A veces no es que te hayan abandonado. Es que tú, sin darte cuenta, te has ido antes.
Antes de que te rechacen.
Antes de que no contesten ese mensaje.
Antes de que esa amistad se enfríe o ese vínculo se complique.
Te vas tú. Rompes. Te retiras. Lees señales. Haces el cierre antes de que te cierren.
Y claro, desde fuera puede parecer que eliges mal. Que dramatizas. Que eres demasiado. Que tienes “miedo al abandono”.
Y sí, es miedo al abandono.
Pero no es un capricho, ni una manía. Es una respuesta.
El miedo al abandono nace de una historia interna que aún no has leído entera
Desde la psicología contextual y la terapia ACT, entendemos el miedo abandono no como un defecto que hay que corregir, sino como una estrategia de supervivencia que alguna vez tuvo sentido.
A veces, tu cuerpo recuerda cosas que tu mente ha guardado bajo llave. Porque eran demasiado grandes. Demasiado emocionales. Como un tsunami que arrasa y luego se guarda bajo la alfombra del inconsciente. Pero la marea no desaparece. Se filtra en las grietas de tu vida.
Y esa es la clave: el miedo abandono muchas veces no se vive solo como dolor, sino como hábitos, decisiones, intuiciones, impulsos.
⠀
Te alejas de quien te importa.
Evitas hablar claro.
Te haces pequeño para que no te dejen.
O te haces grande y cortante, para no volver a necesitar.
⠀
Y no entiendes por qué, pero terminas con ansiedad social, en relaciones tóxicas, sintiendo que algo está mal contigo.
No es culpa. Es aprendizaje
Esto no va de culpa. Va de entender cómo tu mente aprendió a operar. Si has vivido experiencias de abandono, rechazo, negligencia emocional o traumas, es normal que tu sistema de alerta se haya afinado hasta el extremo.
Tu mente construyó un mapa para que no te vuelvan a herir. Y ese mapa incluye caminos como el autosabotaje, la desconfianza, la necesidad de agradar, o el aislamiento.
Pero aquí viene algo esperanzador: tu mente es plástica. Puede aprender nuevas formas de estar en el mundo hasta el día antes de morir.
👉 Estudio sobre neuroplasticidad
¿Necesitas ayuda? Reserva una sesión de acogida gratuita para entender como podemos ayudarte.
¿Qué hacemos en terapia?
En Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) no intentamos “arreglarte”. No creemos que lo estás haciendo mal. Lo que hacemos es:
- Explorar tu contexto interno: cómo se formaron tus respuestas, tus patrones, tus formas de amar y de protegerte.
- Identificar qué valores son importantes para ti hoy. No los de antes, no los heredados. Los tuyos.
- Entrenar nuevas formas de responder a lo que te duele, sin que el miedo te robe lo que sí quieres construir.
Porque no se trata de dejar de sentir miedo. Se trata de aprender a caminar con él sin que decida tu ruta.
¿Y si nunca logras tener amistades duraderas?
Tal vez no es que no lo intentes. Tal vez lo has intentado muchas veces. Pero cada vez que una amistad se enfría, que sientes que das más de lo que recibes, que hay un silencio incómodo, algo dentro de ti se activa como una alarma de incendio.
Y terminas otra vez en casa, con esa mezcla de alivio y tristeza. Alivio porque ya no tienes que exponerte más. Tristeza porque, en el fondo, sí quieres. Quieres sentirte parte. Quieres reír con alguien, tener a quién contarle algo sin pensar si estás molestando.
Y sin embargo, vuelves a lo mismo: encerrarte.
Porque a veces ese encierro no es aislamiento, es supervivencia.
Desde la terapia ACT no forzamos el contacto social como si fuera una pastilla mágica. Entendemos que si estar con otros te produce tensión, ansiedad, autocrítica constante… no es raro que tu cuerpo diga: “mejor no”.
A veces, ese “me encierro” es un ancla. Un salvavidas que usaste para no hundirte.
Y está bien.
Fue válido.
Pero también podemos preguntarnos:
¿Me sigue sirviendo esta forma de estar?
¿Hay otra forma de acercarme al mundo sin traicionarme?
¿Podría entrenarme, paso a paso, a volver a salir desde otro lugar?
En terapia no te empujamos a hacer amigos. Te ayudamos a entender tu historia, tus límites, tus necesidades reales. Y desde ahí, a crear un espacio de vínculo que no sea una amenaza, sino una elección.
La buena noticia es que se puede. Porque tu mente, por más que se haya acostumbrado a un patrón, puede reaprender.
No te des por perdido/a
Repito: no es culpa tuya.
Pero sí es tuya la posibilidad de elegir.
⠀
Pregúntate:
¿Qué me ha servido hasta ahora?
¿Qué precio estoy pagando por seguir operando así?
¿Cómo quiero vivir mis relaciones a partir de ahora?
El miedo al abandono no se combate forzándote a ser “independiente”. Se atraviesa reconociendo tu historia, dando lugar a lo que dolió, y eligiendo desde el amor, no desde el miedo.
Tu historia no te condena.
Tu mente puede cambiar.
Y tú puedes construir relaciones donde no tengas que abandonarte para que no te abandonen. Mira aquí si necesitas ayuda.