Ya sabemos que no hay emociones "buenas" o "malas" ya que todas nos ofrecen información que a veces no queremos ver.
Aún así, hay emociones que no nos gustaría vivir con esa intensidad, por eso lo mejor es hablar de "emociones incómodas" y cómo disminuir ese malestar que nos provoca.
La culpa es una emoción incómoda pero útil que aparece cuando lo que hacemos (o no hacemos) no concuerda con lo que creemos que deberíamos hacer.
Es decir, es una cuestión de expectativas. Es el juicio moral que hacemos a nuestras acciones.
La culpa no es negativa, como hemos dicho, es un mecanismo importante para que las personas sepamos que hemos actuado de forma incorrecta para la sociedad. Solo quien está enfermo no siente culpa.
Otra cosa es la culpa desproporcionada o desadaptativa, esa que nos provoca malestar por no fregar los platos o por haber dicho una palabra desafortunada hace 17 años.
A este tipo de culpa es preferible bajarle el volumen o puede convertirse en un martillo pilón que no nos deje en paz.
¿Cómo puedo disminuir el hecho de sentir culpa desproporcionada?
- Planteándome los valores morales que tengo. ¿Cuáles son mis valores? ¿Éstos son míos o han sido heredados? A veces sentimos culpa por actos que, bien pensados, no son tan graves y responden a un juicio que ni siquiera es tuyo.
- Flexibilizar mis juicios. El ser humano no es todo o nada. Una acción no nos define e intentar ser coherente todo el tiempo durante cualquier situación es absolutamente agotador.
- Compadécete. No solo de quien te rodea, también de ti. Intentemos ser más amables con nuestra persona.
- Perdónate. ¿Perdonarías a alguien que te ha hecho aquello por lo que tú te atormentas? Piensa que siempre intentamos hacer lo mejor que sabemos con la información que tenemos en ese momento. La culpa es una emoción que aparece posteriormente pero ¿tú sabías cuando ocurrió todo lo que sabes ahora?
- Aceptalo y afróntalo. ¿Resuelve algo volver una y otra vez al pasado para recordar aquello? Lo que se hizo, se dijo o no se hizo, ya ocurrió. No podemos evitarlo. Lo que queda es aceptar la situación y afrontar las consecuencias. Evitándolo solo conseguimos que vuelva a nuestra mente una y otra vez. Es el elefante rosa en la habitación.
Cuando hablamos de liberarnos de la culpa no quiere decir que apoyemos eludir la responsabilidad. La responsabilidad nos mueve a la acción, la culpa nos paraliza.
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