o la influencia de la interpretación cognitiva sobre los acontecimientos y sus consecuencias
¿Qué es la realidad?
Sin entrar en diatribas filosóficas sobre si lo objetivo existe en su forma más pura, hay algo en lo que todo el mundo tiene que estar de acuerdo:
La realidad es interpretada por nuestra mente .
No hay ningún cerebro que no escoja, clasifique y explique aquello que es “captado” por los sentidos.
Es normal.
El cerebro no puede asumir de forma analítica toda la información que recibe. Durante el proceso evolutivo del ser humano se dieron procesos a los que llamamos de economía cognitiva, esto es, paquetes predeterminados para valorar lo que nos rodea y conseguir seguir siendo funcionales.
Como veréis, esto es genial . Nos permite ser quienes somos y no quedarnos en babia cada vez que nos llega un estímulo.
Es decir, el cerebro humano necesitó generar mecanismos para interpretar la realidad a favor de la propia supervivencia.
¿Cuál es el problema, entonces?
La desadaptación ocurre cuando estos “paquetes” de análisis y creencias sobre la realidad se alejan de la misma, son inflexibles y terminan generándonos malestar.
El clásico entre los clásicos: Las distorsiones cognitivas.
Las distorsiones cognitivas (que por aquí hemos bautizado como Dramaqueen) son una forma aprendida de procesar lo que nos rodea de forma poco útil. Es importante saber que son aprendidas, porque, como tales pueden “desaprenderse” (que es, al fin y al cabo, el objetivo que tenemos).
Toooodas tienen características comunes como:
Son automáticas (a veces ni te das cuenta que están ahí)
Son mensajes directos y contundentes (nadie, siempre, debería…)
Son creíbles o al menos nos las terminamos creyendo en la mayoría de los casos.
Tienen consecuencias inmediatas pero también a medio y largo plazo.
Pongamos ejemplos…
- Nadie me quiere.
- Soy un fraude.
- Tengo muy mala suerte.
- Se están riendo de mí.
Seguro que en algún momento has tenido un pensamiento de este tipo (oye, y si no es así ¡perfecto! Me encantaría conocerte… ) Son bastante comunes y toman diversas formas. Poniendo el dedo en la llaga a cada cual donde más le duele.
A veces no somos conscientes ni de que los tenemos, por eso es importante conocer cuáles son e interceptarlos entre la amalgama de pensamientos que tenemos a lo largo del día.
Sólo reconociéndolos seremos capaces de confrontarlos de forma racional.
Es decir.
Si me repito de forma automática 20 veces “no valgo para nada” ese pensamiento llegará a convertirse en realidad ya que no estamos ofreciendo una alternativa .
Y, claro, el malestar que generará será brutal.
Peeeeero… Si consigo escucharme y en ese momento decirme (por ejemplo)...
-¿En qué te basas para decir eso?
-¿No es un poco exagerado decir que no valgo para NADA ?
-Seguro que hay algo que consigo hacer
-Pues el otro día fui a comprar peras, o sea, que hay cosas que sí puedo hacer (el humor, SIEMPRE es un recurso potentísimo)
La idea, como vemos, es ofrecernos un discurso que se ajuste más a la verdad, en lugar de dejarnos llevar por los pensamientos extremistas de la Dramaqueen.
Para empezar, como vemos, lo primero es darnos cuenta.
Y queremos ayudarte con este material de trabajo descargable con el que aprenderás a identificar cada trampa de la mente y, además, una hoja de registro para que puedas llevar la cuenta de los mensajes que la Dramaqueen te lanza.
Al registrarlos tendremos una visión completa de aquello que nos decimos y, por lo tanto, será mucho más fácil ocuparnos.
¿Estamos preparadxs para cambiar la forma en la percibimos la realidad ?