Por norma general, se nos “prepara” de manera muy básica para el parto a nivel físico, y se nos cuenta que el momento del encuentro con nuestro bebé es algo tan fascinante, que todo lo vivido en el parto queda relevado a cenizas. Incluso, en algunas ocasiones hayamos podido escuchar a otras mamás hablar de la dureza del postparto, mencionando lo cansadas que están, la falta de sueño que tienen o la lentitud en su proceso de recuperación.
Pero, ¿realmente las futuras mamás o las mamás recientes sabemos a qué nos enfrentamos en nuestros postpartos? ¿Nos han “preparado” para conocer las dificultades con las que podemos encontrarnos en esta etapa de nuestras vidas?
Posiblemente la mayoría de vosotras respondáis que no. Y ese es el objetivo de este artículo, que conozcáis qué espinas podemos encontrarnos en nuestro postparto, y qué así, en el caso de toparnos con alguna de ellas, sepamos a qué nos enfrentamos y que, por supuesto, sepamos que no estamos solas.
¡Comencemos!
Separación madre-bebé
Una de las primeras dificultades que podemos encontrarnos es que nos separen de nuestros bebés tras el parto. Cuando la diada (madre-hije) es separada, no sólo sufre el bebé, también la madre. En el bebé, al separarlo de su madre, se producen una serie de respuestas en señal de protesta para volver a su zona de confort, su madre. Si esta protesta no es escuchada ni atendida, se activarán sensaciones de angustia y desesperación, además del sistema del estrés, donde elevados niveles de cortisol y adrenalina llenaran su torrente sanguíneo, lo que provocará una reducción de su temperatura y un aumento del ritmo cardíaco.
Por su parte, la madre entra en un estado de dolor muy profundo, pudiendo tener síntomas ansioso-depresivos. Inicia un estado de angustia por la separación, de enfado y desesperación. Existe tristeza por no tener a su bebé, duelo por la escena que había imaginado que viviría, y un aumento del estrés.
Duelo por el nido uterino vacío
La mujer inmersa en su postparto, ha dejado de estar embarazada y, aunque no siempre sucede, muchas refieren sensaciones de tristeza por el fin de esta etapa.
Esta situación, puede coexistir con la alegría y la satisfacción de tener a su bebé con ella. Sin embargo, aquellas que sienten esta tristeza, a menudo se sienten incomprendidas ya que la sociedad no entiende estos sentimientos de añoranza de la etapa anterior, y mucho menos, si nuestros bebes están sanos.
Es importante conocer que estas sensaciones son indicadoras de que se está atravesando ese duelo, y que es importante acompañarlas para apoyar así un postparto sano.
Amamantar
El camino de nutrir a nuestros pequeños a través de la lactancia materna, no siempre es sencillo. Podemos encontrarnos varias dificultades como grietas, mastitis, ingurgitaciones, etc., que, en caso de no poner solución, se complican, pudiendo incluso desarrollar fobia a dar el pecho en las mamás.
Frente a estos inconvenientes, es importante contar con el acompañamiento de profesionales expertos en lactancia, e incluso se ha demostrado el gran apoyo que aporta, pertenecer a grupos de lactancia y de madres. Éstos contribuyen al bienestar de las mamás, favoreciendo la confianza y la fortaleza de las mismas ante posibles presiones sociales, y también generando información y conocimientos en relación a la lactancia materna.
Disforia Postparto
Conocida más popularmente como “Baby Blues”.
Se refiere a “un estado de tristeza transitoria y leve que puede aparecer en los primeros días postparto y dura horas o pocos días y se resuelve de manera espontánea” (Ramirez, E.).
Entre sus síntomas podemos encontrar:
- La tendencia al llanto,
- Ánimo deprimido,
- Ansiedad,
- Problemas para dormir
- Fatiga
- Preocupaciones excesivas por el bebé.
Tiene una prevalencia del 40% al 60% (Jasedric, 2017), y aún así es una autentica desconocida para muchas mujeres. Éste hecho, el desconocimiento de que la disforia postparto existe, provoca en las mamás sentimientos de culpa y vergüenza por sentirse así, ya que la sociedad espera de ellas que estén felices y radiantes por tener a sus bebés junto a ellas.
Transformación
“El nacimiento de un niño y la responsabilidad de su vida causan cambios en la identidad femenina e implican cambios en sus relaciones personales y en todas las relaciones sociales. Por un lado, en el cambio de su identidad, la mujer pasa a asumir una nueva condición de sí, de la vida, de las relaciones, de los demás, provocando una transformación de comportamiento, posturas y finalmente un cambio completo en su autoimagen. Y, por otro, la sociedad al imponer papeles, fundamentalmente, exige ciertos posicionamientos y actitudes que la relegan a una condición de cumplidor de su deber” (Giordani et al., 2018).
Al convertirse en madre, la mujer ve transformada su vida anterior en todos los ámbitos: laboral, social, familiar y de pareja, adaptándose a los ritmos de su bebé y colocándolo en el
centro de las prioridades. Esto mismo ocurre en la pareja.
Es por ello por lo que muchos autores señalan que la maternidad es una verdadera crisis vital.
Sueño
Por todos y todas es sabido que dormir es una necesidad vital. Sin embargo, cuando estamos inmersas en el postparto, las madres ven sus ciclos del sueño interrumpidos, lo que las hace estar más cansadas en el día y que su estado emocional y las fuerzas para afrontar el día no sean las óptimas.
Esta situación, no solo afecta a las madres. Puede incluso afectar a la pareja y a todo el sistema familiar.
Varias investigaciones comunican que para favorecer el descanso materno y de la criatura, los recién nacidos duerman cerca de su madre, por ejemplo, practicando el colecho de forma segura.
Soledad
Por lo general, cuando se produce la incorporación de la pareja al puesto de trabajo, la mujer queda sola en casa con su bebé, al frente del cuidado de la casa y de los demás hijos, en el caso de tenerlos.
Esta sensación de soledad, sumada al cansancio y la falta de sueño pueden repercutir negativamente en el estado emocional de la madre. Estas realidades dificultan a la madre la
posibilidad de ocuparse en plenitud del cuidado del recién nacido. Es por ello por lo que se considera muy beneficioso que la madre tenga apoyos para evitar sensaciones de sobrecarga, ya que éstas pueden ser una variable influyente en el desarrollo de sintomatología depresiva postparto.
Sexualidad
El embarazo, parto y postparto, así como la lactancia materna, son considerados eventos de la vida sexual y reproductiva de la mujer. Al ser la sexualidad un fenómeno biopsicosocial, vamos a tratar todas estas áreas por separado.
Por un lado, teniendo en cuenta el aspecto biológico, se ha observado que en los primeros 6 meses aproximadamente del postparto, existe un menor deseo sexual en la mujer,
especialmente si ésta da lactancia materna exclusiva. Al alumbrar la placenta, los estrógenos y la progesterona caen, y la prolactina se incrementa para dar comienzo a la lactancia. Este hecho es lo que producirá esta disminución en el deseo sexual de la madre puérpera además de una posible escasa lubricación.
A nivel psicológico, la mujer acaba de vivir un episodio fuerte tanto a nivel físico como emocional, como es el parto. Según haya sido el transcurso de éste, la mujer se sentirá mas o
menos preparada para retomar las relaciones sexuales. Otros aspectos que nos encontramos en esta área, es el hecho de que muchas mujeres pueden sentir rechazo a que se les toque el pecho, ya que sienten que ese espacio es lo que aporta los nutrientes a su hijo, y dejan de verlo, por un tiempo, como una zona erógena. Lo mismo puede ocurrir con la vagina, teniendo en cuenta que el parto es reciente, la vuelta a considerarla un espacio sexual es extraño para algunas mujeres.
Presiones sociales
Llega un momento en la que toda mujer puérpera empezará a recibir presiones para volver al mundo externo, para hacer dietas, para hacer ejercicio y recuperar su figura, etc.
Estas presiones y la idea de que pronto se han de incorporar al mundo laboral, afecta a la vivencia psíquica que las mujeres tienen de su postparto, y en muchas ocasiones lo viven con estrés y presión.
Para que me entendáis, es como si la mujer estuviera en una carrera contrareloj en la que se le pide que vuelva a ser la de antes, estando todavía ubicándose en su nuevo rol de madre.
Por otro lado, nos encontramos con la presión de ser una buena madre. Sin embargo, ser una buena madre es algo totalmente subjetivo. Lo que para mi signifique ser buena madre, no tiene que ser lo mismo que para ti. Por tanto, hemos de respetar la opinión de cada madre y en todo caso optar prioritariamente por la información y el acompañamiento mas que por la presión y el juicio.
En nuestra sociedad, por lo general, impera un modelo de vuelta a la normalidad, de madres todopoderosas que pueden con millones de tareas, incluyendo el cuidado del bebe, volver al trabajo, el cuidado del hogar, el cuidado de la pareja y el cuidado propio.
Pero, ¿es esto real o es una meta fantástica que solo genera ansiedad en las madres que intentan alcanzarla?