Cuando te manipulan hasta creer que todo es tu culpa

trauma vincular

Hay relaciones que no se rompen de un día para otro.
Se desgastan entre promesas, lágrimas y segundas oportunidades.

Entre “no volverá a pasar” y “esta vez sí me va a cuidar”.

Y tú, que solo querías amar y que te amaran, terminas dudando de ti. De tu memoria, de tu intuición, de tu juicio. Hasta creer que la culpa es tuya.

“La manipulación no empieza cuando te gritan y mienten, sino cuando logran que dudes de lo que sabes.”

Cuando el amor se convierte en un campo de minas

Te miente > Lo perdonas.
Te traiciona > Lo justificas.
Rompe tu confianza, pero te dice que está mal, que necesita ayuda, que lo entiendas.
Y tú lo haces, porque crees en el cambio, porque recuerdas los buenos momentos y porque te da pena verlo “así”.

Lloras, discutes, te prometes que esta vez pondrás límites.
Pero después vuelve con un mensaje, una mirada, un “no puedo vivir sin ti”.
Y vuelves. Una vez más.

Desde fuera parece fácil verlo.
Pero desde dentro, estás atrapada en una dinámica que confunde el amor con la supervivencia emocional.
A eso lo llamamos trauma vincular: una unión emocional que se sostiene, no por amor, sino por miedo, culpa y necesidad de calma.

En terapia, lo vemos constantemente. No es debilidad, es aprendizaje del cuerpo y del cerebro.
Tu sistema nervioso está programado para buscar alivio, y en una relación así, el alivio llega… solo cuando la persona que te daña, te da cariño.

Gaslighting: cuando logran que dudes de tu realidad

El gaslighting es una forma de manipulación emocional en la que alguien distorsiona tus percepciones para que acabes dudando de ti misma y así conseguir lo que quieren. Niegan hechos, minimizan tus emociones o te acusan de exagerar.

“Eso nunca lo dije.”
“Estás loca, te lo inventas.”
“Eres demasiado sensible.”

Así, poco a poco, el suelo se mueve bajo tus pies.
Dejas de fiarte de lo que sientes.
Y comienzas a creer más en la versión del otro que en tu propia experiencia.

Este tipo de manipulación prolongada genera un estado de confusión y dependencia psicológica que debilita la autoestima y distorsiona el sentido de realidad.

No se trata de “creerte mentiras”, sino de un desgaste emocional sostenido que te deja sin energía para cuestionar.
Tu mente empieza a rendirse porque el conflicto constante duele más que ceder.

“No es que no lo veas. Es que estás cansada de defender la verdad una y otra vez.”

¿Necesitas ayuda? Reserva una sesión de acogida gratuita para entender como podemos ayudaros.

El refuerzo intermitente: la trampa perfecta del cerebro

Después del daño, llega el premio.
Un mensaje bonito.
Un abrazo.
Una disculpa.
Y en ese momento, tu cerebro se inunda de dopamina.
La misma sustancia que activa los mecanismos de recompensa.
La misma que usa una máquina tragaperras.

Así funciona el refuerzo intermitente: nunca sabes cuándo llegará la siguiente dosis de amor, así que te quedas esperando.
Y ese esperar se convierte en adicción.

Desde la neurociencia, sabemos que este ciclo de maltrato-recompensa altera la química cerebral, creando un patrón similar al de las adicciones conductuales. No estás enganchado/a a la persona, estás enganchado/a a los momentos en los que parece que “todo va bien”.

Cuando digo esto en consulta, muchas personas lloran de alivio. Porque se dan cuenta de que no es que sean “dependientes emocionales”. Es que su cuerpo está atrapado en un bucle de alivio y abstinencia emocional.

Y la única manera de romperlo es volver al cuerpo, al presente, a la realidad.
Por eso trabajo con técnicas de defusión cognitiva, de conciencia corporal y regulación del sistema nervioso.
Porque no se trata solo de entenderlo, sino de sentirte segura de nuevo en ti.

Cuando explotas y ya no te reconoces

Hay un punto en que el cuerpo dice basta. Después de tanta tensión, mentiras y miedo, un día estallas.

Y reaccionas. Gritas, revisas el móvil, lloras sin parar, dices cosas que no querías decir.

Entonces él o ella te mira y dice: “¿Ves? Te lo dije. Estás loca.”
Y tú te hundes más, convencido/a de que quizá tenga razón.

Pero no estás loca o loco: estás en modo supervivencia.
Tu sistema nervioso está hiperactivado, atrapado entre la alerta y la desesperación.
Lo explica Bessel van der Kolk en The Body Keeps the Score: el trauma no es un recuerdo, es una respuesta fisiológica que se queda atrapada en el cuerpo.

Cuando alguien te manipula, tu mente intenta razonar, pero tu cuerpo está en guerra.
No reacciones así porque quieras, sino porque ya no puedes más.

Por eso, la salida no empieza con perdonar ni con entender al otro.
Empieza con regular tu sistema nervioso.

Con respirar, poner distancia y pedir ayuda profesional.
(Aquí puedes leer más sobre terapia para trauma y EMDR.)

La culpa: el pegamento invisible del abuso

“Yo también hice cosas que no estaban bien”
“Yo también grité.”
“Quizá si no hubiera insistido tanto…”
“Seguro que le provoqué.”

La culpa es una vieja aliada de la manipulación. Sirve para mantenerte en el ciclo.
Si te convences de que lo que pasó fue tu culpa, la otra persona no necesita asumir la suya.

En muchas relaciones abusivas, la culpa es el eje central.
El manipulador la usa para controlar y justificar.
Y tú, que tienes empatía, la absorbes.
No porque seas ingenuo/a, sino porque necesitas creer que puedes hacer algo para que la historia cambie.

Como explica Harvard Health Publishing, en relaciones abusivas el miedo y la culpa pueden mantenernos atados incluso cuando sabemos que estamos siendo dañados. Salir implica reconocer que el problema no era tu carácter, sino la dinámica en la que te atraparon.

Trauma bonding: cuando el cuerpo confunde el amor con el peligro

El trauma bonding es el vínculo que se forma entre víctima y agresor en un ciclo de abuso.
El cerebro asocia el alivio tras el castigo con el amor, creando un lazo muy difícil de romper.

Es la misma mecánica que hace que alguien espere una caricia del que acaba de herirle.
La contradicción genera un caos emocional tan grande que, por momentos, el cuerpo prefiere el dolor a la soledad.

En The Gottman Institute lo explican bien: los ciclos de traición, reparación y promesa crean una ilusión de intimidad que sustituye al vínculo real.

Cuando estás en ese tipo de relación, no puedes pensar con claridad.
No porque no quieras, sino porque tu sistema de defensa está secuestrado por el miedo y la esperanza.
Y ambas cosas a la vez.

Salir de ahí no se hace con fuerza de voluntad, sino con acompañamiento terapéutico.
Con espacios donde te sientas segura, escuchada y creída.

Cómo empezar a salir del ciclo

No hay una fórmula mágica, pero sí pasos reales.
Y aunque duela, el primero es ver lo que hay.

1. Nómbralo

No es un “problema de pareja”, es manipulación emocional.
Y eso tiene consecuencias psicológicas reales.

2. No intentes curar al otro

Cada vez que intentas salvarle, te abandonas a ti.
Tu energía no puede ir a tapar agujeros ajenos mientras sangras.

3. Vuelve a tu cuerpo

Practica lo que en terapia llamamos anclaje: respirar, sentir el suelo, observar sin juzgar.
Son pequeños actos de presencia que te devuelven al ahora. Riega tu jardín

4. Pide ayuda

Buscar apoyo psicológico no es rendirse. Es empezar a cuidarte de verdad.
Puedes reservar una sesión de acogida gratuita para que podamos acompañarte.

5. Calma tu mente

Después de tanto caos, tu mente seguirá repitiendo la historia una y otra vez.
Por eso creé el curso Calla tu Mente, una guía práctica para entrenar la mente y reconectar con tus valores cuando la ansiedad se apodera de ti. Porque sanar no es olvidar, es reeducar la relación contigo mismo/a.

Recuperar la voz

A veces, lo más valiente no es enfrentarte al otro, sino volver a creerte a ti.
Recuperar la confianza en tu percepción, en tu intuición y en tus emociones.

Sanar una relación destructiva no es solo cerrar un capítulo. Es reescribir tu historia sin miedo a ser tú.

Y cuando eso ocurre, la culpa deja de tener poder. Y aparece algo más honesto: la responsabilidad de cuidarte.

Si estás viviendo algo así

No tienes que hacerlo sola. En terapia trabajamos precisamente esto:
reconstruir la confianza, reconocer los patrones y volver a sentirte segura en ti.

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Etiquetas :

Ansiedad,Autoestima,Pareja,Psico Educación,Relaciones,Salud mental,Trauma

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Se trata de un proceso en fases:

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    En primer lugar tendrá lugar la sesión de acogida de unos 15-20 min. con la coordinadora del equipo de psicólogos, donde trasladarás cual es tu necesidad en cuanto al problema que te trae a consulta y te daremos toda la información que necesitas.

  • Te asignamos al mejor psicoterapeuta para tus necesidades

    Si decides empezar la terapia psicológica para la ansiedad con nosotros, se te asignará un psicólogo o psicóloga de nuestro equipo de profesionales especializado/a en ansiedad, con el que tendrás la sesión de valoración.

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    A partir de ahí se establecerá un plan personalizado y consensuado contigo para que así puedas lograr tus objetivos terapéuticos para solucionar los problemas que la ansiedad está causando en tu vida y puedas alcanzar la metas que quieres en tu vida. El plan de trabajo puede incluir trabajo para casa porque terapia no es solo lo que ocurre en sesión sino también lo que haces con lo que trabajas en sesión en el día a día.