Si el trauma fuera solo lo que nos pasa, todos reaccionaríamos igual ante una misma experiencia. Pero no. Dos personas pueden vivir el mismo evento y salir de él de maneras completamente distintas.
Porque el trauma no está solo en lo que sucede, sino en lo que nos pasa por dentro cuando lo vivimos.
Viktor Frankl entendió esto mejor que nadie. Sobrevivió a Auschwitz mientras otros, en las mismas condiciones, se quebraban. No porque fuera más fuerte físicamente, ni porque tuviera más suerte. Sobrevivió porque tenía un “para qué”, una razón para seguir adelante, algo que le daba sentido al sufrimiento.
Pero, ¿de dónde salió esa capacidad de resistencia? Aquí entra otro aspecto clave: su infancia, su memoria emocional y los significados que construyó antes de que llegara la tragedia.
Y aquí es donde enlazamos con Boris Cyrulnik y su libro "Los patitos feos", que nos explica cómo la infancia, la memoria y el significado que damos a lo vivido pueden marcar la diferencia entre hundirnos o resistir.
El análisis existencial de Frankl: el trauma necesita un porqué
Frankl no solo sobrevivió a Auschwitz, sino que después de salir de allí dedicó su vida a entender por qué algunas personas logran sobreponerse a lo peor y otras quedan atrapadas en su dolor. Su teoría se basa en que el ser humano no solo busca placer (como diría Freud), ni solo poder (como diría Adler), sino sentido.
Según Frankl, cuando un evento traumático nos deja sin sentido, el sufrimiento se multiplica. Pero si encontramos un propósito, si logramos integrar lo vivido dentro de una narrativa que nos permita avanzar, el trauma deja de ser una condena.
Es lo que hizo él mismo en Auschwitz. En lugar de quedarse atrapado en el horror, se aferró a lo único que no le podían quitar: su mundo interior. Se repetía mentalmente discursos que daría cuando saliera, imaginaba a su esposa y revivía momentos felices de su infancia. Su memoria fue su refugio.
Los patitos feos de Cyrulnik: cuando la infancia te prepara para resistir
Boris Cyrulnik, neuropsiquiatra y superviviente del Holocausto, llevó más allá la idea de Frankl y profundizó en cómo la infancia marca nuestra capacidad de resiliencia.
En su libro Los patitos feos, explica cómo los niños que han vivido traumas tempranos no están condenados al sufrimiento si logran encontrar un significado en su historia. Cyrulnik mismo perdió a sus padres en el Holocausto, pero encontró en su infancia los recursos para seguir adelante.
Lo que plantea es clave: la memoria emocional no solo nos traumatiza, también puede salvarnos.
✔️ Un niño que creció con amor, aunque luego haya vivido un trauma, tendrá más probabilidades de resistir.
✔️ Un niño que aprendió a dar sentido a su dolor en vez de quedarse atrapado en él, tendrá más herramientas para seguir adelante.
✔️ Lo que nos decimos sobre lo que hemos vivido es tan importante como lo que realmente vivimos.
Este enfoque nos dice que la clave para superar un trauma no está en olvidar, sino en transformar la historia que nos contamos sobre lo que nos pasó.
¿Por qué la memoria fue la clave para la supervivencia de Frankl y Cyrulnik?
Ambos sobrevivieron al Holocausto. Ambos vieron morir a sus seres queridos. Y ambos usaron la memoria como refugio.
Pero no cualquier memoria. No se aferraron al horror, sino a lo que les dio sentido antes de que todo se rompiera.
Frankl recordaba a su esposa y los momentos de amor que compartieron. También imaginaba su vida después del campo, dando conferencias sobre la importancia del sentido en la vida. Se proyectaba en el futuro y usaba el pasado como ancla para no perderse en el presente.
Cyrulnik, por su parte, se apoyó en los recuerdos de cariño que tuvo antes de que sus padres fueran asesinados. Esos recuerdos no desaparecieron, siguieron vivos dentro de él, y le dieron la certeza de que el amor era posible, de que el mundo no era solo dolor.
Cuando el presente es insoportable, la memoria puede ser un refugio. Pero no cualquier memoria: la que nos conecta con el sentido, con el amor, con lo que nos hace humanos.
Cómo transformar la historia que nos contamos sobre el trauma
Si la clave no es olvidar, sino transformar el significado de lo vivido, ¿cómo lo hacemos?
1️⃣ Identificar la historia que nos estamos contando. Muchas veces vivimos con una narrativa en la que somos víctimas del pasado. Cambiar la forma en que entendemos lo que nos pasó es el primer paso para liberarnos.
2️⃣ Buscar los momentos de luz en la historia. No se trata de positivismo tóxico, sino de encontrar aquellos momentos que nos dieron fuerza. ¿Hubo alguien que te sostuvo en un momento difícil? ¿Hubo un instante en que te sentiste querido/a? Esos recuerdos pueden ser una base para reconstruirnos.
3️⃣ Crear un nuevo significado. No podemos cambiar el pasado, pero sí podemos decidir qué hacemos con él. Frankl decidió usar su experiencia para ayudar a otros. Cyrulnik convirtió su dolor en conocimiento sobre resiliencia. Tú puedes encontrar una forma de darle sentido a tu historia.
4️⃣ Apoyarte en la terapia. Procesar el trauma no es un camino fácil ni lineal. Técnicas como EMDR o ACT pueden ayudarte a cambiar la relación con tu historia y transformar lo que viviste en algo que ya no te paralice.
El trauma no es una condena. La historia que nos contamos sobre lo que vivimos puede ser reescrita.
Enlaces externos que pueden ayudarte a profundizar
🔗 Viktor Frankl y la búsqueda de sentido
🔗 Boris Cyrulnik y la resiliencia en la infancia
🔗 Cómo funciona la terapia EMDR para el trauma
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