Un día me dio un ataque de pánico bastante fuerte mientras me duchaba.
Cierto o no, veía mis dedos de las manos más azules de lo habitual (estaría el agua muy fría, vete tú a saber).
Empecé a pensar que me estaba pasando algo, que el oxígeno no estaba llegando bien a mis extremidades… Infarto, anoxia, trombo…
Salí de la ducha pidiendo ayuda, completamente fuera de mí. La sensación de muerte era inminente.
Mi padre acudió al escuchar mis gritos, no era la primera vez.
- Papá, papá, algo me pasa. Tengo los dedos muy azules.- Yo estaba llorando, histérica.
- A ver, hija, pues te estarás convirtiendo en un pitufo.
Empecé a reírme de la ocurrencia… Hoy todavía me río si lo pienso. Aunque las lágrimas seguían saliendo, el ataque en sí se me pasó poco a poco.
Y es que la risa, el humor, es una emoción incompatible con la ansiedad.
Por eso trato de no tomarme demasiado en serio…
La desensibilización sistemática
La desensibilización sistemática es una terapia de comprobada eficacia para el tratamiento de las fobias y de los trastornos de ansiedad en general.
Resumiendo mucho lo que se trabaja es el acercamiento progresivo al estímulo que provoca ansiedad desde un estado emocional incompatible que suele ser el de relajación.
Es decir, la persona realiza técnicas de relajación para que en el momento de la exposición a aquello que teme la ansiedad no pueda aparecer al existir una respuesta antagónica previa.
(Creo que me he explicado peor intentando aclararlo)
Si llenamos un vaso con relajación no podemos llenarlo con ansiedad. Esa es la idea.
Como digo es muy, muy eficaz y suele conseguir excelentes resultados.
Pero, peeeeero, como pasa siempre en psicología, cada persona es un mundo. Hay pacientes a los que les cuesta muchísimo relajarse, incluso generando respuestas de mayor ansiedad. Para estos casos, el humor puede ser una buena alternativa.
La risa
No es mi intención ponerme demasiado técnica, pero es importante señalar que el sistema cerebral que se encarga de “gestionar” la risa es el sistema límbico, que a su vez es el que actúa (¡sorpresa!) cuando sentimos ansiedad.
El sentido del humor consigue que relajemos la rigidez de nuestros pensamientos, que no nos tomemos demasiado en serio, que aliviemos la carga emocional de los problemas que creemos tener.
NO significa que estemos menospreciando el sufrimiento que sentimos, que no lo estemos tratando como algo real… Es más una cuestión personal de “relajación activa” con la que poder minimizar los estragos de la ansiedad.
Sé que hay momentos en los que no le ves la puta gracia a nada, que te molesta incluso que la gente haga bromas o se ría… Es lógico. Cada persona, como decía, tiene unas necesidades.
Pero si, en cambio, las técnicas de relajación nunca han ido contigo, si cada vez que escuchas eso de tranquila, te dan ganas de pisar alguna cabeza… Prueba con la risa. Lo peor que te puede pasar es que eches un buen rato.