✨​Miedo a “molestar”✨​

A ver si algo de esto te suena…

Vas a la peluquería y, aunque expresas claramente qué quieres, no dices nada cuando te hacen otro corte o peinado.

Aunque en el trabajo la gente tiende a pedirte ayuda, tú te sobrecargas porque nunca pides nada.

Hablas bajito o incluso no hablas demasiado.

¿Alguna vez te has sentido incómodx a la hora de pedir ayuda o expresar tus opiniones? ¿Te has preocupado por ser una molestia para los demás? Si es así, no estás solx. Muchas personas experimentan lo que se conoce como el miedo a “molestar”, una emoción que puede limitar su capacidad de comunicarse efectivamente y de aprovechar oportunidades en la vida. En este artículo, veremos algunas causas y cómo podemos superarlo.

¿Por qué tememos molestar a los demás?

Búsqueda de aprobación social

Uno de los motivos más comunes para el miedo a molestar es la búsqueda de la aprobación de los demás. Las personas temen que al pedir ayuda o expresar sus necesidades, los demás los vean como una carga o los rechacen.

Experiencias pasadas negativas

Las experiencias previas de rechazo o crítica pueden contribuir al miedo a molestar. Las personas que han sido juzgadas o desalentadas en el pasado tienden a ser más cautelosas en sus interacciones.

Falta de confianza

La baja autoestima y la falta de confianza en uno mismo pueden llevar a la creencia de que nuestras necesidades o preguntas no son importantes.

¿Nace en la infancia el miedo a molestar?

La relación entre el miedo a molestar y nuestra infancia es profunda y significativa. Nuestra crianza y las experiencias que vivimos en nuestros primeros años pueden tener un impacto duradero en nuestra capacidad para expresarnos y relacionarnos con el mundo.

Las formas en que la crianza puede contribuir al miedo a molestar en la vida adulta son:

  1. Modelado de comportamiento: En la infancia se tiende a imitar el comportamiento de padres/madres y cuidadorxs. Si lxs adultxs que los rodean evitan pedir ayuda o expresar sus necesidades por miedo a molestar a otras personas, se puede aprender que hacer lo mismo es la norma. Ejemplo: Si un niño crece viendo que sus padres siempre tratan de ser autosuficientes y nunca piden ayuda, es posible que internalice la idea de que pedir ayuda es una señal de debilidad o molestia.
  2. Respuestas de los cuidadores: La forma en que lxs cuidadorxs responden a las necesidades y preguntas puede influir en la percepción de si es apropiado o no expresar sus necesidades. Si un cuidador reacciona negativamente o de manera crítica cuando una niña pregunta o solicita algo, la niña puede aprender a temer molestar a los demás. Ejemplo: Si una niña es reprendida por hacer demasiadas preguntas o se le dice que deje de molestar cuando busca atención, es probable que desarrolle miedo a molestar en el futuro.
  3. Expectativas de perfección: Algunas familias tienen expectativas poco realistas de perfección, donde cualquier signo de necesidad o vulnerabilidad se ve como un fracaso. Esto puede llevar a que las criaturas sientan que no pueden cometer errores ni pedir ayuda. Ejemplo: Si un niño es criado en un entorno en el que se espera que siempre sea independiente y no cometa errores, es probable que crezca con el miedo a molestar a los demás cuando necesite orientación o apoyo.
  4. Falta de validación emocional: Cuando los cuidadores no validan las emociones de un niño o no les brindan el apoyo emocional necesario, el niño puede desarrollar una sensación de que sus sentimientos y necesidades no son importantes. Ejemplo: Un niño cuyos padres minimizan sus emociones o no les prestan atención puede crecer sintiendo que sus preocupaciones no merecen ser expresadas.

Es importante destacar que la relación entre la crianza en la infancia y el miedo a molestar en la vida adulta puede variar ampliamente según la experiencia individual de cada persona. Sin embargo, comprender cómo nuestras experiencias tempranas pueden influir en nuestros patrones de comportamiento y creencias puede ser el primer paso para abordar y superar el miedo a molestar y desarrollar relaciones más saludables y comunicativas en la vida adulta.

Cómo superar el miedo a molestar

Reconoce tu valía

Entiende que tus necesidades, preguntas y opiniones son igualmente importantes. Trabaja en mejorar tu autoestima y confianza en ti mismo.

Comunica tus necesidades de manera asertiva

Aprende a expresar tus pensamientos y deseos de manera clara y respetuosa. La asertividad te permite comunicarte efectivamente sin ser agresivo ni pasivo.

Aprende de las experiencias pasadas

Reflexiona sobre las experiencias negativas anteriores y considera lo que puedes aprender de ellas. A menudo, estas experiencias son oportunidades para crecer y fortalecerte.

Busca apoyo

Hablar con amigos, familiares o un profesional de la salud mental puede ser útil para superar el miedo a molestar. Compartir tus preocupaciones puede brindarte perspectiva y apoyo emocional.

El miedo a “molestar” es una emoción común que puede limitar nuestras oportunidades de crecimiento personal y profesional. Sin embargo, reconocer sus raíces y aprender a superarlo puede conducir a una comunicación más efectiva y a una vida más satisfactoria. Todo el mundo merece tener voz y expresar sus necesidades sin sentir que es una molestia para quienes le rodean.

Pero… ¿Qué es la depresión?

La depresión es un trastorno complejo que no se limita a estar triste o tener el ánimo decaído.

En ella confluyen pensamientos, emociones y acciones específicas que hacen la vida muy difícil a quien la padece.

Según datos proporcionados por el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social de España, la Encuesta Nacional de Salud Mental realizada en 2017 indicó que aproximadamente el 5.2% de la población adulta en España había experimentado un episodio depresivo mayor en el último año. Y esto teniendo en cuenta el estigma aún presente en nuestra sociedad en cuanto a temas de salud mental.

¿Qué es la Depresión?

La depresión se caracteriza por:

  1. Sentimientos persistentes de tristeza y desesperanza: A diferencia de la tristeza normal, que suele ser una emoción temporal y reactiva a las circunstancias, la tristeza en la depresión es constante y puede no tener una causa aparente.
  2. Pérdida de interés en actividades: Las personas con depresión a menudo pierden el interés en las cosas que solían disfrutar, lo que se conoce como anhedonia.
  3. Cambios en el apetito y el peso: Puede haber un aumento o disminución significativa del apetito, lo que puede llevar a cambios en el peso corporal.
  4. Problemas para dormir: La depresión puede causar insomnio o, en algunos casos, un exceso de sueño.
  5. Fatiga y falta de energía: Las personas con depresión a menudo se sienten agotadas física y mentalmente, incluso después de un buen descanso.
  6. Dificultades cognitivas: La concentración y la toma de decisiones pueden volverse más difíciles durante un episodio depresivo.
  7. Sentimientos de culpa o inutilidad: Las personas con depresión a menudo se culpan a sí mismas por su condición, incluso cuando no tienen control sobre ella.
  8. Pensamientos suicidas: En los casos más graves, la depresión puede llevar a pensamientos suicidas o comportamientos autodestructivos.

Causas

La depresión es una afección multifactorial, lo que significa que no hay una sola causa que la explique completamente. En cambio, varios factores pueden contribuir a su desarrollo. Veamos algunas de las causas más comunes:

  1. Factores genéticos: Existe evidencia de que la depresión puede tener una base genética. Cuando existen antecedentes familiares, hay mayor riesgo de desarrollarla.
  2. Desequilibrios químicos cerebrales: La depresión se asocia con desequilibrios en neurotransmisores como la serotonina, la dopamina y la noradrenalina en el cerebro.
  3. Factores ambientales: Experiencias traumáticas, estrés crónico, abuso de sustancias y problemas de salud física pueden desencadenar la depresión.
  4. Cambios hormonales: Las fluctuaciones hormonales, como las que ocurren durante el embarazo, el posparto, la menopausia o en enfermedades endocrinas, pueden desencadenar o agravar la depresión.
  5. Factores psicológicos: La personalidad, el estilo de afrontamiento y los patrones de pensamiento negativos pueden aumentar el riesgo de depresión.

¿Cómo Saber si Tenemos Depresión?

Identificar la depresión en unx mismx o en alguien de nuestro entorno puede ser complicado debido a la variabilidad de los síntomas y la tendencia a minimizarlos. Además, últimamente la sobregeneralización de la etiqueta “depresión” hace que confundamos aún más el término.

Esto no pretende ser una herramienta de diagnóstico (si tienes o crees tener depresión, acude a un profesional) pero puede ayudarnos a entender qué nos pasa:

1. Evalúa tus sentimientos y estados de ánimo: Reflexiona sobre cómo te has sentido últimamente. ¿Has estado persistentemente triste, sin esperanza o abatidx durante al menos dos semanas?

2. Observa tu interés en las actividades: ¿Has perdido interés en actividades que antes disfrutabas?

3. Patrones de sueño y alimentación: ¿Has experimentado cambios significativos en tu apetito o patrones de sueño? (En este caso tenemos que tener en cuenta tanto si aumenta como si disminuye).

4. Fatiga y la energía: ¿Te sientes constantemente cansadx, sin energía o motivación?

5. Evalúa tus pensamientos y autoestima: ¿Tienes pensamientos negativos persistentes sobre ti, sientes culpa sin razón o crees que eres inútil?

6. Preocúpate por los pensamientos suicidas: ¿Has tenido pensamientos de hacerle daño o incluso de suicidio? Esto es una emergencia y debes buscar ayuda inmediatamente.

Si experimentas varios de estos síntomas durante un período prolongado, es recomendable buscar ayuda de profesionales de la salud mental.

¿Qué Hacer si Tienes Depresión?

La depresión es tratable y, con el apoyo adecuado, muchas personas pueden recuperarse. Aquí hay un plan de acción para enfrentar la depresión:

1. Busca ayuda profesional: El primer paso es consultar profesionales de la salud mental. El tratamiento puede incluir terapia, medicamentos o una combinación de ambos, según la gravedad del caso.

2. Construye un sistema de apoyo: Hablar sobre tus sentimientos con amigxs y familiares puede ser reconfortante. El apoyo social es fundamental para la recuperación.

3. Aprende sobre la depresión: Entender tu condición puede ayudarte a manejarla mejor. Investiga y educa a tu círculo cercano para que también comprendan lo que estás experimentando.

4. Establece una rutina: Mantener una estructura diaria puede ayudarte a recuperar un sentido de normalidad y control.

5. Practica el autocuidado: Dedica tiempo a actividades que te hagan sentir bien, como el ejercicio, la meditación, la alimentación saludable y el sueño adecuado.

6. Evita el aislamiento: La depresión a menudo lleva a la soledad. Esfuérzate por mantener conexiones.

Aprender sobre salud mental es importante porque, por un lado quitamos el estigma que aún acompaña y, por otro, conseguimos diferenciar un momento vital complicado de un trastorno que requiera tratamiento.

✨​La Evolución de los Estilos de Apego a lo Largo de la Vida✨​

María y José han discutido. 

María  tiene apego ansioso y ante el silencio de José, ella lo busca para resolver el problema pero él, que tiene apego evitativo, huye…

Y yo me planteo ¿No será que María se pone ansiosa ante la falta de habilidades para resolver el conflicto de José? ¿Qué habría pasado si José le hubiese dicho que necesita un momento y luego lo hablan? ¿Estaría Maria ansiosa? 

José actúa así  porque ha aprendido  que las cosas no se hablan en casa, se dejaban estar hasta que se pasaba el cabreo…

Vale que se desarrolla en la infancia y ahí es estable pero en la adultez no tiene por qué serlo. Los vínculos y el apego en la adultez se establecen según las habilidades que poseen esas personas para relacionarse.

El apego en la adultez no es estable y se puede cambiar si las dos personas toman conciencia y empiezan a resolver sus conflictos de otra manera.

Incluso ese apego puede variar de una persona a otra según la relación que tengamos.

Pero empecemos por el principio.

¿Qué es el apego?

El concepto de apego, que se origina en la infancia a través de las relaciones con lxs cuidadorxs primarios, es un elemento fundamental en la forma en que interactuamos con el mundo y las personas a lo largo de nuestras vidas. 

A medida que avanzamos en edad y experimentamos diversas relaciones y situaciones, nuestros estilos pueden evolucionar y cambiar, lo que influye profundamente en nuestra salud emocional y nuestras conexiones interpersonales. 

En la Infancia…

Nuestros primeros años de vida son cruciales en la formación de los estilos de apego. Durante este tiempo, desarrollamos una percepción de seguridad o inseguridad en nuestras relaciones con lxs cuidadorxs principales.

Estos primeros vínculos establecen patrones que podrán condicionar nuestro apego en el futuro, pero no lo sentencian.

Apego Seguro

Las criaturas que experimentan un apego seguro se sienten cómodas al explorar el mundo que les rodea y regresan en busca de apoyo emocional cuando lo necesitan.

Esta base segura suele traducirse en relaciones saludables en la adultez, caracterizadas por la confianza, la intimidad y la comunicación abierta.

Apego Ansioso

El apego ansioso se caracteriza por el temor a la separación volverse y buscar constantemente la aprobación y la atención de sus cuidadorxs. En la edad adulta, esto puede manifestarse como una necesidad excesiva de cercanía y miedo al abandono en las relaciones.

Apego Evitativo

Lxs niñxs con un apego evitativo tienden a desarrollar una independencia temprana y pueden mostrar resistencia a depender emocionalmente de lxs demás. Esto puede resultar en relaciones adultas donde evitan la intimidad emocional y pueden ser reacios a compartir sus pensamientos y sentimientos.

¿Puede cambiar?

A medida que ganamos experiencia y madurez emocional, tenemos la capacidad de adaptar nuestros patrones de apego y desarrollar relaciones más satisfactorias.

Sue Johnson es conocida por su trabajo en terapia de pareja y cómo las teorías del apego pueden influir en las relaciones a lo largo de la vida.

Johnson es la creadora del enfoque terapéutico conocido como Terapia de Aceptación y Compromiso (TAC), que se basa en gran medida en la teoría del apego. A través de su trabajo clínico y sus libros, como “Hold Me Tight” (Abrázame Fuerte), Johnson explora cómo las personas pueden mejorar sus relaciones de pareja identificando y atendiendo las necesidades de apego a lo largo de la vida.

Su trabajo se centra en la idea de que las relaciones de apego siguen siendo cruciales en la madurez, y que las personas pueden aprender a comunicarse de manera más efectiva y satisfacer las necesidades de apego de sus parejas, incluso en la edad adulta.

Es decir, el apego y la necesidad de conexión emocional son aspectos fundamentales de las relaciones humanas que pueden evolucionar a lo largo de la vida y que pueden abordarse de manera positiva a través de la terapia de pareja, por ejemplo.

Si bien los estilos de apego tienden a formarse en la infancia, tienen la flexibilidad de cambiar y evolucionar a lo largo de la vida. Tomar conciencia de nuestros patrones de apego y estar dispuestos a trabajar en ellos puede conducir a relaciones más saludables y satisfactorias en la adultez.

La evolución de los estilos de apego es una oportunidad para el crecimiento personal y la mejora de nuestras conexiones emocionales con los demás.

“Siento que voy a volverme loca”

“El primer pensamiento intrusivo que tuve fue creer que podía perder la cabeza y quitarme la ropa en medio de una clase”

¿Qué son los pensamientos intrusivos?

Los pensamientos intrusivos son pensamientos no deseados y repetitivos que surgen en la mente de una persona, a pesar del esfuerzo por evitarlos o eliminarlos.

Estos pensamientos a menudo se sienten inapropiados, perturbadores o inquietantes.

Pueden variar ampliamente en contenido y gravedad, pero lo que tienen en común es que la persona no puede controlarlos, provocan emociones desagradables muy intensas y buscan activamente que desaparezcan.

Los pensamientos intrusivos pueden manifestarse en diversas formas, como imágenes, ideas o impulsos que se repiten en la cabeza de una persona.

Si no se abordan, es posible que lleguen a dominar nuestras vidas por completo. Al concentrar toda nuestra atención en ellos, excluimos la realidad que nos rodea. En este estado, nos vemos impotentes para desviar nuestra atención hacia otras experiencias, ya que estos pensamientos obsesivos ejercen un control abrumador. La rumiación constante de pensamientos puede generar ansiedad, sufrimiento y una sensación de descontrol.

Ejemplos de pensamientos intrusivos

Ya conocemos las caracterísitcas: automáticos, persistentes y desagradables.

Pero ¿cómo sé si lo que tengo es un pensamiento intrusivo? Veamos algunos ejemplos:

Preocupación constante por el futuro

Vernos atrapadxs sobre lo que podría salir mal en el futuro. Estos pensamientos pueden incluir escenarios catastróficos, como perder el trabajo, tener problemas de salud graves o enfrentar desastres financieros.

Rumiar sobre conversaciones pasadas

Uno de los más comunes es tender a revisar conversaciones o interacciones pasadas y preocuparse por si dijeron algo incorrecto o embarazoso. Estos pensamientos intrusivos pueden hacer que la persona se sienta avergonzada o ansiosa incluso después de que la conversación haya terminado.

Pensamientos Violentos o Agresivos

Algunas personas pueden experimentar pensamientos intrusivos relacionados con la violencia. Por ejemplo, pueden tener imágenes mentales de causar daño a otras personas o a sí mismas, a pesar de no tener intenciones reales de hacerlo. Estos pensamientos pueden causar una gran angustia.

Hipocondría

Son todos aquellos relacionados con la salud. Es la preocupación constante por tener una enfermedad grave, a pesar de que los síntomas que experimentan son leves o normales, incluso inexistentes.

Dudas obsesivas

Las dudas obsesivas son pensamientos intrusivos relacionados con la incertidumbre. Por ejemplo, alguien podría obsesionarse con la idea de que dejó la puerta de su casa abierta, incluso si sabe que la cerró con llave. Estas dudas pueden ser tan intensas que la persona siente la necesidad de verificar repetidamente, lo que puede interferir en su vida diaria.

Pensamientos de catástrofe

Otro tipo son los relacionados con una catástrofe. Obsesionarnos con la posibilidad de un tsunami, de que alguien tenga un accidente o de que algo terrible va a ocurrir a un ser querido de forma inmininte. Las imágenes pueden ser tan vívidas que sobrestimamos la probabilidad de que realmente ocurra.

Manejando los Pensamientos Intrusivos

Si experimentas pensamientos intrusivos que te causan malestar, aquí hay algunas estrategias que pueden ayudarte:

Conciencia Plena (Mindfulness)

La práctica de la atención plena puede ayudarte a observar tus pensamientos sin juzgarlos ni reaccionar ante ellos de manera automática. Esto puede ayudarte a distanciarte de los pensamientos intrusivos y reducir su impacto emocional.

Dice Nazaret Castellanos que cuando estamos desocupados nuestra mente tiende a irse a una parte del cerebro que se llama la red neuronal por defecto. Ahí es donde puede pasar todo lo que te puedas imaginar o tu mente traiga en ese momento.

Cuando nos enfocamos en una tarea/actividad ponemos en marcha nuestra corteza prefrontal que es la que pone conciencia, sabe lo que esta haciendo, está presente en ese momento, se da cuenta de lo que pasa a su alrededor y actúa de acuerdo a ello, no a lo que se imagina.

Apoyo Social

Hablar con amistades o familiares de confianza sobre tus pensamientos intrusivos puede ser útil. Muchas veces no hablamos de esos pensamientos por miedo a que otras personas nos juzguen pero, compartir lo que sientes puede aliviar la carga emocional y brindarte una perspectiva diferente. Muchas veces sólo por escucharnos en alto decir lo que pensamos, tomamos conciencia de que no es la realidad.

Considera la Ayuda Profesional

Si los pensamientos intrusivos son abrumadores o interfieren significativamente en tu vida diaria, busca ayuda profesional. La terapia puede proporcionarte orientación y tratamiento personalizado.

✨​Entendiendo los Trastornos de Conducta Alimentaria✨​

Los trastornos de conducta alimentaria son mucho más que simples preocupaciones sobre la comida y la apariencia.

Este conjunto de trastornos afectan a millones de personas en todo el mundo y pueden tener efectos profundos en la salud física y mental. En este artículo, exploraremos los trastornos de conducta alimentaria desde una perspectiva más profunda, arrojando luz sobre sus causas, síntomas y la importancia de la comprensión y el apoyo.

Causas y Factores Desencadenantes

Los trastornos de conducta alimentaria están influenciados por una variedad de factores, que van desde la genética y la biología hasta la cultura y el entorno social.

Los problemas emocionales y psicológicos también pueden desempeñar un papel crucial. Es importante recordar que estos trastornos no son simplemente “caprichos” o elecciones personales… Son síntoma de problemas más profundos.

Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son condiciones complejas y multifactoriales que resultan de la interacción entre varios factores biológicos, psicológicos y socioculturales. Aunque no existe una causa única y definitiva para los TCA, la investigación científica ha identificado varios factores que pueden contribuir al desarrollo de estas condiciones.

Algunas de las causas investigadas incluyen:

Factores Genéticos y Biológicos

Se ha observado una predisposición genética a los TCA, lo que significa que las personas con antecedentes familiares de estos trastornos podrían tener un mayor riesgo de desarrollarlos. Además, los desequilibrios químicos en el cerebro, incluidos neurotransmisores como la serotonina y la dopamina, pueden influir en la regulación del apetito, el estado de ánimo y la impulsividad, lo que a su vez podría estar relacionado con los TCA.

Factores Psicológicos y Emocionales

Problemas de autoestima, perfeccionismo, ansiedad, depresión y baja tolerancia a la angustia son factores psicológicos que se han relacionado con los TCA. Las personas que enfrentan estas dificultades emocionales pueden recurrir a la alimentación o la restricción como una forma de lidiar e intentar controlar sus emociones.

Factores Socioculturales

La presión cultural para cumplir con ciertos estándares de belleza y peso puede tener un impacto significativo en el desarrollo de TCA, especialmente en las personas que son más susceptibles a las influencias externas. Los medios de comunicación, la publicidad y las redes sociales pueden contribuir a la promoción de imágenes corporales poco realistas.

Historial de Dietas Restrictivas

Las dietas restrictivas o la participación en regímenes extremadamente bajos en calorías pueden desencadenar TCA, ya que estas restricciones pueden llevar a un aumento de la obsesión por la comida y a la posibilidad de episodios de atracón.

Historias de Trauma o Abuso

Experiencias traumáticas, como el abuso físico, emocional o sexual, pueden contribuir al desarrollo de TCA. El trastorno puede utilizarse como una forma de controlar o distanciarse de los sentimientos relacionados con el trauma.

Cambios en la Pubertad y la Adolescencia

Los cambios hormonales que ocurren durante la pubertad pueden desempeñar un papel en el desarrollo de TCA, ya que pueden afectar la percepción de la imagen corporal y la regulación del apetito.

Comorbilidad con Otros Trastornos de Salud Mental

Los TCA a menudo se presentan junto con otros trastornos de salud mental, como la depresión, la ansiedad y los trastornos de personalidad

Es importante destacar que los trastornos de la conducta alimentaria son resultado de una interacción compleja de estos y otros factores, y las causas exactas pueden variar en cada individuo. La comprensión científica de los TCA sigue evolucionando a medida que se realizan más investigaciones y se profundiza en las complejidades de estos trastornos.

Síntomas y Señales de Trastornos de la Conducta Alimentaria

Reconocer los síntomas de los trastornos de conducta alimentaria puede ser un desafío, ya que a menudo se manifiestan de manera sutil. Desde la anorexia hasta la bulimia y el trastorno por atracón, cada trastorno tiene sus propios signos característicos. Estos pueden incluir cambios drásticos en el peso corporal, obsesión por la comida y la apariencia, evitación de comidas sociales y comportamientos compulsivos relacionados con la comida.

Algunas Consecuencias de los TCAs

Problemas de Salud Física

Los cambios en la dieta, las restricciones, las conductas compensatorias… pueden tener consecuencias en nuestro cuerpo como por ejemplo problemas cardiovasculares, osteoporosis, diabetes, deterioro en el sistema inmunológico, problemas gastrointestinales, alteraciones endocrinas por nombrar sólo algunas..

Problemas de Salud Mental

La depresión, la ansiedad y otros trastornos de salud mental son comórbidos con los trastornos de la conducta alimentaria.

Aislamiento Social

La preocupación constante por la comida y la imagen corporal puede llevar al aislamiento social y a dificultades en las relaciones interpersonales.

Deterioro de la Calidad de Vida

Muy relacionado con lo anterior y con la evitación de ir a ciertos lugares o estar con personas que impliquen comer disminuye el disfrute y, por lo tanto, la calidad de vida de la persona con trastornos de la conducta alimentaria.

Impacto en la Autoestima

La insatisfacción con la imagen corporal y la cantidad de distorsiones cognitivas puede afectar a la autoestima de la persona en su conjunto, sintiéndose poco válida en ámbitos que, en principio, no se relacionan con el aspecto.

La Importancia del Apoyo y la Comunicación

Para quienes luchan con trastornos de conducta alimentaria, el aislamiento y la vergüenza pueden ser desafíos abrumadores. Aquí es donde el apoyo y la comunicación juegan un papel crucial. Amigos, familiares y profesionales de la salud pueden proporcionar un sistema de apoyo vital, brindando comprensión y aliento en el camino hacia la recuperación.

Promoviendo la Conciencia y la Educación sobre los Trastornos de la Conducta Alimentaria

La conciencia y la educación son fundamentales para abordar los trastornos de conducta alimentaria. Al comprender que estos trastornos son enfermedades complejas, podemos reducir el estigma y fomentar entornos de apoyo. Además, es esencial promover la educación sobre la prevención y la detección temprana en las comunidades, escuelas y hogares.

Los trastornos de conducta alimentaria son un recordatorio poderoso de la complejidad de la mente humana y la influencia de diversos factores en nuestra relación con la comida y la imagen corporal. Al mirar más allá de la superficie y abordar las causas subyacentes, podemos construir una base más sólida para la comprensión, la empatía y el apoyo necesario para la recuperación. Recuerda, nunca estás solx en esta lucha, y la búsqueda de ayuda es un paso valiente hacia una vida más saludable y equilibrada.

¿Se cura la ansiedad?

Yo estuve mal, muy mal.

Desde que recuerdo he tenido ansiedad. El primer ataque de pánico me dio con 9 años. Tardaron casi 10 en diagnosticarme.

A partir de ahí he tenido momento mejores y peores, desarrollando una agorafobia feroz por la que no conseguía salir ni al salón de la casa de mis padres.

Dejé de conducir, trabajar, salir, estar con amigxs… No podía ver ciertas series o películas, por si aparecía aquello que temía. Toda mi vida se redujo a mi habitación.

Esto, evidentemente, me “generó” una depresión.

Tras mucho apoyo, terapia y trabajo por mi parte comencé a salir de esa situación poco a poco. 

Cada vez que hacía algo tenía que saber exactamente por dónde íbamos a ir, dónde íbamos a estar. Necesitaba saber en qué lugar nos sentaríamos en un bar, por ejemplo.

Esto hacía que no me sintiera cómoda yendo con personas que no sabían lo que me pasaba (que eran casi todas).

Había calles por las que no pasaba, transportes que no cogía, horas en las que no salía. Estuve AÑOS sin ir a una tienda.

Absolutamente toda mi vida estaba controlada por la ansiedad. Para evitarla, más bien.

Esto lo cuento como contexto para que podáis llegar a entender el punto de inicio y el camino recorrido.

Hoy puedo decir que estoy bien. Es cierto que aún me quedan cosillas que trabajar como montarme en avión o ir a la playa, pero nada que me impida hacer una vida completamente “normal”.

Y es que ser “normal” (sin que serlo exista) es a lo que aspiramos cuando estamos muy mal. (Siempre pensaba en lo que se esfuerza la gente por escapar de lo común, y, en cambio, cuando se está fuera… Pero bueno, eso ya es filosofía.)

Pero ahora…

A lo que voy es que ahora mismo voy donde quiero, no sólo donde puedo. Que cuando digo “me da igual” a un plan, es porque de verdad me da lo mismo. Porque antes, tenía que ingeniármelas para que el grupo fuera donde yo estuviera más o menos cómoda.

Viajo, voy al cine, puedo ir de compras (no es que me encante, pero…), hago fila para pagar.

Con mucho trabajo toda esa anticipación ha desaparecido, lo que me ha dado una paz mental que no sé ni cómo explicar.

Al principio fue curioso porque mi mente no sabía qué hacer. Es decir, yo solo había vivido con un discurso interno repetitivo e intenso. Cuando esa voz se calló tuve que reeducar a mi mente a pensar en otras cosas. Cosas que me fueran útiles. Antes no tenía tiempo.

Noto que me concentro mejor, que tengo más imaginación (o al menos la enfoco mucho mejor), que estoy más pendiente de las personas que me rodean. Porque sí, los trastornos emocionales son terriblemente egocéntricos.

No he conseguido llegar al silencio mental (eso lo dejo para los budas) pero sí que soy yo quien controla ese flujo, y no al revés.

Me cuesta volver a esa etapa de mi vida aunque sea en recuerdo, pero me pidieron que lo compartiera para hacerte saber que hay luz. 

En serio, por muy mal que te encuentres ahora, por muchas terapias inútiles que hayas empezado, sigue buscando hasta dar con la tecla.

Merece la alegría.

Te lo aseguro.

✨ Estoy siempre preocupada✨ 

“Cuando algo me preocupa, no consigo dejar de pensar en ello. Le doy vueltas y más vueltas, imaginando todo lo que podría salir mal. Una vez esa situación se resuelve, bien porque el tiempo pasa o porque yo hago algo para que así sea, comienzo con una nueva preocupación. Es como un modo de vida que me hace muy infeliz pero que no puedo evitar”

¿Esto te suena?

La ansiedad es una emoción natural que todo el mundo experimentamos en ciertas situaciones. Sin embargo, cuando esta emoción se vuelve abrumadora y persistente, podría ser un signo de un trastorno de ansiedad, como la ansiedad generalizada (TAG). El TAG es una condición mental común que afecta a millones de personas en todo el mundo.

Este dato es importante saberlo porque a veces pensamos que las cosas nos ocurren sólo a nosotras… y no.

Causas de la Ansiedad Generalizada

El origen exacto de la ansiedad generalizada no se debe a una sola causa, sino más bien a una combinación de factores biológicos, psicológicos y ambientales. Algunas de las causas que se han identificado incluyen:

Factores Genéticos y Biológicos

Investigaciones sugieren que la predisposición genética juega un papel en la vulnerabilidad a desarrollar TAG. Las personas con antecedentes familiares de trastornos de ansiedad tienen una mayor probabilidad de experimentar ansiedad generalizada en algún momento de sus vidas. Además, desequilibrios en neurotransmisores como la serotonina y la noradrenalina pueden contribuir al desarrollo del TAG.

Factores Ambientales y Experiencias de Vida

Experiencias de vida estresantes, como traumas, abusos o eventos traumáticos, pueden desencadenar el inicio del TAG en individuos predispuestos. También, las condiciones ambientales en la niñez, como un entorno familiar disfuncional o una educación sobreprotectora, podrían aumentar el riesgo de desarrollar ansiedad generalizada en la edad adulta.

Síntomas de la Ansiedad Generalizada

Los síntomas del TAG pueden ser angustiantes y pueden interferir significativamente en la vida cotidiana de una persona. Los síntomas más comunes incluyen:

Preocupación Excesiva

Las personas con TAG suelen experimentar una preocupación crónica e intensa sobre diversas áreas de su vida, como el trabajo, la salud, las relaciones y el futuro. Esta preocupación es difícil de controlar y puede ir acompañada de pensamientos catastróficos.

Inquietud y Agitación

La inquietud física y mental es un síntoma característico del TAG. Las personas pueden sentirse tensas, inquietas e incapaces de relajarse. Esto puede manifestarse en síntomas físicos como temblores, sudoración y dificultad para concentrarse.

Síntomas Físicos

El TAG a menudo se presenta con síntomas físicos, como palpitaciones, molestias estomacales, dolores de cabeza y tensión muscular. Estos síntomas son el resultado de la respuesta del cuerpo al estrés crónico.

Factores de Mantenimiento del TAG

Los síntomas del TAG pueden persistir y empeorar debido a ciertos factores de mantenimiento. Estos factores pueden atrapar a las personas en un ciclo de ansiedad constante. Algunos de los factores de mantenimiento incluyen:

Evitación de la Ansiedad

Las personas con TAG a menudo tienden a evitar situaciones que les generen ansiedad. A corto plazo, esto puede brindar alivio, pero a largo plazo refuerza la creencia de que la situación es peligrosa. La evitación perpetúa el ciclo de ansiedad porque no comprobamos que nuestros pensamientos no son reales.

Distorsiones cognitivas

Las personas con TAG suelen tener patrones pronunciados de distorsiones cognitivas, o como lo llamamos por aquí: la Dramaqueen a un volumen altísimo y constante. Estos son pensamientos que no se adecuan a la realidad, anticipando lo peor en cualquier situación. Estos pensamientos negativos aumentan la ansiedad y dificultan la búsqueda de soluciones realistas.

Hiperfocalización en la Ansiedad

La atención constante en los síntomas de ansiedad puede amplificar la percepción de peligro y malestar. La hiperfocalización en la ansiedad dificulta la desconexión de los síntomas y el retorno a una sensación de calma.

Falta de Estrategias de Afrontamiento Efectivas

La falta de habilidades de afrontamiento adecuadas puede mantener la ansiedad. Las personas que carecen de estrategias para manejar el estrés y la ansiedad pueden sentirse impotentes ante los síntomas y las situaciones estresantes.

La ansiedad generalizada es un trastorno complejo que involucra una interacción de causas biológicas, psicológicas y ambientales. Comprender las causas subyacentes, los síntomas y los factores de mantenimiento es esencial para abordar eficazmente el TAG.

Si tú o alguien que conoces está lidiando con ansiedad generalizada, es importante buscar ayuda profesional. Recuerda que el tratamiento adecuado y el apoyo adecuado pueden marcar la diferencia en la vida de quienes sufren de ansiedad generalizada.

Aprender a Desaprender

El aprendizaje es un proceso fascinante que impulsa nuestro crecimiento personal y profesional. A medida que adquirimos nuevas habilidades y conocimientos, nuestros cerebros se convierten en un escenario de cambios asombrosos. 

Sin embargo, también hemos experimentado la frustrante sensación de que ciertos hábitos o creencias profundamente arraigados son difíciles de deshacer. ¿Por qué es tan complicado revertir lo que hemos aprendido? Vamos a explorar el mecanismo neuronal detrás del aprendizaje y entender por qué algunos patrones son tan resistentes al cambio.

¿Cómo aprendemos?

El proceso de aprendizaje comienza con la comunicación entre las neuronas en nuestro cerebro. Cuando experimentamos algo nuevo, las neuronas se conectan y forman sinapsis, que son las conexiones intercelulares a través de las cuales la información fluye. Estas sinapsis se fortalecen o debilitan en función de la repetición y la relevancia de la experiencia. Aquí es donde entra en juego la plasticidad sináptica, que permite que las conexiones neuronales se modifiquen en función de la experiencia.

Persistencia del Aprendizaje

Una vez que hemos aprendido algo, el cerebro construye un camino neural sólido para esa información. Estos caminos se vuelven más resistentes con el tiempo, lo que explica por qué es difícil deshacer lo que hemos aprendido. Imagina estos caminos como senderos trazados en un bosque: cuanto más se camina por un sendero, más marcado y difícil de cambiar se vuelve.

Reforzamiento y Emoción

El refuerzo juega un papel esencial en la consolidación del aprendizaje. Cuando experimentamos una recompensa o un resultado positivo como resultado de una acción específica, nuestro cerebro refuerza las conexiones sinápticas relacionadas con esa acción. Del mismo modo, las experiencias emocionales también influyen en la persistencia del conocimiento. Las lecciones aprendidas en momentos emocionales tienden a quedarse grabadas más profundamente en nuestro cerebro, lo que dificulta su eliminación.

Inercia Cognitiva

Se refiere a la tendencia humana a aferrarse a patrones de pensamiento, creencias y hábitos establecidos, incluso cuando ya no son beneficiosos o apropiados. Esta resistencia al cambio cognitivo puede dificultar la adopción de nuevas ideas, la adaptación a situaciones cambiantes o la modificación de comportamientos arraigados. Se produce por varias razones psicológicas y neurológicas:

Eficiencia Mental

 Nuestros cerebros buscan la eficiencia y la conservación de energía. Una vez que hemos aprendido una forma de hacer algo, es más fácil y rápido seguir haciéndolo de la misma manera, ya que requiere menos esfuerzo mental que aprender algo nuevo o cambiar un hábito.

Confort y Familiaridad

Las personas tienden a sentirse cómodas con lo que ya conocen y con lo que es familiar. La novedad y lo desconocido pueden generar ansiedad, por lo que la inercia cognitiva actúa como una especie de “zona de confort” que nos protege de la incertidumbre.

Consistencia y Coherencia

Las personas tienen un deseo natural de mantener la coherencia en sus creencias y acciones. Cambiar de opinión o comportamiento puede percibirse como una amenaza a la coherencia personal, lo que lleva a la resistencia al cambio.

Coste de Oportunidad

Cambiar de dirección o adquirir nuevas habilidades puede requerir una inversión significativa de tiempo, esfuerzo y recursos. La inercia cognitiva puede surgir cuando la percepción del costo de oportunidad supera los posibles beneficios de cambiar.

Influencia Social del Aprendizaje

 Nuestro entorno y las personas que nos rodean pueden influir en nuestras creencias y comportamientos. La conformidad social puede mantenernos en patrones establecidos, incluso si no se ajustan a nuestras necesidades o metas individuales.

Sesgos Cognitivos

Los sesgos cognitivos, como la aversión a la pérdida o la aversión al riesgo, pueden llevar a mantener comportamientos o creencias que no son racionales desde una perspectiva objetiva.

Recompensa y Refuerzo Pasado

Si en el pasado hemos experimentado recompensas o resultados positivos relacionados con un patrón de pensamiento o comportamiento específico, es más probable que mantengamos esa conducta, incluso si ya no es adecuada en el presente.

La inercia cognitiva puede ser beneficiosa en ciertas situaciones, ya que permite la automatización de tareas cotidianas y la conservación de energía mental. Sin embargo, también puede ser un obstáculo cuando se trata de adaptarse a nuevos desafíos, aprender nuevas habilidades o cuestionar creencias obsoletas. Reconocer la inercia cognitiva y desarrollar la capacidad de superarla es fundamental para el crecimiento personal y la toma de decisiones informadas.

Adaptación al Cambio

Si bien puede parecer que deshacer lo aprendido es una tarea monumental, nuestro cerebro es sorprendentemente adaptable. La neuroplasticidad, la capacidad del cerebro para cambiar y reorganizarse, persiste a lo largo de toda la vida. Al exponernos a nuevas experiencias y enfoques, podemos crear nuevos senderos neuronales y debilitar las conexiones existentes.

El mecanismo neuronal del aprendizaje y la persistencia del conocimiento es un campo en constante exploración. A medida que comprendemos mejor cómo nuestro cerebro adquiere y retiene información, también podemos desarrollar estrategias para deshacer lo que ya hemos aprendido. Aunque desafiar la inercia cognitiva y reconfigurar las conexiones neuronales puede ser un desafío, la plasticidad cerebral nos brinda la esperanza y la oportunidad de seguir creciendo y evolucionando a lo largo de nuestras vidas.

✨ Mi hija, el móvil y su abuelo: Crianza y Familia Política✨ 

Mi pareja y yo tomamos la decisión de que mi hija sólo tendría móvil a partir de los 12 años (no es que sea la mejor edad, es que creemos que no podíamos alargarlo más).

Evidentemente, ella empezó a pedirlo desde mucho antes.

En su 10 cumpleaños su abuelo, mi suegro, apareció con un móvil de regalo.

La niña, loca de contenta, lo abrió enseguida… ¿Cómo decirle ahora que no podía usarlo? ¿Cómo abordar ese tema con mi suegro cuando sabía perfectamente nuestra opinión al respecto?

Establecer límites con la familia política respecto a la crianza puede ser un proceso delicado, pero esencial para mantener una relación sana y equilibrada. Aquí hay algunos pasos que pueden ayudarte a establecer límites de manera efectiva:

Reflexiona sobre tus propios límites 

 Antes de hablar con tu familia política, tómate un tiempo para reflexionar sobre tus propias necesidades y expectativas. Define qué aspectos de tu vida y crianza de hijxs son líneas rojas y cuáles no. Establece prioridades. Identifica cuáles son los aspectos más importantes en los que deseas establecer límites con tu familia política. En este punto es bueno pensar el terreno en el que nos permitimos ceder y cuál no.

Habla con tu pareja

Antes de tomar decisiones sobre los límites, habla con tu pareja y asegúrate de que ambas partes estéis en la misma página. No sirve de nada que tú establezcas un límite que no es importante para él/ella. La comunicación entre la pareja es esencial para tener una posición unificada y respaldarse mutuamente. 

Son sus padres, no los tuyos.

Lo ideal es que sea tu pareja quien hable con su familia y ponga los límites (ya te encargarás tú de tu parte). Aún así, es importante que tú estés para apoyar lo que tenéis acordado y que sepan que es una decisión estable.

Habla con claridad

Cuando sea el momento de hablar con tu familia política, hazlo con claridad y con mensajes directos. Expresa tus necesidades y deseos de manera respetuosa pero firme. Evita rodeos o ambigüedades. La asertividad puede ayudarte para mantener aquello que quieras decir sin que las emociones del momento te hagan cambiar.

Escucha sus perspectivas

Permíteles expresar sus puntos de vista y preocupaciones. Escuchar activamente los ayudará a sentirse respetados y podría facilitar la comprensión mutua. En mi caso, con el móvil, mi suegro nos estuvo contando que él de niño tuvo muchas carencias y que no quería que su nieta pasara por eso. Que el poder hacerlo por ella, le hacía inmensamente feliz (tampoco pudo hacerlo con sus hijos). De esa forma entendemos los porqués y no atribuímos los actos a que ignoran nuestras directrices o que no nos toman en serio.

¡Ojo! Comprender el motivo no significa que vayamos a mover nuestro límite si este es firme, pero seguro que vamos a responder ante su comportamiento de otra manera.

Aprender a ceder y negociar

Gracias a que sabemos cuáles son nuestras prioridades, podemos ceder en otros aspectos. Por ejemplo, no cedo en que tome chucherías, pero puedo ceder en que se acueste un poco más tarde cuando está con sus primas (si es que esas son las cosas importantes para mí).

Ser demasiado rígidx no va a permitir que lleguemos a consensos, pudiendo peligrar los límites realmente básicos en tu forma de educar.

Establece límites específicos

Proporciona ejemplos concretos de los límites que deseas establecer. Por ejemplo, si deseas que respeten tu decisión sobre cómo criar a tus hijos, deja claro cuáles son tus enfoques y qué temas no deseas que discutan. 

Es una buena idea también hacer ver que existen ciertas consecuencias, no como amenaza, si no como respuesta a lo que se haga.

Usa técnicas asertivas

Mantén la calma y el respeto: Es probable que haya momentos de tensión durante estas conversaciones. Mantén la calma y evita confrontaciones emocionales. Respeta sus opiniones, incluso si no estás de acuerdo.

Constancia

Una vez que hayas establecido los límites, mantén la consistencia. No te sientas culpable por mantener tus límites y asegúrate de que todo el mundo que esté involucrado los respeten. 

Reconoce el progreso y los esfuerzos

Si notas que tu familia política respeta tus límites, agradece su comprensión y aprecio. Reconocer el progreso los motivará a continuar respetando tus necesidades.

Acepta que tomará tiempo

Cambiar dinámicas familiares y establecer límites puede llevar tiempo. Sé paciente y sigue trabajando en fortalecer las relaciones mientras estableces límites adecuados.

Recuerda que establecer límites no significa cortar lazos con la familia política, sino encontrar un equilibrio saludable para mantener una relación armoniosa y respetuosa entre ambas partes.

Si necesitas saber más sobre el tema o crees que hay situaciones para las que necesitas ayuda ¡no dudes en pedir información sobre las terapias que ofrecemos!

Soy una olla a presión

Las explosiones emocionales son expresiones muy intensas de sentimientos.

Esto, en sí, no es malo, pero puede llegar a serlo cuando existe cierto descontrol, haciendo o diciendo cosas de las que luego nos arrepentimos.

Las emociones son una parte esencial de la experiencia humana. Nos permiten expresar nuestras alegrías, tristezas, miedos y enfados… Sin embargo, hay ocasiones en las que estas emociones pueden tornarse abrumadoras y manifestarse en explosiones emocionales, generando conflictos en nuestras relaciones y dificultando nuestro bienestar. En este post, exploraremos diversas estrategias para aprender a controlar estas explosiones emocionales y cultivar una vida más equilibrada y saludable.

Comprender las emociones y su propósito

Las emociones son respuestas automáticas a estímulos internos o externos y tienen un objetivo adaptativo. Todas. Las que nos son agradables y las que no nos lo son tanto.

Por ejemplo, el miedo nos alerta de peligros potenciales, mientras que la ira nos impulsa a establecer límites y proteger nuestros derechos. Al entender que todas las emociones son válidas y tienen un propósito, podemos empezar a trabajar con ellas de manera más constructiva.

Practica la autoconciencia emocional

La autoconciencia emocional es la habilidad de reconocer y comprender nuestras propias emociones, así como ser conscientes de cómo esas emociones influyen en nuestro pensamiento, comportamiento y toma de decisiones. Implica estar en sintonía con nuestras experiencias emocionales internas y tener una comprensión clara de lo que sentimos en diferentes situaciones.

Esta habilidad va más allá de identificar las emociones básicas, como la tristeza, la alegría o la ira. La autoconciencia emocional nos permite reconocer emociones más complejas y sutiles, como la frustración, la ansiedad, la vergüenza o la gratitud. También implica entender la causa y el origen de nuestras emociones, así como cómo estas pueden ser influenciadas por nuestras experiencias pasadas, creencias y valores.

Es un componente fundamental de la inteligencia emocional, que es la capacidad de reconocer, comprender y gestionar tanto nuestras emociones como empatizar con las de lxs demás de manera efectiva. Al desarrollar esta habilidad, podemos tener un mayor control sobre nuestras respuestas emocionales y tomar decisiones más informadas y equilibradas en diferentes situaciones.

La autoconciencia emocional se puede desarrollar a través de la práctica y el autoreflejo. Algunas técnicas útiles incluyen llevar un diario emocional, practicar la meditación y el mindfulness, y estar atentxs a nuestras reacciones emocionales en diferentes situaciones.

Identifica los desencadenantes de las explosiones emocionales

Una vez que somos conscientes de nuestras emociones, es esencial identificar los desencadenantes que provocan nuestras explosiones emocionales. Estos pueden ser situaciones específicas, personas, pensamientos o recuerdos que evocan respuestas emocionales intensas. Al reconocer estos desencadenantes, podemos desarrollar estrategias para enfrentarlos de manera más controlada.

Aprende técnicas de autorregulación emocional

El estrés puede ser un catalizador para las explosiones emocionales. Aprender técnicas efectivas para manejar el estrés es fundamental para mantener la calma en situaciones difíciles. 

Nuestras emociones son como tener una olla con leche al fuego.

La leche se va calentando, pero cuando llega al punto de ebullición se derrama. La idea es saber en qué momento “quitar el cazo del fuego”. 

A esto se le llama autorregulación emocional. La autorregulación emocional es la capacidad de controlar nuestras emociones y comportamientos impulsivos.  ¡Ojo! No evitarlo, ni esconderlos, controlarlos. 

Cuando experimentamos una emoción intensa, es útil tomarnos un breve descanso para calmarnos antes de reaccionar porque una vez derramada la leche… sólo podemos limpiar el estropicio.

La práctica de ejercicios físicos, la respiración profunda, la relajación muscular progresiva y la atención plena son algunas de las estrategias que pueden ayudarnos a reducir el estrés y aumentar nuestra resiliencia emocional.

Es un proceso…

El proceso de aprender a controlar las explosiones emocionales puede llevar tiempo y esfuerzo. Es fundamental cultivar la paciencia y ser compasivos con nosotrxs mismxs durante este proceso. Aceptar que somos seres humanos y que todos experimentamos emociones intensas en ciertas ocasiones nos permite enfrentar nuestros desafíos emocionales sin juicio ni culpa.

Si nadie nos ha enseñado cómo gestionar lo que nos ocurre, es más difícil que lo aprendamos de un día para otro.

Buscar apoyo y ayuda profesional

Si las explosiones emocionales están afectando significativamente nuestra vida cotidiana y relaciones, es importante buscar apoyo y ayuda profesional. La terapia psicológica puede ser una herramienta valiosa para explorar las causas subyacentes de estas explosiones emocionales y aprender estrategias adicionales para manejarlas de manera efectiva.