Los comienzos de una relación de pareja suelen recordarse como momentos muy buenos, donde no había problemas y en los que se disfrutaba de las relaciones sexuales.
Pero con el tiempo esto va cambiando.
Empiezan los primeros conflictos, que a veces no sabemos resolver Y las relaciones sexuales cada vez van siendo más esporádicas.
Lo que suele ocurrir en una pareja que ya lleva tiempo es que el deseo de mantener relaciones no es el mismo en las dos partes.
Y esto puede generar mucha frustración, acabando en una espiral de la que es difícil salir:
Quien no tiene ganas siente presión por mantener relaciones.
Quien sí tiene deseo siente que le rechazan continuamente.
Esto, por razones obvias, acaba distanciando a la pareja.
Llega a un punto en que se evitan para que no haya oportunidad en la que surja la intimidad y, con ello, el malestar.
Al no hablar de lo que está sucediendo, cada uno llega a sus propias conclusiones: “No le importa cómo me encuentro, solo le interesa tener relaciones sexuales” o “Ya no me quiere, por eso no desea tener nada conmigo”
Y, cada vez, la bola se va haciendo más grande
¿Qué nos está pasando?
Que cada persona es un mundo ya lo sabemos, por eso no es de extrañar que cada persona viva su sexualidad de forma completamente diferente.
En las relaciones sexuales encontramos diferentes fases
Deseo
Excitación
Meseta
Orgasmo
Resolución- Periodo Refractario
Satisfacción
Como ya podemos intuir, cada fase tiene unas características, necesidades y problemáticas específicas que pueden ser tratadas en terapia.
En este post queremos centrarnos en el deseo sexual.
Esta etapa, inicial y primordial, está directamente relacionada con nuestros pensamientos y emociones, además de los estímulos externos.
Por eso no es de extrañar que, aunque lo que estemos experimentando nos guste, puede que no lleguemos a alcanzar el deseo, dado que hay más variables que influyen para que pueda darse.
Si nuestra mente, nuestras emociones no están en consonancia, el deseo puede no aparecer.
Diferencias entre ambas personas en cuanto al deseo
No hay una cantidad de deseo que se considere normal o aceptable.
Cada cual tiene unas necesidades, incluso, a lo largo de la vida estas necesidades pueden (y suelen) variar.
El problema, como venimos diciendo, aparece cuando en una relación se tienen diferentes deseos, es decir, que una de las partes tenga mucho más o mucho menos que la otra.
Esta situación puede generar más problemas de los que inicialmente supone, ya que va mermando la pareja, bien por falta de comunicación como por una comunicación poco asertiva.
¿A qué se debe la falta de deseo o deseo sexual inhibido?
En primer lugar tenemos que diferenciar si esa falta de deseo se ha producido desde siempre o se da tras un periodo de funcionamiento diferente.
En el primer caso, suele estar muy relacionada con el tipo de educación recibida, pensamientos erróneos respecto a la sexualidad, condiciones médicas o experiencias traumáticas.
En el segundo, en cambio, puede deberse a una falta de motivación dentro de la pareja, a la caída en la rutina y la consiguiente falta de estímulos y novedades, a cuadros depresivos o de estrés, a la toma de psicofármacos o drogas, a una disminución de sentimientos hacia la pareja…
¿Se puede aumentar el deseo sexual en la pareja?
Sí.
Por un lado, con comunicación. Donde podáis hablar de cómo os sentís cada uno y qué os gustaría mejorar.
Por otro lado, entendiendo cómo funciona la sexualidad y el deseo sexual:
Muchas veces la relación entra en rutina porque se suele hacer las mismas prácticas, en el mismo sitio, de la misma forma. Y el interés puede bajar.
Otras veces es el propio deseo el que cambia. Esperamos a que surja solo como en el comienzo de la relación. Pero cuando nos acostumbramos a la pareja porque ya llevamos tiempo juntos, tenemos que hacer que el deseo aparezca. Jugar y erotizar la relación son dos elementos clave en esto.
También es importante saber si hay conflictos que no se han resuelto, o cómo cada uno se encuentra a nivel personal, pues, la falta de deseo sexual puede no deberse a la otra persona si no al estado interno de quien ya no desea.
Como ves, pueden ser muchos factores los que entren en juego. Pero si no hablamos, nuestra imaginación vuela. Por eso es muy importante la comunicación en la pareja y comprender qué está pasando.
La buena noticia es que es un hecho que puede tratarse tanto en terapia de pareja como individual, para encontrar las causas que lo provocan y adoptar las soluciones oportunas (si es que queremos).