7 ejemplos más interesantes del síndrome de Estocolmo según un psicólogo

sindrome de estocolmo. parejos volando en una ciudad. blanco y negro

El síndrome de Estocolmo es uno de los fenómenos psicológicos más fascinantes y complejos. Aunque su nombre proviene de un secuestro en Suecia en 1973, este síndrome describe una situación en la que la víctima de secuestro, abuso o control desarrolla un apego emocional, simpatía o incluso lealtad hacia su captor. Este fenómeno ha sido objeto de estudio en la psicología, pues plantea interrogantes sobre cómo funciona nuestra mente en situaciones extremas de supervivencia. En este artículo, exploraremos siete ejemplos interesantes del síndrome de Estocolmo que nos ayudará a comprender mejor cómo y por qué ocurre este fenómeno.

1. El origen: El asalto al banco de Estocolmo (1973)

El ejemplo más conocido y que dio nombre al síndrome es el famoso secuestro ocurrido en un banco en Estocolmo, Suecia. En agosto de 1973, Jan-Erik Olsson intentó robar el banco Kreditbanken y, en el proceso, tomó a cuatro empleados como rehenes durante seis días. Lo sorprendente fue que, tras su liberación, los rehenes mostraron signos de apego y comprensión hacia sus captores, llegando incluso a defenderlos en entrevistas y negándose a testificar en su contra. Desde una perspectiva psicológica, esto puede interpretarse como un mecanismo de defensa en situaciones donde las víctimas se sienten dependientes de sus captores para su supervivencia, un fenómeno que se ha visto repetido en otros casos de secuestro y abuso.

2. Patty Hearst: Del secuestro al activismo (1974)

Uno de los casos más impactantes del síndrome de Estocolmo es el de Patty Hearst, nieta del magnate de los medios William Randolph Hearst. En 1974, Patty fue secuestrada por el grupo terrorista conocido como el Ejército Simbiótico de Liberación (SLA, por sus siglas en inglés). A los pocos meses de su secuestro, Hearst sorprendió al mundo al unirse públicamente a la causa de sus captores y participar en robos de bancos en su nombre. Años más tarde, Hearst fue capturada por las autoridades, pero su defensa alegó que sufría el síndrome de Estocolmo. Este caso pone de manifiesto cómo, bajo amenazas y coerción, la mente puede adaptarse para sobrevivir, generando empatía hacia los agresores.

3. El caso de Natascha Kampusch (1998-2006)

Natascha Kampusch fue secuestrada a los 10 años por Wolfgang Přiklopil y retenida durante más de ocho años en un sótano en Austria. A pesar de las condiciones inhumanas a las que fue sometida, Kampusch desarrolló una relación ambigua con su captor, llegando a describirlo como "una parte de su vida". Incluso tras escapar en 2006, expresó cierta compasión hacia Přiklopil. Desde el punto de vista de la psicología, este caso ilustra cómo el síndrome de Estocolmo no se trata únicamente de una respuesta emocional, sino también de una estrategia de adaptación frente a una situación de control total.

4. Elizabeth Smart: Una historia de supervivencia y resiliencia (2002)

Elizabeth Smart fue secuestrada en 2002 a los 14 años por Brian David Mitchell y Wanda Barzee en Utah, Estados Unidos. Durante los nueve meses que estuvo cautiva, Smart fue sometida a abuso físico y psicológico. Lo notable de su caso fue cómo, tras ser liberada, habló sobre los mecanismos que utilizó para sobrevivir, incluyendo la sumisión a sus captores para evitar castigos mayores. Aunque en su caso no mostró una defensa pública de sus captores, su historia ejemplifica cómo las víctimas pueden desarrollar mecanismos psicológicos para sobrellevar la situación, incluso cuando no se trata del síndrome de Estocolmo clásico.

5. El secuestro de Jaycee Lee Dugard (1991-2009)

Jaycee Lee Dugard fue secuestrada a los 11 años por Phillip y Nancy Garrido y retenida durante 18 años en California, Estados Unidos. Durante su cautiverio, Dugard desarrolló una dependencia emocional hacia sus captores, en especial hacia Phillip Garrido, quien abusaba de ella repetidamente. A pesar del horror de su situación, Dugard no intentó escapar y llegó a aceptar su realidad. Este caso destaca cómo el síndrome de Estocolmo puede surgir en situaciones donde las víctimas son manipuladas psicológicamente para creer que la única forma de sobrevivir es mantener una relación de sumisión con sus captores.

6. La familia Fritzl: Josef Fritzl y su hija Elisabeth (1984-2008)

El caso de Josef Fritzl es uno de los más perturbadores. Fritzl mantuvo a su hija Elisabeth cautiva en un sótano durante 24 años, donde abusó de ella y tuvo siete hijos fruto de la violación. Aunque Elisabeth eventualmente fue liberada, la dinámica que se creó entre ella y su padre/captor fue una forma extrema de control y manipulación. Desde una perspectiva psicológica, este caso no solo destaca el poder del abuso psicológico y físico, sino cómo las víctimas, en su lucha por sobrevivir, pueden desarrollar un sentido de apego hacia sus agresores para sobrellevar su sufrimiento.

7. El caso de Mary McElroy (1933)

Mary McElroy fue secuestrada en 1933 por un grupo de hombres que la mantuvo cautiva en un sótano por varios días. Tras su liberación, Mary no solo se negó a testificar en contra de sus secuestradores, sino que también abogó por una sentencia más indulgente para ellos. McElroy expresó que había llegado a simpatizar con sus captores y sentía que, de alguna manera, ellos también eran víctimas de las circunstancias. Su caso refleja cómo el síndrome de Estocolmo puede manifestarse no solo en situaciones prolongadas, sino también en secuestros de corta duración, donde la presión psicológica y el miedo pueden generar una conexión entre víctima y captor.

¿Por qué ocurre el síndrome de Estocolmo?

Desde una perspectiva psicológica, el síndrome de Estocolmo puede entenderse como una respuesta de supervivencia. En situaciones de extremo estrés, miedo o peligro, el cerebro humano busca maneras de adaptarse para reducir el sufrimiento. Crear un vínculo emocional con el captor puede ser una forma de aliviar el miedo constante y encontrar una estrategia para evitar más daño. Además, las víctimas pueden experimentar una disonancia cognitiva, donde sus emociones hacia el captor se confunden con sentimientos de gratitud cuando reciben pequeños actos de bondad.

¿Qué nos enseñan estos casos?

El síndrome de Estocolmo es un fenómeno complejo que desafía nuestras percepciones sobre el control, la manipulación y la supervivencia. Cada caso presenta una dinámica única entre el captor y la víctima, pero todos comparten la misma base psicológica: la lucha por sobrevivir en condiciones extremas. Estos ejemplos nos muestran cómo, en circunstancias de abuso o cautiverio, el cerebro humano puede adaptarse de maneras sorprendentes e incomprensibles para aquellos que no han vivido esa experiencia.

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Referencias:

  1. Cantor, C., & Price, J. (2007). "Traumatic entrapment, appeasement and complex post-traumatic stress disorder: evolutionary perspectives of hostage reactions, domestic abuse and the Stockholm syndrome". Australian and New Zealand Journal of Psychiatry.
  2. Lifton, R. J. (1986). The Nazi Doctors: Medical Killing and the Psychology of Genocide. Basic Books.
  3. Natascha Kampusch: "3096 días". Editorial Planeta, 2010.
  4. "Patty Hearst: Tania's Story". TIME Magazine, 1975.
  5. Smart, E. (2013). My Story. St. Martin's Griffin.
  6. Jaycee Lee Dugard (2011). A Stolen Life: A Memoir. Simon & Schuster.
  7. Fritzl, E. (2010). La Prisión de mi Padre. Editorial Grijalbo.
  8. "The Stockholm Syndrome: A Surprising Case". Psychology Today, 2016.

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Psicología

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