“Siempre estoy cansada”
“Siento que no descanso lo suficiente”
“No pienso con claridad”
“No puedo más”
¿Te suenan alguna de estas frases?
El cansancio emocional o fatiga emocional es un estado físico y mental que se sufre cuando el entorno nos demanda más energía y atención de la que creemos que podemos ofrecer.
La exigencia autoimpuesta tiene mucho que ver ya que intentamos llegar a todo tanto en el ámbito laboral, personal y familiar, generando un estrés crónico.
Este estado es acumulativo, es decir, no ocurre de un momento a otro, sino que vamos “quemándonos” poco a poco hasta que tenemos la sensación de que lo que nos está pasando nos supera.
¿Cómo saber si tengo cansancio emocional?
No es lo mismo un estrés puntual ante un acontecimiento que somos capaces de definir que un estrés mantenido en el tiempo. En ocasiones, es más complicado abordar éste último, pues es mucho más sutil.
Suele confundirse habitualmente con anemia o bajadas de azúcar, ya que las sensaciones corporales son muy parecidas. De todas formas, lo mejor es hacerse una analítica completa para descartar orígenes orgánicos.
Aunque cada persona tiene una forma de reaccionar al estrés, los síntomas más comunes son:
- - Cansancio físico
- - Insomnio o hipersomnia
- - Dolores musculares
- - Pensamientos más intrusivos y menos controlables.
- - Falta de concentración
- - Olvidos recurrentes
- - Desinterés ante cualquier actividad/ desmotivación
- - Irritabilidad
Como vemos, el abanico es amplio y, al serlo, no se diagnostica con precisión. A consulta suele llegar gente preocupada por los olvidos o falta de concentración, ya que puede pensarse que es algún problema neurológico. Pero ¿cómo no se van a olvidar cosas si la cabeza no para en ningún momento?
Cómo puedo dejar de sentir cansancio emocional
No es un tema que se solucione fácilmente, ya que suele estar cronificado y sostenido por diferentes creencias erróneas sobre lo que deberíamos ser o hacer. Aún así, hay algunas pautas que podemos seguir para aumentar nuestro bienestar.
Escúchate
El cuerpo nos manda señales. Intenta atenderlas antes de que la cosa vaya a peor. Si siempre tenemos molestias musculares, nos cuesta levantarnos por las mañanas o los pensamientos son rápidos y desordenados es hora empezar a buscar soluciones.
Pon límites
Limita el tiempo que dedicas a quien te rodea. Aprende a decir no. No estés siempre disponible. Todo esto es muy importante. Pero más aún es ponerse límites a una misma. No se puede con todo. No hay que ser perfecta siempre. No tenemos que producir 24 horas al día.
Delega
Observa aquellas tareas que más te estresan y piensa formas de delegarlas. A veces nos cuesta ceder el control, pero contar con más tiempo es imprescindible para descargar la mente.
Baja el volumen a tu Dramaqueen
¿Qué te has estado diciendo durante toda tu vida para haber llegado a ese extremo? Hay muchas creencias irracionales que están relacionadas con la fatiga mental. La necesidad de agradar, de perfeccionismo, de todo o nada, los deberías… Toda una serie de esquemas que nos hacen pedirnos más de lo que nos podemos permitir.
Descansa
Parece obvio, ¿no? Pues a veces no lo hacemos. Y no hablo de dormir (bien) hablo de desconectar, de no hacer nada. Esta sociedad nos ha inculcado que hasta el ocio debe ser productivo ¿no es agotador? Elige qué quieres hacer, qué necesitas, y no lo que crees que deberías.
Ve a terapia.
Si tienes la sensación de que todo te supera, acude a terapia.
“Si yo estoy bien, no tengo nada por lo que preocuparme” quizá sea esta frase la que se te viene a la mente, pero no es así. En ocasiones necesitamos herramientas para manejar nuestra vida, porque nadie nos las ha enseñado antes.