Hay experiencias que llevan el sello oficial de “esto sí es un trauma” y otras que, aunque marquen igual, se minimizan o se ridiculizan.
El trauma no solo deja huella en la mente y el cuerpo, también viene con un juicio social. Si dices “viví un accidente grave”, todo el mundo lo valida. Si dices “mi madre nunca me abrazó”, puede que la respuesta sea “bueno, pero al menos tenías techo y comida”. Como si solo ciertas heridas merecieran atención y las demás fueran dramas exagerados.
Pero el trauma no funciona por ranking. No es un concurso de desgracias. Se trata de lo que nos ha moldeado, de lo que seguimos cargando aunque no se vea.
Los diferentes tipos de trauma (y por qué todos son válidos)
El trauma no es solo algo que te deja temblando después de un accidente. No siempre se trata de algo “espectacular”. Muchas veces, es un goteo constante, una serie de pequeñas heridas que terminan convirtiéndose en una marca indeleble.
✔️ Trauma agudo: Un impacto puntual y abrumador, como un accidente, una agresión o una pérdida repentina. Algo que parte la vida en un "antes y después".
✔️ Trauma crónico: Cuando el daño no es un solo golpe, sino algo repetitivo. Bullying, abuso emocional, negligencia, crecer en un ambiente de tensión constante… No hace falta que sea algo “grande” para que termine dejando cicatrices.
✔️ Trauma complejo: Ocurre en la infancia y no solo afecta cómo nos sentimos, sino quién creemos que somos. Si de niño/a nunca fuiste escuchado, si creciste sintiéndote insuficiente, si el amor que recibiste dependía de lo bien que te portaras, ese aprendizaje sigue dentro de ti, aunque no siempre lo reconozcas como trauma.
Y aquí viene el problema: el trauma no siempre se reconoce como tal. Si el mundo te dice que lo que viviste no fue tan grave, puedes pasar años justificando por qué te sientes así sin entenderlo del todo.
¿Necesitas ayuda? Reserva una sesión de acogida gratuita para entender como podemos ayudarte.
Cuando el mundo minimiza tu dolor, pero tu cuerpo no se deja engañar
La mente puede decir “esto no fue tan grave”, pero el cuerpo lo recuerda. La ansiedad, el miedo irracional al rechazo, la culpa constante, la sensación de que nunca es suficiente… todo eso son rastros de una historia que aún necesita ser escuchada.
- Si creciste en una casa donde nunca te gritaron, pero siempre te hicieron sentir que no eras suficiente, puede que hoy tengas un pánico irracional a equivocarte.
- Si te dijeron “tienes que ser fuerte” cada vez que mostraste dolor, puede que hoy te cueste pedir ayuda porque te sientes débil si lo haces.
- Si en tu infancia el amor dependía de lo que hacías bien, puede que hoy sientas que necesitas ganarte cada vínculo, que si te relajas demasiado o dejas de dar, las personas se irán.
El trauma es más que un recuerdo. Es un patrón que se queda incrustado en cómo te relacionas contigo mismo y con los demás.
¿Cómo empezar a sanar lo que nunca se reconoció como trauma?
1️⃣ Date permiso para validar tu experiencia. No importa si “había gente peor”. Si te marcó, es real. Si duele, es legítimo.
2️⃣ Observa cómo se manifiesta en tu presente. ¿Reaccionas de forma exagerada ante ciertas situaciones? ¿Te sientes en peligro cuando no lo hay? ¿Te cuesta confiar en las personas, incluso en las que no te han dado motivos para dudar? Todo eso son pistas.
3️⃣ Reescribe la historia que te contaste. Quizá creciste pensando que eras demasiado sensible, cuando en realidad solo eras un niño o una niña buscando afecto. Quizá aprendiste a minimizar tu dolor porque en tu entorno no había espacio para él. Hoy puedes cambiar esa narrativa.
4️⃣ Busca ayuda. No tienes que hacerlo solo/a. Trabajar estas heridas con un profesional puede ayudarte a dejar de repetir patrones y empezar a vivir con más ligereza.
Si sientes que reaccionas de formas que no terminas de comprender, no es que estés exagerando. Es que lo que viviste sigue vivo en ti.
💡 Si quieres entender mejor tu historia y cómo empezar a sanarla, podemos acompañarte. Reserva tu primera sesión de acogida gratuita aquí.
Si te ha gustado este artículo y quieres recibir contenido útil y práctico como este directamente en tu bandeja de entrada, te invito a suscribirte a mi newsletter mensual.
Encontrarás reflexiones, herramientas y recursos para seguir creciendo y cuidándote. ¡Suscríbete ahora aquí! 💌