Llevamos años formándonos en técnicas. Másters, cursos, certificaciones. Acumulamos herramientas como si fueran cromos.
Y está bien. Las técnicas importan.
Pero hay algo de lo que se habla menos y que la investigación lleva décadas señalando: lo que más predice tus resultados como terapeuta no es cuántas técnicas domines, sino la calidad de la relación que construyes con tus pacientes.
Y curiosamente, también es lo que más puede nutrirnos o desgastarnos en este trabajo.
Lo que dice la investigación
Un metaanálisis con más de 6.000 pacientes encontró que la empatía del terapeuta tiene un tamaño del efecto de 0.58 en los resultados terapéuticos. Es decir: cuanto más siente el paciente que le entiendes de verdad, mejor le va.
Esto se mantiene independientemente de tu orientación teórica o del problema que trates.
En psicoterapia, tú eres la herramienta. Y si no te conoces, si no trabajas tu contratransferencia, si no tienes espacios para reflexionar sobre lo que te pasa con tus pacientes… el desgaste está servido.
Un grupo de 8-12 profesionales se reúne regularmente
Se presentan casos que han resultado difíciles o movilizadores emocionalmente
El foco NO está en “qué técnica usar” sino en “qué me pasa a mí con este paciente”
Un coordinador facilita la reflexión grupal
No son supervisiones clínicas al uso (aunque complementan la supervisión). Son espacios para explorar la contratransferencia: esos sentimientos, fantasías y reacciones que los pacientes nos despiertan y que, si no los miramos, pueden sabotear el proceso terapéutico.
Previene la disminución de la empatía que ocurre durante la formación
Reduce el riesgo de burnout
Mejora la capacidad de conexión con pacientes difíciles
Desarrolla habilidades que no se aprenden en los libros
La comorbilidad y por qué esto importa más que nunca
Un estudio de la Universidad Complutense analizó qué predecía tratamientos más largos y complejos. El hallazgo principal: la comorbilidad.
El 69% de los casos con más de un diagnóstico estaban en el grupo de tratamientos de más de 35 sesiones.
¿Y qué implica esto para nosotros como profesionales?
Que cada vez trabajamos con casos más complejos. Más capas. Más tiempo de exposición. Más demanda emocional.
Si no tenemos espacios para procesar todo esto, nos quemamos. O peor: seguimos trabajando en automático, desconectados, sin darnos cuenta de que nuestra eficacia está cayendo.
“Los factores comunes como empatía, calidez y la relación terapéutica correlacionan más fuertemente con los resultados del paciente que las técnicas de tratamiento especializadas. La provisión de terapia es un proceso interpersonal donde el componente curativo principal es la naturaleza de la relación terapéutica.”
Y añade algo importante: estas habilidades se pueden desarrollar. No son talento innato. Son capacidades que se cultivan con práctica reflexiva, supervisión adecuada y espacios de trabajo personal.
La pregunta incómoda
¿Cuándo fue la última vez que tuviste un espacio para hablar de lo que te pasa con tus pacientes?
No de técnicas. No de diagnósticos diferenciales.
De ti. De tus reacciones. De ese paciente que te drena. De ese otro que te aburre y te hace sentir culpable por aburrirte. De la frustración cuando alguien no mejora. Del miedo a no estar a la altura.
Si la respuesta es “hace mucho” o “nunca”, quizás sea momento de planteártelo.
Por qué lanzamos esto ahora
En Eirene García llevamos tiempo dándole vueltas a cómo acompañar mejor a otros profesionales. Porque lo vivimos en primera persona: el desgaste, la soledad del trabajo clínico, la sensación de que nadie habla de lo que realmente nos pasa en consulta.
Por eso estamos lanzando un espacio dedicado a profesionales de la salud mental, con diferentes formatos según lo que necesites:
Supervisión (individual y grupal): Inspirada en la metodología Balint, centrada en la relación terapéutica y la contratransferencia. No solo en qué técnica aplicar, sino en qué te pasa a ti con ese paciente y cómo eso afecta al proceso.
Terapia para psicólogos/as: Porque nosotros también necesitamos nuestro propio espacio. Un lugar donde trabajar tu historia, tus patrones, lo que se te activa en consulta. Con alguien que entiende las particularidades de este trabajo.
Desarrollo profesional: Formación y acompañamiento para crecer como terapeuta. No acumulando más técnicas, sino desarrollando esa “capacidad personal” de la que hablaba Balint. Trabajando en ti como herramienta.
Todo desde un enfoque contextual: entendemos que no hay una única forma de ejercer ni una sola receta para cuidarse. Miramos tu contexto, tu momento vital, tu historia, tu forma de trabajar.
Porque como decía Balint, la psicoterapia es ante todo una “capacidad personal”. Y esa capacidad se cuida, se desarrolla y se sostiene en comunidad.
En primer lugar tendrá lugar la sesión de acogida de unos 15-20 min. con la coordinadora del equipo de psicólogos, donde trasladarás cual es tu necesidad en cuanto al problema que te trae a consulta y te daremos toda la información que necesitas.
Te asignamos al mejor psicoterapeuta para tus necesidades
Si decides empezar la terapia psicológica para la ansiedad con nosotros, se te asignará un psicólogo o psicóloga de nuestro equipo de profesionales especializado/a en ansiedad, con el que tendrás la sesión de valoración.
Plan de trabajo
A partir de ahí se establecerá un plan personalizado y consensuado contigo para que así puedas lograr tus objetivos terapéuticos para solucionar los problemas que la ansiedad está causando en tu vida y puedas alcanzar la metas que quieres en tu vida. El plan de trabajo puede incluir trabajo para casa porque terapia no es solo lo que ocurre en sesión sino también lo que haces con lo que trabajas en sesión en el día a día.
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