Cierra los ojos.
Piensa fuerte en la luna.
Escribe tres veces su nombre y da tres vueltas alrededor de algo que tengas de esa persona.
Y pensará en ti…
Puede parecer una tontería, pero no os podéis imaginar la cantidad de visitas, visualizaciones, likes, que tienen posts que te dan este tipo de respuestas.
Necesitamos saber, y eso nos hace que nos aferremos a cualquier cosa.
Porque querer saber es humano, pero vengo a decir (escribir) algo que no es muy popular porque no nos manejamos bien en la incertidumbre: es imposible conocer lo que la otra persona piensa o siente en un momento determinado.
Y si alguien te da respuestas certeras sobre este tema ¡huye!
Porque hoy por hoy sólo podemos saber qué piensan el resto preguntando.
E incluso así, sólo nos queda confiar en que nos está diciendo la verdad.
Lo único sobre lo que tenemos control es sobre la película que yo me monto al respecto. Es decir ¿Por qué quiero saber si está o no está pensando en mí?
¿En qué influye?
¿Mi autoestima se siente en peligro si esto no ocurre cuando y como quiero?
Aceptar que no podemos controlarlo todo da mucho miedo, pero querer saber cuando no hay formas de hacerlo lo único que nos puede llevar es a entrar en mundos pseudocientíficos, que te dan respuestas, pero no verdades.
La certeza absoluta es imposible. Por eso lo único que puedo hacer es trabajar en cómo manejarnos en la incertidumbre.
¿Por qué no preguntas?
¿Tienes miedo de lo que te pueda decir? ¿Qué estamos evitando respecto a una confrontación directa?
Cuando no preguntamos de forma directa muchas veces es porque tenemos miedo a lo que tienen que decirnos. Miedo al rechazo. Y es que la Dramaqueen nos hace creer que no vamos a poder soportar un no.
Lo cierto es que en muchas ocasiones tenemos más herramientas de las que pensamos y a la larga no preguntar nos genera más ansiedad y malestar que hacerlo.
Sea cual sea la respuesta.