle: Ok, sé que estás ahí. Luego te atiendo. Y seguir con lo que estábamos.

Podemos, incluso, escribir el pensamiento para recordarlo en la “hora de pensar”.

Técnica la “hora de pensar”

La hora de pensar consiste en guardar unos minutos al día (15-30 minutos) en los que vamos a sentarnos en un lugar en el que no tengamos nada que nos distraiga y demos rienda suelta a todos esos pensamientos que nos asaltan una y otra vez.

¿Para qué sirve esto?

Por un lado, conseguimos aplazar el pensamiento molesto cuando estamos realizando una actividad que sí sea valiosa en nuestra vida (es imposible leer un artículo o hacer bien un ejercicio si mi mente está enredada con otra cosa).

Por otro, de forma paradójica, esos pensamientos no van a aparecer tan molestos o insistentes en el momento que queremos que así sea. 

Cuando evitamos un pensamiento, vuelve con fuerza. Si lo llamamos, al reflexionarlo de forma más consciente, va perdiendo potencia.

Es un ejercicio complejo, no os voy a engañar pero muy útil si queremos “pensar mejor”.

Sentarse a escucharnos no es muy agradable cuando nuestra mente no juega a favor, pero te aseguro que es muy eficaz si lo que queremos es manejar el flujo de pensamientos la mayor parte del día.

Al final es preguntarse:

¿Qué pelota es la que queremos alcanzar?

E ir a por ella, ignorando todas las demás…