Aunque las usemos indistintamente... ¿Sabemos cuál es la diferencia entre miedo, fobia y ansiedad?
Vamos por partes...
El miedo es la reacción de nuestro cuerpo ante un peligro real o imaginario.
Ante un estímulo que consideramos amenazante se activa el sistema nervioso simpático: aumenta la producción y liberación de adrenalina, se dispara el ritmo cardiaco para bombear más sangre, se dilatan las pupilas y comenzamos a sudar, entre otras cosas.
Todo, para emprender la acción de huida o lucha que es cómo, a través de los milenios, el ser humano se ha enfrentado al peligro.
Tiene sentido ¿no?
Se oía un trueno a lo lejos, allá hace 70000 años y lo más adaptativo era que tu cuerpo se preparase para ponerse a cubierto.
Sobrevivió quien más miedo tenía.
Somos las descendencia de lxs más miedosxs.
Comprobamos, por lo tanto, que el miedo no es malo en sí. El miedo nos mantiene con vida.
El problema viene cuando a esta reacción lógica y natural le añadimos todo el componente cognitivo del que es capaz el ser humano. Cantidades ingentes de supuestos que ni están pasando ni son probables que pasen.
Diferencia entre miedo y trastorno de ansiedad
Aunque hoy se use la palabra ansiedad a lo loco, de lo que queremos hablar hoy es de los trastornos de ansiedad, específicamente del trastorno de ansiedad generalizada y las fobias.
Se entiende que alguien sufre un trastorno de ansiedad cuando lo que se teme es inexistente o muy improbable y/o la reacción es desproporcionada y, por lo tanto desadaptativa.
Pongo un ejemplo:
Vamos conduciendo por la autovía y empieza a nevar. Cada vez nieva más y más y ya hay varios centímetros en la carretera. La visibilidad disminuye y no controlamos el coche como normalmente lo hacemos. Nuestro cuerpo se tensa. Entramos en modo alerta: descarga de adrenalina, sudoración, incluso posible sensación de taquicardia. Es la forma que el cerebro tiene de mantenernos vigilantes, en activo, por lo que pueda pasar.
Puede que no sea la sensación más agradable del mundo, pero no deja de ser una respuesta adaptativa a la situación.
Misma carretera. El miedo va aumentando. La cabeza empieza a recordar noticias de personas que murieron en accidentes o que se perdieron en tormentas de nieve. Imaginas la noticia en el periódico. La respiración se agita y comienzan los temblores. Te asustas por lo intenso de la reacción de tu cuerpo. Ahora piensas que puede darte algo, que no es normal. El hormigueo en las manos te dificulta conducir.
Esto no es adaptativo.
El método que nuestro cuerpo tiene para protegernos es el mismo que nos pone en peligro cuando se lleva al extremo…
Paradójico ¿no?
¿Entonces, cómo sé hasta qué punto el miedo que siento es adaptativo?
La respuesta a esa pregunta es otra pregunta:
¿Te impide ese miedo hacer algo que es valioso para ti?
La gran diferencia entre ansiedad y ansiedad patológica es que además de que la reacción es desproporcionada a lo que ocurre, la sensación es muy muy desagradable y permanece mucho después de que el estímulo que la provocó desaparezca. Las preocupaciones se disparan y el malestar se generaliza a otros ámbitos de la vida.
Un episodio agudo de ansiedad o miedo, como el visto en el ejemplo, NO es tener un trastorno de ansiedad. Es un momento puntual y adaptativo a una situación estresante que ha requerido de activación fisiológica.
¿Y las fobias?
Las fobias son trastornos enmarcados dentro de los trastornos de ansiedad.
Es miedo, sí, pero mucho más que eso.
Se denominan específicas porque el miedo es producido por una situación u objeto en concreto. Evidentemente, hay muchos niveles, desde el simple repelús a no poder soportar ni siquiera una imagen de aquello que tememos.
Es decir, lo que diferencia la fobia es que la reacción que produce es desproporcionada respecto al peligro real.
A esto hay que añadir una evitación persistente a situaciones en las que haya o imaginemos que pueda estar el objeto fóbico. Las fobias graves, por lo tanto, pueden ser altamente incapacitantes.
Como vemos, en las fobias también los pensamientos juegan un papel determinante. Temer algo, en sí mismo, no es negativo (si ves una serpiente en el campo lo mejor es correr, para qué nos vamos a engañar). Empieza a serlo cuando vamos limitando nuestra vida por el discurso interno del ¿y si? Cuando vamos dejando de hacer cosas que nos importan por la posibilidad ínfima de encontrarnos con aquello que tememos.
Si llega a este punto, lo más útil es buscar ayuda.
¿Conocías la diferencia entre miedo, fobia y ansiedad?
¿Qué te ha parecido?
¡Cuéntanos!