No sabemos expresar nuestro deseo porque a lo que aprendemos es a ceder.
Porque las niñas buenas no molestan, ni tienen necesidades: las niñas buenas ponen siempre a l@s demás por delante.
Llegamos por lo tanto a la adultez sin demasiadas herramientas para expresar nuestros deseos.
Sentimos, cada vez que lo hacemos, que estamos haciendo algo mal.
Pero hemos aprendido que tenemos derecho a tener deseos y necesidades, el problema viene que al no saber cómo, a veces no los expresamos con la asertividad necesaria para que sean escuchados.
Pero... ¿Qué es la asertividad?
La asertividad es la habilidad de comunicar nuestras necesidades, expresar deseos, opiniones y límites de una manera clara, directa y respetuosa.
La persona asertiva es capaz de desenvolverse de manera adecuada en diferentes situaciones, sin agredir o someterse a la voluntad de los demás. La asertividad implica también la capacidad de escuchar y comprender las necesidades y opiniones de los demás, y de encontrar soluciones que satisfagan a todas las partes involucradas. Ser asertivx es fundamental para establecer relaciones interpersonales saludables y para enfrentar situaciones difíciles de manera efectiva.
Podemos caer una actitud pasivo-agresiva, es decir, no pedir nada hasta que estás harta y explotas de maneras poco útiles. O bien, creemos que las otras personas tiene que adivinar nuestro pensamiento, y por lo tanto, saber qué es lo que queremos. Algo que se hace más de lo que pensamos, y que, evidentemente, es absurdo, porque nadie tiene la capacidad de estar dentro de la mente de otra persona.
Estas estrategias no las hacemos porque seamos malas personas o egoístas: simplemente nadie nos ha enseñado a expresar lo que queremos de forma eficaz.
¿Cómo puedo expresar mi deseo o necesidad?
En primer lugar hay que aclarar que cuando ponemos en conocimiento de alguien lo que queremos o necesitamos, la otra persona siempre puede decirnos que no.
Lo que aquí exponemos no son técnicas manipulativas, no es psicología oscura. Son estrategias de comunicación cuyo objetivo es que seamos capaces de expresar nuestros derechos entendiendo siempre que las otras personas tienen exactamente los mismos.
Dicho esto.
Para expresar de forma eficaz nuestros deseos, lo mejor es utilizar la primera persona.
¿Esto qué quiere decir?
Que hablemos desde el yo.
En lugar de
- Nunca salimos a ningún sitio.
- Me encantaría salir a cenar hoy.
Al hablar desde el yo, conseguimos que la otra persona sepa que nuestra realidad y la suya son diferentes.
Además no es un reproche, dado que tú estás expresando lo que tú quieres y siempre es lícito. De esta manera la otra persona se sentirá más predispuesta que si utilizamos una frase englobando a amb@s.
La fórmula, por lo tanto es la siguiente:
- Hablo de forma calmada y desde el yo
- Expreso por qué quiero lo que quiero
- Doy alternativas tangibles
- Pregunto de forma directa la opinión de la otra persona.
Por ejemplo:
- Eres muy desordenada, nunca recoges nada ¡tu cuarto parece una leonera!
Podemos decir
- Me parece que la casa está muy desordenada y eso me hace sentir incómoda. Si pudieras recoger tu cierto sería genial. ¿Qué te parece?
De esta manera la otra persona no se siente atacada ni tú has dejado de decir aquello que querías y ambas partes se sienten mejor consigo mismas.
¿No te parece una buena razón para intentarlo?
La psicología nos puede ayudar a expresar nuestro deseo de forma que no sintamos que estamos viviendo como quienes nos rodean quieren y no en base a nuestras metas y valores.