El trauma no es solo un recuerdo doloroso. Es un estado del sistema nervioso.
No basta con decirnos “eso ya pasó” porque, aunque racionalmente lo sepamos, el cuerpo sigue reaccionando como si estuviéramos en peligro. Y aquí es donde la neurociencia nos da respuestas: ¿por qué una experiencia se queda grabada de forma tan intensa? ¿Por qué no podemos simplemente “superarla” con lógica?
📌 Te lo explico desde el punto de vista neuropsicológico y con un enfoque de psicología contextual. Porque entenderlo es el primer paso para dejar de culparte y empezar a sanar.
El trauma es un problema de procesamiento, no de fragilidad
Cuando vivimos algo que nos sobrepasa, nuestro cerebro entra en modo supervivencia. Aquí es donde entra en juego el sistema límbico, la parte más primitiva del cerebro encargada de las emociones y las respuestas de lucha, huida o congelación (Van der Kolk, 2014).
Si la experiencia se procesa de forma adecuada, nuestro cerebro la archiva como un recuerdo del pasado. Pero si fue demasiado intensa o no tuvimos los recursos para afrontarla, el cerebro no la almacena bien. Y el problema es que cuando un recuerdo no se procesa, se repite.
📌 La amígdala (nuestro detector de peligro): Se hiperactiva, como si estuviera en modo alerta constante, escaneando el entorno en busca de señales de peligro.
📌 El hipocampo (nuestra memoria de contexto): No archiva la experiencia como “pasado”, sino que la mantiene en el presente. Por eso, aunque racionalmente sepamos que ya no estamos en peligro, el cuerpo reacciona como si sí lo estuviéramos (Herman, 1992).
📌 La corteza prefrontal (nuestro control racional): Se desconecta cuando estamos activados por el trauma. Es por eso que a veces nos cuesta razonar cuando nos sentimos amenazados.
💡 Resultado: Sabes que estás a salvo, pero tu cuerpo no se lo cree.
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¿Cuándo y cómo se genera un trauma en el cerebro?
No todo lo que nos duele es trauma, y no todo trauma viene de grandes eventos. El trauma no se define solo por lo que ocurrió, sino por cómo lo procesó tu sistema nervioso.
🧠 Cuando el cerebro percibe una amenaza, activa el eje HHA (hipotálamo-hipófisis-adrenales), liberando cortisol y adrenalina. Esto nos ayuda a reaccionar rápido. Pero si la amenaza es demasiado intensa o se mantiene en el tiempo, el sistema se desregula (Perry & Szalavitz, 2006).
Según Schore, existen dos tipos principales de trauma:
1️⃣ Trauma de evento único (T-EPT): Situaciones como accidentes, abusos, catástrofes. La mente no puede procesarlo y el sistema nervioso queda atrapado en una respuesta de peligro.
2️⃣ Trauma complejo o relacional (T-CPT): No hay un solo evento, sino una acumulación de experiencias que impactan en la regulación emocional. Crecer en un ambiente donde no te sentías seguro/a, recibir críticas constantes o vivir con incertidumbre emocional puede generar el mismo impacto en el cerebro que un trauma agudo.
¿Cómo lo notas?
✔️ Reactividad emocional sin entender por qué.
✔️ Sensación de vivir en estado de alerta o desconexión.
✔️ Flashbacks o recuerdos corporales inesperados.
✔️ Dificultad para regular emociones o relaciones.
¿Y qué hacemos con esto?
La buena noticia es que el cerebro es plástico, es decir, puede cambiar y sanar. Pero no lo hará solo con racionalizar el problema. El trauma no se supera pensando, se supera sintiendo de forma segura.
💡 Estrategias para regular el sistema nervioso:
🔹 Terapias basadas en la regulación corporal: Métodos como EMDR (Shapiro, 1989), terapia somática y neurofeedback ayudan a reprocesar los recuerdos y bajar la activación de la amígdala.
🔹 Ejercicios de grounding y respiración: Anclarnos en el presente ayuda a que el hipocampo integre la experiencia como pasado.
💡 ¿Necesitas ayuda para entender lo que te pasa?
Si sientes que tu cuerpo reacciona aunque tu mente te diga que todo está bien, no estás loco/a. Es tu sistema nervioso pidiéndote ayuda.
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💡 Recuerda: No necesitas seguir atrapado/a en el pasado. Hay formas de que tu cerebro y tu cuerpo vuelvan a sentirse seguros.
Fuentes:
- Van der Kolk, B. (2014). The Body Keeps the Score: Brain, Mind, and Body in the Healing of Trauma. Penguin Books.
- Herman, J. (1992). Trauma and Recovery: The Aftermath of Violence–From Domestic Abuse to Political Terror. Basic Books.
- Perry, B. & Szalavitz, M. (2006). The Boy Who Was Raised as a Dog: And Other Stories from a Child Psychiatrist's Notebook. Basic Books.
- Schore, A. (2012). The Science of the Art of Psychotherapy. W. W. Norton & Company.
- Shapiro, F. (1989). “Eye Movement Desensitization: A New Treatment for Post-Traumatic Stress Disorder.” Journal of Behavior Therapy and Experimental Psychiatry, 20(3), 211-217.
- Porges, S. (2011). The Polyvagal Theory: Neurophysiological Foundations of Emotions, Attachment, Communication, and Self-Regulation. W. W. Norton & Company.