Imagina que estás caminando con tus amigos por un sendero soleado. Todos llevan mochilas, pero la tuya está llena de piedras pesadas que te hacen sentir cansado y desanimado. Tus amigos ríen y disfrutan del paseo, pero tú vas tirando de esa mochila llena de piedras. No quieres agregar más peso a tus amigos, así que decides guardar para ti esa carga.
El problema es que, con tanto peso y fingiendo que todo está bien, terminas el viaje agotado. Esto se repite día tras día, y eventualmente, decides dejar de salir con tus amigos. Te aíslas aún más, sintiéndote cada vez más distante y solitario.
Ahora imagina algo diferente: en lugar de llevar todas esas piedras pesadas tú solo, decides compartir cómo te sientes con tus amigos. Quizás ellos también tenían alguna que otra piedrita que soltar. De repente, una piedrecita en cada mochila no parece tanto peso para ninguno. Al liberarte de la presión de cargar solo con todo, te sientes más ligero y conectado. Hablar con tus amigos y con personas de confianza te ayuda a vaciar esa mochila emocional.
Como psicóloga, defiendo el desánimo como un derecho.
Tienes derecho a estar mal.
Todos tenemos malos momentos, y está bien. La vida a veces es dolorosa y estamos expuestos a ella; no somos unicornios.
Permítete sentir lo que no te gusta y pregúntate la razón de por qué y para qué está ahí. Compartir tus emociones con alguien que te escuche puede hacer una gran diferencia.
Me gusta mucho el poema de Mario Benedetti porque capta perfectamente esta fluctuación de emociones:
Unas veces me siento como pobre colina y otras como montaña de cumbres repetidas. Unas veces me siento como un acantilado y en otras como un cielo azul pero lejano. A veces uno es manantial entre rocas y otras veces un árbol con las últimas hojas. Pero hoy me siento apenas como laguna insomne con un embarcadero ya sin embarcaciones una laguna verde inmóvil y paciente conforme con sus algas sus musgos y sus peces, sereno en mi confianza confiando en que una tarde te acerques y te mires, te mires al mirarme.
Benedetti nos recuerda que nuestras emociones son cambiantes y que está bien sentirse desanimado. Puedes leer más sobre este hermoso poema en el siguiente enlace: poemas de Benedetti
Recuerda, darle espacio a tus emociones no te hace débil; al contrario, te hace más fuerte y, sobre todo, más humano.
Libérate de la presión de siempre tener que estar bien.
La próxima vez que te sientas desanimado, date el permiso de sentirlo y compártelo con alguien. Verás cómo puedes soltar esas piedras, vaciar esa mochila y disfrutar más plenamente del viaje de la vida. ¡Permítete ser humano!