✨ Duelo y Navidad✨ 

La Navidad puede ser un tiempo grato para algun@s, pero también fuente de sufrimiento para otr@s.

Cuando era pequeña me encantaba y me disgustaba la Navidad casi a partes iguales.

 Me encantaba porque mis padres hacían verdadera magia:

Adoraba poner el Belén con mi padre, ir a la cabalgata con mi madre con su poncho con bolsillos enormes y una bolsa de plástico para coger caramelos.

La ilusión y nervios por cuándo vendrían los Reyes a darnos un beso y ver si estábamos dormidos (nos costaba a mi hermano y a mí un horror) y por los caramelos que nos dejarían en los zapatos… 

Por otro lado pensaba en mis abuelos, sobre todo los paternos porque tuve más contacto aunque no el que me hubiera gustado. 

Mis padres optaron por vivir una vida que les alejaba de sus familias y la Navidad se celebraba con gente a la mesa que normalmente estaba pasando por alguna situación personal muy dura. 

Siempre me preguntaba porqué no podía estar con mis abuelos y mis primas a las que adoraba y abrir mi regalo de Papá Noel cuando lo hacían ellas.

Con el paso de los años mi abuelo cayó enfermo y mi padre decidió que ya sí era momento de empezar a cambiar cosas y empezamos a pasar Nochebuena con mi familia paterna y con la materna Fin de Año.

A mis casi 40 palos, debo contaros que el paso del tiempo y el transcurrir de la vida, ha hecho que en esa mesa falte gente que quiero y me importa. Mi abuelo, mi tío Hernán y mi hija. Recuerdo cuando murió Inés el 15 de octubre y a finales de noviembre ser consciente de lo que se me venía encima. Navidad, niños, familia, unión, cabalgatas, regalos…como comprenderéis no tenía ganas de absolutamente nada, ni cuerpo, ni mente. Estaba rota, me mirases por donde me mirases. Lloraba, todo el rato, en cualquier parte donde me pillara la ola de tristeza y vacío que sentía al principio muy a menudo y que me dejaba hecha trizas, otra vez. 

¿Cómo gestionar el duelo en Navidad?

Casualidades de la vida llegó a mis manos una charla de Alba Payás, donde se hacían algunas recomendaciones para gestionar el proceso de duelo en estas fechas:

– Afrontar el dolor y transitarlo.

– Rodearse de quienes nos hacían sentir más segur@s y arropad@s.

– Hacer algo para tener a tu ser querido presente desde el amor y gratitud como un brindis.

La verdad que al principio todo eso se me antojaba imposible. Por eso, tómate tu tiempo y pregúntate qué necesitas tú.

En mi caso, intenté responderme a:

¿Que necesito en este momento?

¿Que me ayudaría?

¿Que energía tengo?

¿Que me resultaría menos doloroso?

Teniendo todo esto en cuenta empecé a cavilar y dar respuesta a todas esas preguntas y al final decidí (esta es la solución que encontré donde yo me sentía cómoda, cada persona tiene una diferente y es un trabajo muy personal):

– Hacer un árbol de navidad con fotos de la gente que era importante para mí.

– Poner un altar donde poder cada día una vela y mantenerla encendida para hacerla presente.

– Hacer un donativo para recordar que su paso por mi vida lejos de ser una tormenta, era puro amor y eso se tenía que traducir en hacer algo bueno por los demás en su nombre.

Reuniones familiares y Navidad

La obligación que sentimos de juntarnos en fiestas puede resultarnos muy estresante. En las familias siempre hay gente que te cae más en gracia y otra que para ti tiene la gracia donde las avispas. Así que os quiero contar qué os puede ayudar para lidiar con ello:

– Pregúntate qué motivos tienes para asistir. Quienes son verdaderamente importantes para ti.

– Siéntate cerca de la gente con quién quieres compartir y conversar.

– Ponte límite de tiempo para regresar si no es un evento donde te sientas cómod@.

– Promueve conversaciones sobre temas que te resulten cómodos y agradables.

– Prepara respuestas asertivas para comentarios desafortunados o hirientes si sabes que tienen probabilidad de darse.

– Date permiso si este año no te sientes con fuerzas de ir y afrontar todo lo que supone. 

La Navidad significa nacimiento, y aunque no soy practicante, mis valores sí son judeo-cristianos. Lo que me transmitieron mis padres es que es un tiempo que puede servir para re-nacer, para plantearte que tienes la opción de poder cambiar comportamientos, de hacerlas de forma diferente para que puedan pasar cosas distintas, de que la vida nos pasa pero existe esperanza y espacio y posibilidad para el cambio a bien, si así lo decidimos.

Para hacer de la ausencia y dolor, presencia y nostalgia.

Para hacer de las rencillas y la intencionalidad, perdón.

Para poner límites y decir ya no más a cosas que llevamos años pasando por el aro porque nos han impuesto que así tiene que ser.

✨ Cómo conocer gente nueva✨ 

Está demostrado que las personas que cuentan con una red social en la que se sienten integradas tienen menos probabilidad de sufrir ciertos trastornos psicológicos. y que su satisfacción vital es más alta, que se sienten más felices, vaya.

No creo que a nadie le pille por sorpresa.

Tener amig@s es saludable a muchísimos niveles, nos completa y nos deja ese espacio en el que podemos ser u estar sin las limitaciones sociales que se nos imponen en otros ámbitos.

Pero… ¿cómo encontrar y mantener un grupo de amistades en la adultez?

Llegamos a cierta edad en la que cada vez se hace más difícil ver a nuestro grupo de siempre.

Puede ser por dos motivos:

  • Lejanía física: En muchas ocasiones la razón es que cada cual se va a trabajar a ciudades diferentes. En estos lugares podemos no conocer a nadie y, aunque tengamos un grupo en nuestro lugar de origen, no lo tenemos para hacer planes de forma habitual.
  • Ya no existe esa conexión: Las personas crecen y cambian. Es lícito. Pero ¿qué pasa cuando esos cambios se producen en sentidos opuestos? Terminamos por alejarnos de esa persona. Ya sea porque no nos queda nada en común o porque hemos evolucionado de forma diferente.

Sea la razón que sea, nos encontramos como adult@s, en ciudades nuevas, empezando de 0 a nivel social.

Si en el trabajo se da la circunstancia de que la gente es apañá, fenomenal, pero por norma general son personas que ya tienen su vida, sus círculos y que no están muy por la labor de incluirnos en sus planes. O simplemente puede que no tengamos en nada en común. 

El caso es que durante toda la vida nos hemos relacionado con las personas que se nos han ido poniendo por delante, esto es, la gente del colegio, de la misma calle, de las extraescolares, de la universidad… Pero ¿cómo lo hago ahora?

Este post no pretende darte una lista de sitios a los que ir o páginas web a las que apuntarte, porque imagino que eso ya lo sabrás.

A veces, no conocer gente no depende tanto de que no sepamos dónde están sino de cómo acercarnos a las mismas y con ese cómo me refiero a la disposición emocional con la que lo hago.

Veamos algunas de las cosas que podemos cambiar a nivel psicológico para conocer (de forma efectiva) gente nueva.

Mente abierta. 

Estamos de acuerdo que cuanto mayores nos hacemos nos volvemos más “tiquismiquis”. Con 16 años todo el mundo te venía bien. Pero ahora… Es algo genial pero tenemos que saber cuáles son las líneas rojas y no dejar que estas nos impidan conocer personas maravillosas. Es decir, diferenciar aquellas cosas esenciales para tener una relación de amistad de las que simplemente no nos agradan del todo.

Haz cosas que te gusten (aunque sea sol@)

Ve al teatro, apúntate a senderismo, empieza en un grupo de lectura… Haz aquello que te gusta. Es una forma de disfrutar pero también de conocer gente con tus mismos intereses. Si no tienes la costumbre de hacer estas cosas sin compañía, al principio, puede resultarte raro, pero una vez empiezas llegas a cogerle el tranquillo y a darte cuenta que hay mucha gente como tú.

No compares

Las personas que vas a conocer no van a parecerse a ese grupo con el que te juntaste cuando tenías 20 años. Tú tampoco eres quien eras. Ir comparando todo el rato lo que hacías y lo haces nos hace vivir en el pasado en lugar de disfrutar del presente.

Da el primer paso

La primera semana en mi anterior trabajo comía sola. Me daba mucho coraje que nadie me dijese de ir a comer con ell@s. Hasta que pensé que nadie me debía nada y que solo yo tenía la capacidad de salir de donde estaba. Me acerqué a la compañera que veía más de mi “rollo” y le dije que me avisara cuando saliera a comer. Me dijo que sí aunque podría haber dicho que no, pero por el miedo al no me hubiese perdido una de las personas más maravillosas que conozco a día de hoy.

Hay que echarle cara al asunto. 

Acéptate (y acepta a las personas que te rodean)

A veces es nuestra inseguridad la que no nos permite abrirnos a otras personas. Cuando nos aceptamos nos validamos y no dependemos de la inclusión o rechazo de quien nos rodea.

Esto nos da muchísimo poder, porque no dejamos que sean las circunstancias las que nos unan a las personas si no las decisiones que tomamos y la conexión que sentimos.

✨ Derechos Asertivos ✨

La asertividad es la habilidad de expresar nuestras necesidades de forma clara y empática.

No todo el mundo sabe cómo hacerlo pero ¡tranqui! como todo, puede aprenderse.

¿Cómo puedo ser más asertiv@?

La asertividad tiene que ver con la comunicación. Con la comunicación eficaz.

El objetivo que tenemos a la hora de hablar es explicar aquello que pensamos o sentimos ¿cierto? A veces esto es difícil porque aquello que queremos decir no es lo que creemos que la otra persona quiere escuchar pero esto no puede impedir que lo hagamos. Incluso nuestras necesidades pueden ser opuestas a las de otras personas y generar un conflicto.

Aprender a hacerlo sabiendo que la otra persona tiene los mismos derechos que tú (y que tú tienes los de ella, que eso no se nos puede olvidar tampoco) es, por un lado, la forma más útil para hacer valer nuestros deseos y, por otro, la manera en la que nos sentiremos mejor, ya que pondremos en valor nuestro yo sin desprestigiar al otro ni a nosotr@s mism@s.

La fórmula es la siguiente

  • Hablo de forma calmada y desde el yo
  • Expreso por qué quiero lo que quiero
  • Doy alternativas tangibles
  • Pregunto de forma directa la opinión de la otra persona.

Si quieres saber más sobre este tema te dejo el enlace a otro post en lo que lo explicamos más detalladamente.

Derechos asertivos

En primer lugar tenemos que tener claro que todas las personas tenemos los llamados Derechos Asertivos.

Estos son una lista de creencias saludables que, bajo mi punto de vista, tendrían que inculcarnos desde la escuela. No es fácil asimilarlos en la vida adulta, sobre todo porque estamos más que acostumbradas a recibir mensajes sobre lo adecuado que es complacer o lo mal que quedas si dices no. Peeero una vez los incorporas a tu vida, la forma en la que te relacionas cambias, liberando mucha culpa.

¿Quieres saber cuáles son?

1.Tengo derecho a ser la primera. Ceder siempre a los demás, no comunicar mis deseos o preferencias no me hace más cortés. 

2.Tengo derecho a cometer errores. Los errores forman parte de la vida, son necesarios para el aprendizaje. No me avergüenzo por ellos y defiendo mi derecho a cometerlos. 

3. Tengo derecho a tener mis propias opiniones y creencias. 

4. Tengo derecho a cambiar de idea, opinión, o actuación. Cambiar de opinión no es una traición a mi misma, es evolucionar, aprender, ser flexible.

 5. Tengo derecho a expresar críticas y a protestar por un trato injusto.

6. Tengo derecho a intentar cambiar lo que no me satisface. 

7. Tengo derecho a pedir ayuda o apoyo emocional. 

8. Tengo derecho a sentir y expresar el dolor. Todo el mundo siente dolor, y tenemos derecho a expresarlo si lo necesitamos. 

9. Tengo derecho a ignorar los consejos de los demás. 

10. Tengo derecho a recibir el reconocimiento por un trabajo bien hecho. Esto se aplica a los demás, pero sobre todo a mí misma. Reconoce tus méritos. 

11. Tengo derecho a negarme a una petición, a decir “no” sin sentirme culpable o egoísta. Decir “no” no me hace desleal o egoísta. 

12. Tengo derecho a estar sola, aún cuando los demás deseen mi compañía. 

13. Tengo derecho a no justificarme ante los demás. En ocasiones con un “No, gracias” es suficiente. No tengo por qué dar excusas.

14. Tengo derecho a no responsabilizarme de los problemas de los demás. 

15. Tengo derecho a no anticiparme a los deseos y necesidades de los demás y a no tener que intuirlos. 

16. Tengo derecho a ser tratado con dignidad. Cuando siento que no soy tratada con la dignidad y el respeto que merezco, tengo derecho a protestar por ello. 

17. Tengo derecho a tener mis propias necesidades y que sean tan importantes como las de los demás. 

18. Tengo derecho a experimentar y expresar mis propios sentimientos, así como a ser mi única jueza. 

19. Tengo derecho a parar y pensar antes de actuar. 

20. Tengo derecho a no responder preguntas que me hacen.

21. Tengo derecho a interrumpir y a pedir aclaraciones.

22. Tengo derecho a pedir lo que quiero y a entender que me pueden decir que no.

23. Tengo derecho a hacer menos de lo que soy capaz de hacer. No siempre tengo que rendir al máximo. 

24. Tengo derecho a tener éxito y superarme

25.Tengo derecho a gozar, disfrutar y ser feliz.

26. Tengo derecho a decidir qué hacer con mi cuerpo, tiempo, y propiedad. 

27. Tengo derecho a NO ser asertiva.

Derechos Asertivos y Pareja

Evidentemente, tener claro que nos merecemos todos y cada uno de los puntos mencionados, es relevante para cualquier área vital. En el trabajo, por ejemplo, no dejarnos avasallar o expresar los desacuerdos de una manera adecuada es muy importante. Pero queremos mencionar un ámbito en el que son determinante para su buen funcionamiento: la pareja.

Los conflictos de pareja se deben, en muchos casos, a la comunicación, bien por falta de ella o por no decir las cosas como la otra persona quiere/espera.

Al aprender en terapia de pareja una forma de hacerlo en la que no se ataca a la otra persona ni se cede siempre desde el mismo lado, las relaciones crecen y ambas partes se sienten más satisfech@s con la misma.

Merece la pena ¿no crees?

Si has leído detenidamente los derechos asertivos me gustaría conocer tu opinión

¿Qué te parecen? ¿Hay alguno que te haya sorprendido? ¿Conocías esta lista de derechos?

Te leo en comentarios.