Hipocondría: cuando tu mente se convierte en tu peor médico

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La mente no es tonta. Es intensa. Es alarmista. Es precavida.
Y a veces, en su intento desesperado por cuidarte… te mete en la jaula.

Porque eso es lo que hace la hipocondría. Te atrapa en un bucle donde cualquier síntoma es una amenaza, cualquier sensación es una alarma, y cualquier consulta médica nunca es suficiente.

Y sí, duele. Agota. Consume.
Y no, no es “por llamar la atención”.
Es una forma de sufrimiento muy real que no siempre se ve por fuera.

¿Qué es exactamente la hipocondría?

Se llama ahora “ansiedad por la salud”, pero el nombre no le quita peso.
Se trata de un patrón obsesivo en el que tu mente está constantemente preocupada por la posibilidad de tener (o desarrollar) una enfermedad grave. Aunque las pruebas médicas digan lo contrario. Aunque te lo hayan descartado ya.

El miedo no se calma con datos. Se calma con seguridad.
Y si no la has sentido en mucho tiempo, es lógico que tu mente siga buscando.

Hay quien lo vive como pensamiento intrusivo, al estilo TOC:
“¿Y si tengo algo y no lo sé?”
“¿Y si ese médico se equivocó?”
“¿Y si esta vez sí que es grave?”

Otros lo viven como evitación: no se hacen pruebas, no van al médico, no miran los informes. Porque el miedo no les deja. Porque abrir un resultado es abrir la puerta al desastre.

Y luego está el cuerpo. Que empieza a hablar también: opresión en el pecho, mareos, pinchazos, sudores fríos… Y claro, todo eso alimenta el miedo. Porque si lo siento, entonces debe ser real. Y vuelta al bucle.

¿Por qué aparece este miedo?

A veces tiene una historia muy clara. Has acompañado a alguien enfermo. Has vivido de cerca un proceso oncológico. Has pasado por una enfermedad grave y temes recaer.
O simplemente te criaste en un entorno donde la enfermedad era algo que pasaba de repente, sin aviso, sin control. Y tu cuerpo se quedó en alerta desde entonces.

Otras veces no hay un evento traumático visible. Pero sí hay mucho acumulado: estrés crónico, una desconexión brutal de tus necesidades, una vida vivida desde la exigencia. Y en ese contexto, tu mente busca un punto de control. Y el cuerpo se vuelve su campo de batalla.

Y hay otro caso más: cuando el miedo a enfermar encubre otro miedo más profundo.
A veces es miedo a que nadie te cuide. A no poder con la vida. A derrumbarte.
Y la enfermedad es la forma en que tu mente te da permiso para parar.

Si quieres entender más este fondo, puedes leer también:
Cuando el miedo al cuerpo es miedo a la vida

¿Necesitas ayuda? Reserva una sesión de acogida gratuita para entender como podemos ayudarte.

¿Qué papel juega la mente aquí?

Desde la terapia ACT lo explicamos así: la mente funciona como una alarma.
No puede soportar la incertidumbre. Prefiere imaginar lo peor antes que no saber.

Así que en cuanto aparece una pequeña señal – una molestia, un síntoma, una noticia que escuchaste -, tu mente se activa. Y empieza a lanzar pensamientos catastróficos, buscando controlar lo incontrolable.

No lo hace porque te odie. Lo hace porque quiere protegerte.

Pero a veces protegerte es lo que más daño te hace.

Lo vemos mucho en consulta: personas que han ido a urgencias más de diez veces en un mes. Otras que se hacen análisis cada dos semanas. O que se bloquean durante días porque no se atreven a leer un informe médico. O que pierden el sueño por pensar que algo no está bien, aunque los médicos digan lo contrario.

No es un problema de razón. Es un problema de seguridad interna.

¿Y si el problema no está en tu cuerpo, sino en tu historia?

La hipocondría no es una manía. Es una forma de tu sistema nervioso de pedir ayuda.
Por eso, a veces, el trabajo no está en hacer más pruebas, sino en mirar más dentro.

¿Hay una experiencia que no pudiste digerir? ¿Un duelo que no cerraste? ¿Una etapa de tu vida donde estuviste sola y sin recursos? ¿Un cuerpo que aprendiste a temer en vez de habitar?

En estos casos, una terapia como EMDR puede ayudarte a reprocesar esas memorias. No para borrarlas, sino para que dejen de sonar como una alarma encendida.

Y si lo que necesitas es aprender a manejar la ansiedad, a observar los pensamientos sin que te arrastren, a volver al presente y recuperar el control de tu vida, puedes trabajar desde un enfoque como la Terapia de Aceptación y Compromiso, o con el curso Calla tu mente, calla tu dramaqueen.

Y si has vivido la enfermedad de cerca – propia o ajena – y eso te ha dejado marcado/a, también puedes contar con nuestro servicio de psicooncología.

¿Cómo se sale de esto?

No hay una pastilla mágica.
Pero sí hay camino.
Y sí, se puede vivir sin miedo constante a estar enfermo/a. Se puede dejar de buscar en Google. Se puede volver a confiar en el cuerpo.


Pero para eso necesitas más que pruebas médicas: necesitas seguridad interna. Necesitas recursos. Necesitas un espacio para comprender y para actuar.

Y eso empieza por dar un paso. Aunque sea pequeño.
Como reservar una sesión de acogida gratuita para empezar a ponerle palabras a lo que estás viviendo.

Aquí estamos para acompañarte. Sin juicio. Con ciencia. Con corazón.

Etiquetas :

Ansiedad,Dramaqueen,Gestionar emociones,Psicología,Psicólogos Online,Psicooncología,Trauma

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Pasos a seguir para empezar tu terapia

Se trata de un proceso en fases:

  • Sesión de acogida gratuita

    En primer lugar tendrá lugar la sesión de acogida de unos 15-20 min. con la coordinadora del equipo de psicólogos, donde trasladarás cual es tu necesidad en cuanto al problema que te trae a consulta y te daremos toda la información que necesitas.

  • Te asignamos al mejor psicoterapeuta para tus necesidades

    Si decides empezar la terapia psicológica para la ansiedad con nosotros, se te asignará un psicólogo o psicóloga de nuestro equipo de profesionales especializado/a en ansiedad, con el que tendrás la sesión de valoración.

  • Plan de trabajo

    A partir de ahí se establecerá un plan personalizado y consensuado contigo para que así puedas lograr tus objetivos terapéuticos para solucionar los problemas que la ansiedad está causando en tu vida y puedas alcanzar la metas que quieres en tu vida. El plan de trabajo puede incluir trabajo para casa porque terapia no es solo lo que ocurre en sesión sino también lo que haces con lo que trabajas en sesión en el día a día.

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