✨​Descifrando los Complejos: ¿Qué Son y Cómo Superarlos?✨​

En el fascinante viaje de exploración de la mente humana, en este post ahondaremos en el intrigante mundo de los complejos.

Estos patrones de pensamiento arraigados pueden influir en cómo nos percibimos a nosotros mismos y cómo nos relacionamos con el mundo. ¿Pero qué diablos son y cómo podemos liberarnos de sus garras psicológicas?

¿Qué es un complejo y cómo se forma?

Imagínate a los complejos como esos hámsters que corren en su rueda mental, dando vueltas y vueltas sin llegar a ninguna parte. En términos más técnicos, un complejo es un patrón de pensamiento y comportamiento arraigado, generalmente desarrollado a partir de experiencias pasadas que nos han marcado de alguna manera. Los complejos influyen en la autoimagen, la autoestima y la forma en que alguien se relaciona con los demás.

¿Un ejemplo clásico? El complejo de inferioridad. ¿Te suena aquella vocecita que te dice que no eres lo suficientemente bueno? Bingo, eso es un complejo de inferioridad en acción.

Este complejo consigue que las personas se  sientan constantemente insuficientes o menos valiosas que los demás, incluso cuando las circunstancias objetivas no respaldan esa percepción. 

Pero… ¿por qué se mantienen?

Los complejos son como esa amiga que nunca se va de tu casa después de una fiesta. Se quedan, se instalan y se aferran a tu cerebro como si fuera el mejor lugar del mundo.

Estudios científicos sugieren que los complejos se mantienen gracias a una mezcla de factores: experiencias pasadas, mensajes negativos internalizados y, a veces, la tendencia natural de la mente humana a recordar más fácilmente las críticas que los elogios.

Complejos respecto a nuestro físico

La preocupación por el físico y la aparición de complejos relacionados con la imagen corporal son fenómenos complejos que pueden estar influenciados por una variedad de factores. Algunas de las razones comunes por las que las personas pueden desarrollar complejos sobre su físico incluyen:

  1. Presiones sociales y culturales: La sociedad y los medios de comunicación a menudo promueven estándares de belleza poco realistas, lo que puede llevar a comparaciones y sentimientos de insuficiencia en relación con la apariencia física.
  2. Experiencias personales: Comentarios negativos, burlas o experiencias traumáticas relacionadas con la apariencia física pueden contribuir al desarrollo de complejos.
  3. Expectativas personales: Las expectativas personales, a menudo influenciadas por experiencias pasadas o modelos a seguir, pueden llevar a la percepción de que uno no cumple con ciertos estándares, por otra parte, inalcanzables.
  4. Trastornos alimentarios: Las preocupaciones excesivas por la imagen corporal también pueden estar asociadas con trastornos alimentarios como la anorexia o la bulimia.

¿Puede un complejo convertirse en un trastorno psicológico?

Un complejo se convierte en un problema psicológico cuando la intensidad de los pensamientos y sentimientos asociados es muy alta, así como del impacto que tienen en la vida cotidiana y el bienestar emocional de la persona. Algunas señales de que un complejo puede haberse convertido en un problema psicológico incluyen:

  • Impacto en la calidad de vida: Si los pensamientos sobre la apariencia física afectan significativamente la calidad de vida de una persona, como su capacidad para socializar, trabajar o disfrutar de actividades diarias.
  • Baja autoestima persistente: Un complejo que contribuye a una baja autoestima constante puede indicar un problema más profundo.
  • Comportamientos extremos: Si los complejos llevan a comportamientos extremos, como dietas muy restrictivas, exceso de ejercicio o la evitación de situaciones sociales, podría ser un signo de un problema más serio.

En estos casos, la intervención de un profesional de la salud mental, como un/a psicólogx o terapeuta, puede ser beneficiosa para abordar los complejos y trabajar hacia una imagen corporal más saludable y una mayor autoaceptación.

¡La buena noticia!

La psicología tiene un arsenal de estrategias para ayudarte a dejar atrás esos complejos molestos.

Conócete

La autoconciencia es como la luz del sol para los complejos. Observa esos patrones de pensamiento, identifica de dónde provienen y ponte a ti mismo bajo el microscopio emocional.

Cambia tu narrativa

¿Te dices a ti mismo constantemente que no eres lo suficientemente bueno? Cambia ese disco rayado. Cultiva pensamientos positivos y realistas sobre ti mismo.

Abraza tus fortalezas

Todos somos superhéroes o superheroínas en alguna área de nuestras vidas. ¡Descubre cuáles son tus superpoderes y abrázalos!

En el épico viaje de la vida, los complejos pueden ser como esos obstáculos en un videojuego. Pero, al igual que en el videojuego se superan las diferentes fases y desafíos, tú también puedes conquistar tus complejos. La clave está en la autoexploración, el amor propio y, por supuesto, en recordar que estamos en este viaje juntxs. 🌈✨

✨​¿Quién maneja mi barca?✨​

La primera vez que escuché en la carrera el término “locus de control” me pareció el típico rollo académico alejado de la realidad de la psicología.

Gran error el mío.

El locus de control es un concepto fundamental que nos explica muchas conductas y ciertos rasgos de comportamiento. Además, como puede ser causa de algunos problemas emocionales, conocerlo implica también aprender a cambiarlo, y, así, mejorar nuestro bienestar. 

¿Qué es el locus de control?

Para adentrarnos en el tema, es esencial comprender qué significa exactamente el locus de control. Este concepto, introducido por Julian Rotter en la década de 1950, se refiere a la percepción que una persona tiene sobre la medida en que controla su vida. En otras palabras, ¿las circunstancias son el resultado de nuestras propias acciones (locus de control interno) o son determinadas por fuerzas externas más allá de su control (locus de control externo)?

¿Cómo se forma?

Para comprender cómo se forma el locus de control, es crucial examinar sus orígenes. Investigaciones recientes sugieren que la interacción entre factores genéticos y ambientales contribuye al desarrollo de esta orientación psicológica. Estudios gemelares han demostrado una predisposición genética en la inclinación hacia un locus de control interno o externo, pero el entorno en el que una persona crece y se desarrolla desempeña un papel significativo en la determinación final.

Numerosos estudios han destacado la importancia de la infancia en la formación del locus de control. La calidad de las relaciones parentales, el estilo de crianza y las experiencias tempranas pueden moldear la percepción de un individuo sobre la causalidad de los eventos en su vida. Por ejemplo, la presencia de modelos a seguir con un locus de control interno puede fomentar el desarrollo de esta orientación en los niños.

Locus de Control y su relación con la salud Psicológica

El locus de control no solo es una característica psicológica interesante, sino que también está vinculado estrechamente con la adaptación psicológica. Investigaciones han revelado que las personas con un locus de control interno tienden a enfrentar mejor el estrés y a tener una mayor sensación de autonomía y bienestar psicológico. Por otro lado, aquellos con un locus de control externo pueden ser más propensos a experimentar ansiedad y depresión, ya que perciben que tienen poco control sobre su entorno.

La falta de control sobre la propia vida o decisiones puede tener una serie de implicaciones psicológicas como por ejemplo:  

Estrés y Ansiedad

La percepción de no tener control puede generar estrés crónico y ansiedad. La sensación de impotencia frente a situaciones difíciles puede contribuir a la activación constante del sistema de respuesta al estrés, lo que, a largo plazo, puede tener efectos negativos en la salud mental.

Depresión

La falta de control también se asocia con la depresión. Las personas que sienten que no pueden influir en su entorno o en sus propias vidas pueden experimentar una sensación de desesperanza y abatimiento, contribuyendo al desarrollo de la depresión.

Baja Autoestima

La percepción constante de no tener control puede afectar la autoestima. Las personas pueden comenzar a cuestionar sus habilidades y valía personal, lo que puede llevar a una baja autoestima y a la creencia de que no son capaces de influir positivamente en sus vidas.

Falta de Motivación

La falta de control puede llevar a la pérdida de motivación. Si una persona no percibe que sus esfuerzos produzcan resultados significativos, es probable que disminuya su motivación para establecer metas y perseguir objetivos.

Incapacidad para Afrontar Desafíos

Las personas con un bajo sentido de control a menudo tienen dificultades para afrontar desafíos. Pueden sentirse abrumadas por las adversidades y tener dificultades para desarrollar estrategias efectivas de afrontamiento.

Impacto en las Relaciones Sociales

La falta de control también puede afectar las relaciones sociales. Las personas que se sienten impotentes pueden volverse más dependientes de los demás o, en algunos casos, retirarse socialmente debido a la percepción de que no tienen control sobre sus interacciones.

Impacto en la Salud Física

   – La falta de control también puede tener implicaciones para la salud física. La tensión constante asociada con la falta de control puede contribuir a problemas de salud como trastornos cardiovasculares, problemas gastrointestinales y otros síntomas físicos.

Implicaciones en la Toma de Decisiones y el Logro Académico

Estudiantes con un locus de control interno pueden estar más motivados, asumir responsabilidad por sus acciones y esforzarse por alcanzar metas académicas. En contraste, aquellos con un locus de control externo pueden ser más propensos a atribuir sus éxitos o fracasos a factores externos, lo que puede afectar negativamente su rendimiento.

Es importante señalar que estas implicaciones pueden variar en intensidad según la persona y la situación específica. La percepción de falta de control no siempre se traduce directamente en estas consecuencias, y factores como el apoyo social, la resiliencia y las habilidades de afrontamiento pueden moderar estos efectos. Sin embargo, reconocer la importancia del locus de control en la salud mental es fundamental para abordar y mitigar sus posibles impactos negativos.

¿Es posible modificarlo?

Cambiar de un locus de control externo a uno interno es un proceso gradual que implica reflexión, conciencia y acciones concretas. Aquí hay algunas estrategias que pueden ayudarte a realizar este cambio:

1. Autoconciencia

El primer paso para cambiar tu locus de control es ser consciente de tu perspectiva actual. Reflexiona sobre cómo percibes las causas de los eventos en tu vida. ¿Atribuyes tus éxitos y fracasos a factores externos o a tus propias acciones y esfuerzos? La autoevaluación honesta es esencial.

2. Identificación de Creencias Limitantes

Identifica las creencias limitantes que puedan estar contribuyendo a tu locus de control externo. Estas creencias pueden haberse formado a lo largo del tiempo debido a experiencias pasadas o mensajes recibidos de otras personas. Cuestiona estas creencias y examina si realmente reflejan la realidad.

3. Fomento de la Autoeficacia

Desarrolla la creencia en tu capacidad para influir en tu entorno y en tu propia vida. Esto se conoce como “autoeficacia”. Establece metas realistas y alcanzables, y trabaja de manera constante para lograrlas. Cada éxito, incluso pequeño, refuerza tu sentido de control interno.

4. Responsabilidad Personal

Asume la responsabilidad de tus decisiones y acciones. Reconoce que, aunque hay factores externos que pueden influir en tu vida, tienes el poder de elegir cómo respondes y actúas frente a esas circunstancias. La toma de responsabilidad es fundamental para fortalecer un locus de control interno.

5. Aprendizaje de la Experiencia

Reflexiona sobre tus experiencias, tanto positivas como negativas. Analiza cómo tus elecciones y acciones han contribuido a los resultados que has experimentado. Utiliza estas reflexiones para aprender y crecer, ajustando tus enfoques cuando sea necesario.

6. Desarrollo de Habilidades de Afrontamiento

Fortalece tus habilidades de afrontamiento para enfrentar desafíos. Aprende estrategias efectivas para superar obstáculos y manejar el estrés. Cuanto más efectivas sean tus habilidades de afrontamiento, más probable será que percibas un mayor control sobre tu vida.

7. Enfócate en Factores Controlables

Concentra tu energía en aspectos de tu vida que puedes controlar. Si bien hay aspectos externos que están más allá de tu control, identifica aquellas áreas donde puedes influir y trabaja en mejorarlas. Esto te ayudará a sentirte más capacitado y en control.

8.Desarrollo de la Resiliencia

Cultiva la resiliencia emocional y mental. La resiliencia te permite adaptarte positivamente a las adversidades y superarlas. Aprende a ver los desafíos como oportunidades para crecer en lugar de obstáculos insuperables.

Al final, cómo percibamos el impacto que nuestras decisiones y/o acciones tienen en lo que nos rodea no deja de ser una creencia.

Esta creencia puede ser tratada para ajustarla con la realidad hacer que sea lo más útil para nuestra salud emocional y nuestra vida como sea posible.

✨​Descubriendo la Verdad sobre la Terapia: Desmitificando Creencias Erróneas✨​

Ir a terapia es un paso valiente y saludable para cuidar de tu bienestar mental, peeeeeeero no es fácil.

No es fácil porque, por norma general, duele mirar dentro.

Siempre digo que la terapia es como una limpieza general: hay que quitar cortinas, mover el frigorífico y vaciar los armarios… Da pereza, porque parece que lo que no vemos no existe, pero la suciedad está ahí. La pregunta es ¿hasta qué punto estás dispuesta a ver la realidad?

En primer lugar hay que hablar de las creencias que tenemos respecto a la terapia psicológica, sobre todo si nunca has ido.

Así que vamos a desmitificar algunos de los conceptos equivocados más comunes para que puedas tomar una decisión informada sobre buscar ayuda terapéutica.

Mito 1: “Solo las personas con problemas graves lo necesitan”

Realidad: La terapia no está reservada únicamente para personas con trastornos mentales graves. Puede ser útil para cualquier persona que desee mejorar su calidad de vida, manejar el estrés, desarrollar habilidades de afrontamiento, o trabajar en el crecimiento personal. No es necesario estar en una crisis para beneficiarse de la terapia.

Mito 2: “La terapia dura para siempre”

Realidad: La duración de la terapia varía según las necesidades de cada individuo. Algunas personas pueden encontrar soluciones en unas pocas sesiones, mientras que otras pueden necesitar un apoyo continuo a largo plazo. La duración de la terapia se decide en conjunto con el terapeuta y depende de los objetivos y del trabajo que la persona haga.

Mito 3: “Ir al/ a la psicólogx es solo para hablar; no resuelve problemas”

Realidad: La terapia no se trata solo de hablar, sino de adquirir herramientas y estrategias para afrontar los desafíos de la vida. Los terapeutas utilizan diversas técnicas y enfoques para ayudarte a comprender y resolver tus problemas.

Mito 4: “La terapia es cara e inaccesible”

Realidad: Es verdad que hay personas que no pueden permitirse la terapia, además, las opciones desde la seguridad social funcionan como todo el mundo sabe, necesitando buscar otras opciones.

Pero lo que sí quiero que quede claro es que el tema de poder/no poder ir a terapia por un tema económico tiene a veces que ver con la importancia que le damos. Es decir, en un móvil nos podemos gastar 500-600 euros, en unos pantalones 40, en salir a cenar o de fiesta 70 euros… Todo depende de dónde tengamos nuestras prioridades.

Mito 5: “La terapia no funciona”

Realidad: La terapia ha demostrado ser efectiva en el tratamiento de una amplia gama de problemas de salud mental. La clave del éxito es encontrar a alguien con quien seas capaz de crear la alianza terapéutica esencial para que la terapia funcione.

En psicología hay varias orientaciones terapéuticas (existen, precisamente, porque las personas somos muyyy diferentes). Si ves que algo no va contigo, coméntalo en terapia o busca directamente a otrx profesional con una orientación diferente.

Mito 6: “Puedo manejar mis problemas por mí mismx”

Realidad: Si bien la resiliencia es valiosa, a veces todos necesitamos apoyo. La terapia te proporciona un espacio seguro para explorar tus pensamientos y sentimientos con un profesional capacitado que puede ofrecer orientación y apoyo objetivos.

Mito 7: “En terapia tengo que sentirme siempre bien”

Realidad: La terapia puede doler, puede ser desagradable. Hay, incluso, cosas que no nos gusta escuchar y esto hace que la abandonemos y/o nos convenzamos que no nos es útil.

En mi caso, tengo una lista de realidades que hay que asumir y que es importante tenerlas en cuenta cuando nos planteamos ir a terapia.

  1. La vida entraña, a veces, dolor.
  2. Intentar cambiar a alguien es como perfumar una mierda: misión imposible.
  3. No podemos evitar la oscuridad pero podemos decidir encender la luz.
  4. Tu pasado no te condena. Puedes elegir cómo vivir a partir de ahora.
  5. El error es el modo de aprendizaje humano por excelencia.
  6. Elige las batallas que quieres librar.
  7. Una cosa son los valores y otra la forma de llevarlos a cabo.
  8. El lugar donde ponemos la atención es donde pondremos el poder.
  9. Hecho mejor que perfecto.
  10. No creas todo lo que piensas porque el 99% sólo está en tu cabeza.
  11. Hay personas de las que eres amiga que no son amigas tuya.
  12. No eres, te comportas.

En resumen, la terapia es una herramienta poderosa para el cuidado de la salud mental que no debería estar rodeada de mitos y creencias erróneas. Si estás considerando la posibilidad de buscar ayuda terapéutica, recuerda que es un acto de autocuidado y fortaleza, independientemente de la naturaleza de tus preocupaciones. No dudes en buscar apoyo y dar el paso hacia una vida más saludable y equilibrada.

✨​¿Y tú no vas a tener hijos?✨​

“Cada vez que me hacían esa pregunta mi alma se partía un poquito. 8 años de periplo llevamos por diferentes médicos y clínicas y seguimos sin conseguir nada.”

El duelo por infertilidad o esterilidad es una respuesta emocional y psicológica que experimentan muchas personas y parejas que tienen dificultades para tener descendencia.

Este proceso de duelo se asemeja en muchos aspectos al duelo experimentado tras la pérdida de un ser querido, ya que implica la pérdida de la esperanza de tener un/a hijx biológicx.

La búsqueda de soluciones a la infertilidad a menudo conduce a tratamientos de reproducción asistida, como la fertilización in vitro (FIV) o la inseminación artificial. Aunque estos tratamientos ofrecen esperanza, también vienen acompañados de un duelo adicional. Los altibajos emocionales son comunes, y las expectativas pueden ser tanto un aliado como un enemigo. Cada intento y cada resultado, ya sea positivo o negativo, desencadenan una nueva ola de emociones.

Algunos de los sentimientos y emociones comunes asociados con el duelo por infertilidad incluyen:

Tristeza y Dolor

La infertilidad o esterilidad a menudo desencadena un proceso de duelo. Las parejas pueden sentir una profunda tristeza, dolor y pérdida por la oportunidad de tener un hijo biológico. Este duelo puede ser un proceso largo y complejo.

Ira y Frustración

La frustración y la ira son emociones naturales cuando las expectativas de tener un hijo no se cumplen. Las parejas pueden sentirse enojadas con su situación, con el sistema de atención médica, o incluso con ellos mismos.

Culpa y Vergüenza

Algunas personas pueden sentirse culpables o avergonzadas, como si la infertilidad fuera su culpa o estuviera relacionada con algún defecto personal. Estos sentimientos son injustificados, pero son comunes.

Ansiedad y Estrés

El proceso de someterse a pruebas y tratamientos médicos puede generar una gran ansiedad y estrés. La incertidumbre sobre el resultado de los tratamientos también puede ser abrumadora.

Aislamiento

A menudo, las personas pueden sentirse aisladas y solas en su dolor. Pueden distanciarse de amigos y familiares que no comprenden completamente su situación o que les dan fórmulas que no son válidas para transitar lo que están viviendo (“no hace falta tener hijxs para ser feliz”, “puedes adoptar”, “cuando te relajes seguro que pasa”…)

Esperanza intercalada con Desesperanza

El proceso de reproducción asistida a menudo implica altibajos emocionales, ya que cada intento puede ofrecer esperanza seguida de desesperanza si no tiene éxito.

¿Y qué ocurre a nivel de pareja?

La infertilidad puede poner a prueba la relación de pareja de formas inimaginables. El estrés de las pruebas, los tratamientos y las citas médicas puede ejercer una presión abrumadora. Comunicarse abierta y honestamente es fundamental, pero a menudo, la culpa y la vergüenza pueden dificultar esta comunicación.

Es importante tener en cuenta el bienestar mental y emocional durante todo este proceso. La búsqueda de ayuda profesional, como la terapia, puede ser fundamental para abordar la depresión, la ansiedad u otros problemas de salud mental que puedan surgir.

Asumir la infertilidad implica también planificar el futuro sin hijxs. Esto puede implicar establecer nuevas metas y prioridades, encontrar significado en otras áreas de la vida y considerar el impacto de no tener hijos en la vida cotidiana y en la vejez.

Es importante reconocer que el duelo por infertilidad es un proceso válido y real que puede ser abrumador. Buscar apoyo emocional, ya sea a través de terapia, grupos de apoyo, amigxs o familiares, puede ayudar a las personas y parejas a sobrellevar estas emociones y encontrar formas de afrontar la infertilidad de manera más saludable.

✨​Miedo a “molestar”✨​

A ver si algo de esto te suena…

Vas a la peluquería y, aunque expresas claramente qué quieres, no dices nada cuando te hacen otro corte o peinado.

Aunque en el trabajo la gente tiende a pedirte ayuda, tú te sobrecargas porque nunca pides nada.

Hablas bajito o incluso no hablas demasiado.

¿Alguna vez te has sentido incómodx a la hora de pedir ayuda o expresar tus opiniones? ¿Te has preocupado por ser una molestia para los demás? Si es así, no estás solx. Muchas personas experimentan lo que se conoce como el miedo a “molestar”, una emoción que puede limitar su capacidad de comunicarse efectivamente y de aprovechar oportunidades en la vida. En este artículo, veremos algunas causas y cómo podemos superarlo.

¿Por qué tememos molestar a los demás?

Búsqueda de aprobación social

Uno de los motivos más comunes para el miedo a molestar es la búsqueda de la aprobación de los demás. Las personas temen que al pedir ayuda o expresar sus necesidades, los demás los vean como una carga o los rechacen.

Experiencias pasadas negativas

Las experiencias previas de rechazo o crítica pueden contribuir al miedo a molestar. Las personas que han sido juzgadas o desalentadas en el pasado tienden a ser más cautelosas en sus interacciones.

Falta de confianza

La baja autoestima y la falta de confianza en uno mismo pueden llevar a la creencia de que nuestras necesidades o preguntas no son importantes.

¿Nace en la infancia el miedo a molestar?

La relación entre el miedo a molestar y nuestra infancia es profunda y significativa. Nuestra crianza y las experiencias que vivimos en nuestros primeros años pueden tener un impacto duradero en nuestra capacidad para expresarnos y relacionarnos con el mundo.

Las formas en que la crianza puede contribuir al miedo a molestar en la vida adulta son:

  1. Modelado de comportamiento: En la infancia se tiende a imitar el comportamiento de padres/madres y cuidadorxs. Si lxs adultxs que los rodean evitan pedir ayuda o expresar sus necesidades por miedo a molestar a otras personas, se puede aprender que hacer lo mismo es la norma. Ejemplo: Si un niño crece viendo que sus padres siempre tratan de ser autosuficientes y nunca piden ayuda, es posible que internalice la idea de que pedir ayuda es una señal de debilidad o molestia.
  2. Respuestas de los cuidadores: La forma en que lxs cuidadorxs responden a las necesidades y preguntas puede influir en la percepción de si es apropiado o no expresar sus necesidades. Si un cuidador reacciona negativamente o de manera crítica cuando una niña pregunta o solicita algo, la niña puede aprender a temer molestar a los demás. Ejemplo: Si una niña es reprendida por hacer demasiadas preguntas o se le dice que deje de molestar cuando busca atención, es probable que desarrolle miedo a molestar en el futuro.
  3. Expectativas de perfección: Algunas familias tienen expectativas poco realistas de perfección, donde cualquier signo de necesidad o vulnerabilidad se ve como un fracaso. Esto puede llevar a que las criaturas sientan que no pueden cometer errores ni pedir ayuda. Ejemplo: Si un niño es criado en un entorno en el que se espera que siempre sea independiente y no cometa errores, es probable que crezca con el miedo a molestar a los demás cuando necesite orientación o apoyo.
  4. Falta de validación emocional: Cuando los cuidadores no validan las emociones de un niño o no les brindan el apoyo emocional necesario, el niño puede desarrollar una sensación de que sus sentimientos y necesidades no son importantes. Ejemplo: Un niño cuyos padres minimizan sus emociones o no les prestan atención puede crecer sintiendo que sus preocupaciones no merecen ser expresadas.

Es importante destacar que la relación entre la crianza en la infancia y el miedo a molestar en la vida adulta puede variar ampliamente según la experiencia individual de cada persona. Sin embargo, comprender cómo nuestras experiencias tempranas pueden influir en nuestros patrones de comportamiento y creencias puede ser el primer paso para abordar y superar el miedo a molestar y desarrollar relaciones más saludables y comunicativas en la vida adulta.

Cómo superar el miedo a molestar

Reconoce tu valía

Entiende que tus necesidades, preguntas y opiniones son igualmente importantes. Trabaja en mejorar tu autoestima y confianza en ti mismo.

Comunica tus necesidades de manera asertiva

Aprende a expresar tus pensamientos y deseos de manera clara y respetuosa. La asertividad te permite comunicarte efectivamente sin ser agresivo ni pasivo.

Aprende de las experiencias pasadas

Reflexiona sobre las experiencias negativas anteriores y considera lo que puedes aprender de ellas. A menudo, estas experiencias son oportunidades para crecer y fortalecerte.

Busca apoyo

Hablar con amigos, familiares o un profesional de la salud mental puede ser útil para superar el miedo a molestar. Compartir tus preocupaciones puede brindarte perspectiva y apoyo emocional.

El miedo a “molestar” es una emoción común que puede limitar nuestras oportunidades de crecimiento personal y profesional. Sin embargo, reconocer sus raíces y aprender a superarlo puede conducir a una comunicación más efectiva y a una vida más satisfactoria. Todo el mundo merece tener voz y expresar sus necesidades sin sentir que es una molestia para quienes le rodean.

Pero… ¿Qué es la depresión?

La depresión es un trastorno complejo que no se limita a estar triste o tener el ánimo decaído.

En ella confluyen pensamientos, emociones y acciones específicas que hacen la vida muy difícil a quien la padece.

Según datos proporcionados por el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social de España, la Encuesta Nacional de Salud Mental realizada en 2017 indicó que aproximadamente el 5.2% de la población adulta en España había experimentado un episodio depresivo mayor en el último año. Y esto teniendo en cuenta el estigma aún presente en nuestra sociedad en cuanto a temas de salud mental.

¿Qué es la Depresión?

La depresión se caracteriza por:

  1. Sentimientos persistentes de tristeza y desesperanza: A diferencia de la tristeza normal, que suele ser una emoción temporal y reactiva a las circunstancias, la tristeza en la depresión es constante y puede no tener una causa aparente.
  2. Pérdida de interés en actividades: Las personas con depresión a menudo pierden el interés en las cosas que solían disfrutar, lo que se conoce como anhedonia.
  3. Cambios en el apetito y el peso: Puede haber un aumento o disminución significativa del apetito, lo que puede llevar a cambios en el peso corporal.
  4. Problemas para dormir: La depresión puede causar insomnio o, en algunos casos, un exceso de sueño.
  5. Fatiga y falta de energía: Las personas con depresión a menudo se sienten agotadas física y mentalmente, incluso después de un buen descanso.
  6. Dificultades cognitivas: La concentración y la toma de decisiones pueden volverse más difíciles durante un episodio depresivo.
  7. Sentimientos de culpa o inutilidad: Las personas con depresión a menudo se culpan a sí mismas por su condición, incluso cuando no tienen control sobre ella.
  8. Pensamientos suicidas: En los casos más graves, la depresión puede llevar a pensamientos suicidas o comportamientos autodestructivos.

Causas

La depresión es una afección multifactorial, lo que significa que no hay una sola causa que la explique completamente. En cambio, varios factores pueden contribuir a su desarrollo. Veamos algunas de las causas más comunes:

  1. Factores genéticos: Existe evidencia de que la depresión puede tener una base genética. Cuando existen antecedentes familiares, hay mayor riesgo de desarrollarla.
  2. Desequilibrios químicos cerebrales: La depresión se asocia con desequilibrios en neurotransmisores como la serotonina, la dopamina y la noradrenalina en el cerebro.
  3. Factores ambientales: Experiencias traumáticas, estrés crónico, abuso de sustancias y problemas de salud física pueden desencadenar la depresión.
  4. Cambios hormonales: Las fluctuaciones hormonales, como las que ocurren durante el embarazo, el posparto, la menopausia o en enfermedades endocrinas, pueden desencadenar o agravar la depresión.
  5. Factores psicológicos: La personalidad, el estilo de afrontamiento y los patrones de pensamiento negativos pueden aumentar el riesgo de depresión.

¿Cómo Saber si Tenemos Depresión?

Identificar la depresión en unx mismx o en alguien de nuestro entorno puede ser complicado debido a la variabilidad de los síntomas y la tendencia a minimizarlos. Además, últimamente la sobregeneralización de la etiqueta “depresión” hace que confundamos aún más el término.

Esto no pretende ser una herramienta de diagnóstico (si tienes o crees tener depresión, acude a un profesional) pero puede ayudarnos a entender qué nos pasa:

1. Evalúa tus sentimientos y estados de ánimo: Reflexiona sobre cómo te has sentido últimamente. ¿Has estado persistentemente triste, sin esperanza o abatidx durante al menos dos semanas?

2. Observa tu interés en las actividades: ¿Has perdido interés en actividades que antes disfrutabas?

3. Patrones de sueño y alimentación: ¿Has experimentado cambios significativos en tu apetito o patrones de sueño? (En este caso tenemos que tener en cuenta tanto si aumenta como si disminuye).

4. Fatiga y la energía: ¿Te sientes constantemente cansadx, sin energía o motivación?

5. Evalúa tus pensamientos y autoestima: ¿Tienes pensamientos negativos persistentes sobre ti, sientes culpa sin razón o crees que eres inútil?

6. Preocúpate por los pensamientos suicidas: ¿Has tenido pensamientos de hacerle daño o incluso de suicidio? Esto es una emergencia y debes buscar ayuda inmediatamente.

Si experimentas varios de estos síntomas durante un período prolongado, es recomendable buscar ayuda de profesionales de la salud mental.

¿Qué Hacer si Tienes Depresión?

La depresión es tratable y, con el apoyo adecuado, muchas personas pueden recuperarse. Aquí hay un plan de acción para enfrentar la depresión:

1. Busca ayuda profesional: El primer paso es consultar profesionales de la salud mental. El tratamiento puede incluir terapia, medicamentos o una combinación de ambos, según la gravedad del caso.

2. Construye un sistema de apoyo: Hablar sobre tus sentimientos con amigxs y familiares puede ser reconfortante. El apoyo social es fundamental para la recuperación.

3. Aprende sobre la depresión: Entender tu condición puede ayudarte a manejarla mejor. Investiga y educa a tu círculo cercano para que también comprendan lo que estás experimentando.

4. Establece una rutina: Mantener una estructura diaria puede ayudarte a recuperar un sentido de normalidad y control.

5. Practica el autocuidado: Dedica tiempo a actividades que te hagan sentir bien, como el ejercicio, la meditación, la alimentación saludable y el sueño adecuado.

6. Evita el aislamiento: La depresión a menudo lleva a la soledad. Esfuérzate por mantener conexiones.

Aprender sobre salud mental es importante porque, por un lado quitamos el estigma que aún acompaña y, por otro, conseguimos diferenciar un momento vital complicado de un trastorno que requiera tratamiento.

“Siento que voy a volverme loca”

“El primer pensamiento intrusivo que tuve fue creer que podía perder la cabeza y quitarme la ropa en medio de una clase”

¿Qué son los pensamientos intrusivos?

Los pensamientos intrusivos son pensamientos no deseados y repetitivos que surgen en la mente de una persona, a pesar del esfuerzo por evitarlos o eliminarlos.

Estos pensamientos a menudo se sienten inapropiados, perturbadores o inquietantes.

Pueden variar ampliamente en contenido y gravedad, pero lo que tienen en común es que la persona no puede controlarlos, provocan emociones desagradables muy intensas y buscan activamente que desaparezcan.

Los pensamientos intrusivos pueden manifestarse en diversas formas, como imágenes, ideas o impulsos que se repiten en la cabeza de una persona.

Si no se abordan, es posible que lleguen a dominar nuestras vidas por completo. Al concentrar toda nuestra atención en ellos, excluimos la realidad que nos rodea. En este estado, nos vemos impotentes para desviar nuestra atención hacia otras experiencias, ya que estos pensamientos obsesivos ejercen un control abrumador. La rumiación constante de pensamientos puede generar ansiedad, sufrimiento y una sensación de descontrol.

Ejemplos de pensamientos intrusivos

Ya conocemos las caracterísitcas: automáticos, persistentes y desagradables.

Pero ¿cómo sé si lo que tengo es un pensamiento intrusivo? Veamos algunos ejemplos:

Preocupación constante por el futuro

Vernos atrapadxs sobre lo que podría salir mal en el futuro. Estos pensamientos pueden incluir escenarios catastróficos, como perder el trabajo, tener problemas de salud graves o enfrentar desastres financieros.

Rumiar sobre conversaciones pasadas

Uno de los más comunes es tender a revisar conversaciones o interacciones pasadas y preocuparse por si dijeron algo incorrecto o embarazoso. Estos pensamientos intrusivos pueden hacer que la persona se sienta avergonzada o ansiosa incluso después de que la conversación haya terminado.

Pensamientos Violentos o Agresivos

Algunas personas pueden experimentar pensamientos intrusivos relacionados con la violencia. Por ejemplo, pueden tener imágenes mentales de causar daño a otras personas o a sí mismas, a pesar de no tener intenciones reales de hacerlo. Estos pensamientos pueden causar una gran angustia.

Hipocondría

Son todos aquellos relacionados con la salud. Es la preocupación constante por tener una enfermedad grave, a pesar de que los síntomas que experimentan son leves o normales, incluso inexistentes.

Dudas obsesivas

Las dudas obsesivas son pensamientos intrusivos relacionados con la incertidumbre. Por ejemplo, alguien podría obsesionarse con la idea de que dejó la puerta de su casa abierta, incluso si sabe que la cerró con llave. Estas dudas pueden ser tan intensas que la persona siente la necesidad de verificar repetidamente, lo que puede interferir en su vida diaria.

Pensamientos de catástrofe

Otro tipo son los relacionados con una catástrofe. Obsesionarnos con la posibilidad de un tsunami, de que alguien tenga un accidente o de que algo terrible va a ocurrir a un ser querido de forma inmininte. Las imágenes pueden ser tan vívidas que sobrestimamos la probabilidad de que realmente ocurra.

Manejando los Pensamientos Intrusivos

Si experimentas pensamientos intrusivos que te causan malestar, aquí hay algunas estrategias que pueden ayudarte:

Conciencia Plena (Mindfulness)

La práctica de la atención plena puede ayudarte a observar tus pensamientos sin juzgarlos ni reaccionar ante ellos de manera automática. Esto puede ayudarte a distanciarte de los pensamientos intrusivos y reducir su impacto emocional.

Dice Nazaret Castellanos que cuando estamos desocupados nuestra mente tiende a irse a una parte del cerebro que se llama la red neuronal por defecto. Ahí es donde puede pasar todo lo que te puedas imaginar o tu mente traiga en ese momento.

Cuando nos enfocamos en una tarea/actividad ponemos en marcha nuestra corteza prefrontal que es la que pone conciencia, sabe lo que esta haciendo, está presente en ese momento, se da cuenta de lo que pasa a su alrededor y actúa de acuerdo a ello, no a lo que se imagina.

Apoyo Social

Hablar con amistades o familiares de confianza sobre tus pensamientos intrusivos puede ser útil. Muchas veces no hablamos de esos pensamientos por miedo a que otras personas nos juzguen pero, compartir lo que sientes puede aliviar la carga emocional y brindarte una perspectiva diferente. Muchas veces sólo por escucharnos en alto decir lo que pensamos, tomamos conciencia de que no es la realidad.

Considera la Ayuda Profesional

Si los pensamientos intrusivos son abrumadores o interfieren significativamente en tu vida diaria, busca ayuda profesional. La terapia puede proporcionarte orientación y tratamiento personalizado.

✨​Entendiendo los Trastornos de Conducta Alimentaria: Más Allá de la Superficie✨​

Los trastornos de conducta alimentaria son mucho más que simples preocupaciones sobre la comida y la apariencia.

Este conjunto de trastornos afectan a millones de personas en todo el mundo y pueden tener efectos profundos en la salud física y mental. En este artículo, exploraremos los trastornos de conducta alimentaria desde una perspectiva más profunda, arrojando luz sobre sus causas, síntomas y la importancia de la comprensión y el apoyo.

Causas y Factores Desencadenantes

Los trastornos de conducta alimentaria están influenciados por una variedad de factores, que van desde la genética y la biología hasta la cultura y el entorno social.

Los problemas emocionales y psicológicos también pueden desempeñar un papel crucial. Es importante recordar que estos trastornos no son simplemente “caprichos” o elecciones personales… Son síntoma de problemas más profundos.

Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son condiciones complejas y multifactoriales que resultan de la interacción entre varios factores biológicos, psicológicos y socioculturales. Aunque no existe una causa única y definitiva para los TCA, la investigación científica ha identificado varios factores que pueden contribuir al desarrollo de estas condiciones.

Algunas de las causas investigadas incluyen:

Factores Genéticos y Biológicos

Se ha observado una predisposición genética a los TCA, lo que significa que las personas con antecedentes familiares de estos trastornos podrían tener un mayor riesgo de desarrollarlos. Además, los desequilibrios químicos en el cerebro, incluidos neurotransmisores como la serotonina y la dopamina, pueden influir en la regulación del apetito, el estado de ánimo y la impulsividad, lo que a su vez podría estar relacionado con los TCA.

Factores Psicológicos y Emocionales

Problemas de autoestima, perfeccionismo, ansiedad, depresión y baja tolerancia a la angustia son factores psicológicos que se han relacionado con los TCA. Las personas que enfrentan estas dificultades emocionales pueden recurrir a la alimentación o la restricción como una forma de lidiar e intentar controlar sus emociones.

Factores Socioculturales

La presión cultural para cumplir con ciertos estándares de belleza y peso puede tener un impacto significativo en el desarrollo de TCA, especialmente en las personas que son más susceptibles a las influencias externas. Los medios de comunicación, la publicidad y las redes sociales pueden contribuir a la promoción de imágenes corporales poco realistas.

Historial de Dietas Restrictivas

Las dietas restrictivas o la participación en regímenes extremadamente bajos en calorías pueden desencadenar TCA, ya que estas restricciones pueden llevar a un aumento de la obsesión por la comida y a la posibilidad de episodios de atracón.

Historias de Trauma o Abuso

Experiencias traumáticas, como el abuso físico, emocional o sexual, pueden contribuir al desarrollo de TCA. El trastorno puede utilizarse como una forma de controlar o distanciarse de los sentimientos relacionados con el trauma.

Cambios en la Pubertad y la Adolescencia

Los cambios hormonales que ocurren durante la pubertad pueden desempeñar un papel en el desarrollo de TCA, ya que pueden afectar la percepción de la imagen corporal y la regulación del apetito.

Comorbilidad con Otros Trastornos de Salud Mental

Los TCA a menudo se presentan junto con otros trastornos de salud mental, como la depresión, la ansiedad y los trastornos de personalidad

Es importante destacar que los trastornos de la conducta alimentaria son resultado de una interacción compleja de estos y otros factores, y las causas exactas pueden variar en cada individuo. La comprensión científica de los TCA sigue evolucionando a medida que se realizan más investigaciones y se profundiza en las complejidades de estos trastornos.

Síntomas y Señales de Trastornos de la Conducta Alimentaria

Reconocer los síntomas de los trastornos de conducta alimentaria puede ser un desafío, ya que a menudo se manifiestan de manera sutil. Desde la anorexia hasta la bulimia y el trastorno por atracón, cada trastorno tiene sus propios signos característicos. Estos pueden incluir cambios drásticos en el peso corporal, obsesión por la comida y la apariencia, evitación de comidas sociales y comportamientos compulsivos relacionados con la comida.

Algunas Consecuencias de los TCAs

Problemas de Salud Física

Los cambios en la dieta, las restricciones, las conductas compensatorias… pueden tener consecuencias en nuestro cuerpo como por ejemplo problemas cardiovasculares, osteoporosis, diabetes, deterioro en el sistema inmunológico, problemas gastrointestinales, alteraciones endocrinas por nombrar sólo algunas..

Problemas de Salud Mental

La depresión, la ansiedad y otros trastornos de salud mental son comórbidos con los trastornos de la conducta alimentaria.

Aislamiento Social

La preocupación constante por la comida y la imagen corporal puede llevar al aislamiento social y a dificultades en las relaciones interpersonales.

Deterioro de la Calidad de Vida

Muy relacionado con lo anterior y con la evitación de ir a ciertos lugares o estar con personas que impliquen comer disminuye el disfrute y, por lo tanto, la calidad de vida de la persona con trastornos de la conducta alimentaria.

Impacto en la Autoestima

La insatisfacción con la imagen corporal y la cantidad de distorsiones cognitivas puede afectar a la autoestima de la persona en su conjunto, sintiéndose poco válida en ámbitos que, en principio, no se relacionan con el aspecto.

La Importancia del Apoyo y la Comunicación

Para quienes luchan con trastornos de conducta alimentaria, el aislamiento y la vergüenza pueden ser desafíos abrumadores. Aquí es donde el apoyo y la comunicación juegan un papel crucial. Amigos, familiares y profesionales de la salud pueden proporcionar un sistema de apoyo vital, brindando comprensión y aliento en el camino hacia la recuperación.

Promoviendo la Conciencia y la Educación sobre los Trastornos de la Conducta Alimentaria

La conciencia y la educación son fundamentales para abordar los trastornos de conducta alimentaria. Al comprender que estos trastornos son enfermedades complejas, podemos reducir el estigma y fomentar entornos de apoyo. Además, es esencial promover la educación sobre la prevención y la detección temprana en las comunidades, escuelas y hogares.

Los trastornos de conducta alimentaria son un recordatorio poderoso de la complejidad de la mente humana y la influencia de diversos factores en nuestra relación con la comida y la imagen corporal. Al mirar más allá de la superficie y abordar las causas subyacentes, podemos construir una base más sólida para la comprensión, la empatía y el apoyo necesario para la recuperación. Recuerda, nunca estás solx en esta lucha, y la búsqueda de ayuda es un paso valiente hacia una vida más saludable y equilibrada.

¿Se cura la ansiedad?

Yo estuve mal, muy mal.

Desde que recuerdo he tenido ansiedad. El primer ataque de pánico me dio con 9 años. Tardaron casi 10 en diagnosticarme.

A partir de ahí he tenido momento mejores y peores, desarrollando una agorafobia feroz por la que no conseguía salir ni al salón de la casa de mis padres.

Dejé de conducir, trabajar, salir, estar con amigxs… No podía ver ciertas series o películas, por si aparecía aquello que temía. Toda mi vida se redujo a mi habitación.

Esto, evidentemente, me “generó” una depresión.

Tras mucho apoyo, terapia y trabajo por mi parte comencé a salir de esa situación poco a poco. 

Cada vez que hacía algo tenía que saber exactamente por dónde íbamos a ir, dónde íbamos a estar. Necesitaba saber en qué lugar nos sentaríamos en un bar, por ejemplo.

Esto hacía que no me sintiera cómoda yendo con personas que no sabían lo que me pasaba (que eran casi todas).

Había calles por las que no pasaba, transportes que no cogía, horas en las que no salía. Estuve AÑOS sin ir a una tienda.

Absolutamente toda mi vida estaba controlada por la ansiedad. Para evitarla, más bien.

Esto lo cuento como contexto para que podáis llegar a entender el punto de inicio y el camino recorrido.

Hoy puedo decir que estoy bien. Es cierto que aún me quedan cosillas que trabajar como montarme en avión o ir a la playa, pero nada que me impida hacer una vida completamente “normal”.

Y es que ser “normal” (sin que serlo exista) es a lo que aspiramos cuando estamos muy mal. (Siempre pensaba en lo que se esfuerza la gente por escapar de lo común, y, en cambio, cuando se está fuera… Pero bueno, eso ya es filosofía.)

Pero ahora…

A lo que voy es que ahora mismo voy donde quiero, no sólo donde puedo. Que cuando digo “me da igual” a un plan, es porque de verdad me da lo mismo. Porque antes, tenía que ingeniármelas para que el grupo fuera donde yo estuviera más o menos cómoda.

Viajo, voy al cine, puedo ir de compras (no es que me encante, pero…), hago fila para pagar.

Con mucho trabajo toda esa anticipación ha desaparecido, lo que me ha dado una paz mental que no sé ni cómo explicar.

Al principio fue curioso porque mi mente no sabía qué hacer. Es decir, yo solo había vivido con un discurso interno repetitivo e intenso. Cuando esa voz se calló tuve que reeducar a mi mente a pensar en otras cosas. Cosas que me fueran útiles. Antes no tenía tiempo.

Noto que me concentro mejor, que tengo más imaginación (o al menos la enfoco mucho mejor), que estoy más pendiente de las personas que me rodean. Porque sí, los trastornos emocionales son terriblemente egocéntricos.

No he conseguido llegar al silencio mental (eso lo dejo para los budas) pero sí que soy yo quien controla ese flujo, y no al revés.

Me cuesta volver a esa etapa de mi vida aunque sea en recuerdo, pero me pidieron que lo compartiera para hacerte saber que hay luz. 

En serio, por muy mal que te encuentres ahora, por muchas terapias inútiles que hayas empezado, sigue buscando hasta dar con la tecla.

Merece la alegría.

Te lo aseguro.

Aprender a Desaprender

El aprendizaje es un proceso fascinante que impulsa nuestro crecimiento personal y profesional. A medida que adquirimos nuevas habilidades y conocimientos, nuestros cerebros se convierten en un escenario de cambios asombrosos. 

Sin embargo, también hemos experimentado la frustrante sensación de que ciertos hábitos o creencias profundamente arraigados son difíciles de deshacer. ¿Por qué es tan complicado revertir lo que hemos aprendido? Vamos a explorar el mecanismo neuronal detrás del aprendizaje y entender por qué algunos patrones son tan resistentes al cambio.

¿Cómo aprendemos?

El proceso de aprendizaje comienza con la comunicación entre las neuronas en nuestro cerebro. Cuando experimentamos algo nuevo, las neuronas se conectan y forman sinapsis, que son las conexiones intercelulares a través de las cuales la información fluye. Estas sinapsis se fortalecen o debilitan en función de la repetición y la relevancia de la experiencia. Aquí es donde entra en juego la plasticidad sináptica, que permite que las conexiones neuronales se modifiquen en función de la experiencia.

Persistencia del Aprendizaje

Una vez que hemos aprendido algo, el cerebro construye un camino neural sólido para esa información. Estos caminos se vuelven más resistentes con el tiempo, lo que explica por qué es difícil deshacer lo que hemos aprendido. Imagina estos caminos como senderos trazados en un bosque: cuanto más se camina por un sendero, más marcado y difícil de cambiar se vuelve.

Reforzamiento y Emoción

El refuerzo juega un papel esencial en la consolidación del aprendizaje. Cuando experimentamos una recompensa o un resultado positivo como resultado de una acción específica, nuestro cerebro refuerza las conexiones sinápticas relacionadas con esa acción. Del mismo modo, las experiencias emocionales también influyen en la persistencia del conocimiento. Las lecciones aprendidas en momentos emocionales tienden a quedarse grabadas más profundamente en nuestro cerebro, lo que dificulta su eliminación.

Inercia Cognitiva

Se refiere a la tendencia humana a aferrarse a patrones de pensamiento, creencias y hábitos establecidos, incluso cuando ya no son beneficiosos o apropiados. Esta resistencia al cambio cognitivo puede dificultar la adopción de nuevas ideas, la adaptación a situaciones cambiantes o la modificación de comportamientos arraigados. Se produce por varias razones psicológicas y neurológicas:

Eficiencia Mental

 Nuestros cerebros buscan la eficiencia y la conservación de energía. Una vez que hemos aprendido una forma de hacer algo, es más fácil y rápido seguir haciéndolo de la misma manera, ya que requiere menos esfuerzo mental que aprender algo nuevo o cambiar un hábito.

Confort y Familiaridad

Las personas tienden a sentirse cómodas con lo que ya conocen y con lo que es familiar. La novedad y lo desconocido pueden generar ansiedad, por lo que la inercia cognitiva actúa como una especie de “zona de confort” que nos protege de la incertidumbre.

Consistencia y Coherencia

Las personas tienen un deseo natural de mantener la coherencia en sus creencias y acciones. Cambiar de opinión o comportamiento puede percibirse como una amenaza a la coherencia personal, lo que lleva a la resistencia al cambio.

Coste de Oportunidad

Cambiar de dirección o adquirir nuevas habilidades puede requerir una inversión significativa de tiempo, esfuerzo y recursos. La inercia cognitiva puede surgir cuando la percepción del costo de oportunidad supera los posibles beneficios de cambiar.

Influencia Social del Aprendizaje

 Nuestro entorno y las personas que nos rodean pueden influir en nuestras creencias y comportamientos. La conformidad social puede mantenernos en patrones establecidos, incluso si no se ajustan a nuestras necesidades o metas individuales.

Sesgos Cognitivos

Los sesgos cognitivos, como la aversión a la pérdida o la aversión al riesgo, pueden llevar a mantener comportamientos o creencias que no son racionales desde una perspectiva objetiva.

Recompensa y Refuerzo Pasado

Si en el pasado hemos experimentado recompensas o resultados positivos relacionados con un patrón de pensamiento o comportamiento específico, es más probable que mantengamos esa conducta, incluso si ya no es adecuada en el presente.

La inercia cognitiva puede ser beneficiosa en ciertas situaciones, ya que permite la automatización de tareas cotidianas y la conservación de energía mental. Sin embargo, también puede ser un obstáculo cuando se trata de adaptarse a nuevos desafíos, aprender nuevas habilidades o cuestionar creencias obsoletas. Reconocer la inercia cognitiva y desarrollar la capacidad de superarla es fundamental para el crecimiento personal y la toma de decisiones informadas.

Adaptación al Cambio

Si bien puede parecer que deshacer lo aprendido es una tarea monumental, nuestro cerebro es sorprendentemente adaptable. La neuroplasticidad, la capacidad del cerebro para cambiar y reorganizarse, persiste a lo largo de toda la vida. Al exponernos a nuevas experiencias y enfoques, podemos crear nuevos senderos neuronales y debilitar las conexiones existentes.

El mecanismo neuronal del aprendizaje y la persistencia del conocimiento es un campo en constante exploración. A medida que comprendemos mejor cómo nuestro cerebro adquiere y retiene información, también podemos desarrollar estrategias para deshacer lo que ya hemos aprendido. Aunque desafiar la inercia cognitiva y reconfigurar las conexiones neuronales puede ser un desafío, la plasticidad cerebral nos brinda la esperanza y la oportunidad de seguir creciendo y evolucionando a lo largo de nuestras vidas.